25 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

La película de Luis R. Alonso a finales de los años veinte levantó ampollas entre la entonces clase dirigente

El rodaje de la mítica película 'El orgullo de Albacete' provocó un conflicto político en la ciudad manchega

El orgullo de Albacete
El orgullo de Albacete / El orgullo de Albacete
La película "El orgullo de Albacete" levantó una gran expectación en la década de los años veinte del siglo pasado, pero acabo en un enorme fracaso y duras críticas. El rodaje revolucionó la ciudad manchega pero el resultado no pudo ser peor, dio una imagen de la ciudad muy lejana de la realidad e, incluso, el propio alcalde de la ciudad la criticó muy duramente.

El periodista José Fidel López recoge en cuentosdecine.es cómo se desarrolló en Albacete el rodaje de de una película que se comparó con una gran superproducción norteamericana y que trasladó a la ciudad manchega a un amplio equipo cinematográfico.

Este es la investigación realizada por el periodista albacetense  José Fidel López sobre lo que verdaderamente ocurrió con el rodaje y producción de esta mítica película:  

La industria del cine no ha sido muy atenta con nuestra provincia. Los rodajes no han sido frecuentes... Pero sin embargo, fueron algunos más de los que los albaceteños tenemos en el recuerdo. El repaso a hemerotecas y documentos guardados, custodiados en archivos de aquí y de allá, algunos digitales, nos permiten recuperar proyectos cinematográficos de los que apenas se tenía constancia, e incluso, eran desconocidos por mor del paso del tiempo y la ausencia de copias para estudio de los expertos en el séptimo de los artes y disfrute -o no- del público en general.

En el final de la década de los años veinte, la industria cinematográfica comenzó a animarse conforme el negocio iba a más, y hubo productores que se decidieron a salir de las grandes ciudades para sus rodajes. Así sucedió en febrero de 1928. La capital albacetense fue el escenario escogido para los exteriores de El orgullo de Albacete. Pero casualmente, ese 1928 fue especial para la provincia desde el punto de vista cinematográfico. Ese verano, un amplio equipo fílmico se vino hasta la Sierra de Alcaraz para rodar El Lobo, basada en el relato del literato Joaquín Dicenta Benedicto y adaptada y dirigida por su hijo, a la sazón, periodista, Joaquín Dicenta Badillo. 

Pero vayamos a El orgullo de Albacete, que fue la causa de que una caravana cinematográfica, la comandada por el realizador Luis R. Alonso, llegase a la ciudad aquel frío invierno para trasladar a la gran pantalla Loute, una obra de teatro en tres actos, de Pierre Veber, adaptada al castellano por Antonio Paso y Joaquín Abati, muy frecuente y popular en los teatros españoles durante décadas, y que en resumidas cuentas nos habla de Gerardo, un pintor bohemio que sin embargo está muy influido en su comportamiento y sus decisiones por su novia Flora y su amigo Correa, un libertino empedernido. Un buen día Gerardo recibe la petición de ayuda de Fabio, un profesor de Matemáticas, abandonado por su novia Paula pocos días antes de la celebración de la boda y desea recuperarla. Y ahí comienzan los líos.

El domingo, 12 de febrero, de aquel 1928 El Diario de Albacete, dirigido por el abogado Ramón García Quijada, que a la sazón, era su propietario, daba cuenta en su primera página de la noticia. "Se encuentran en esta capital los artistas de cine Soledad Franco, Blanca Muñoz, Alfonso Orozco y el señor Montenegro, dirigidos por don Luis R. Alonso, filmando la película de la popular comedia de Paso y Abati, El orgullo de Albacete". Ese plantel de artistas y gentes del cine se alojaron, como no podía ser de otra manera, en el Gran Hotel, como rezan las crónicas del momento.

Una gran expectación

Sin duda alguna, un acontecimiento de alcance que levantó una tremenda expectación en una población de provincias como la nuestra. Los actores eran muy populares en aquel momento y el rodaje se inició en la ciudad ese sábado, día 11, escogiendo el director para la cinta diversos espacios de la capital, desde la estación de ferrocarril a la Parroquia de San Juan, pasando por la Feria y el Parque, entonces de Canalejas, hoy de Abelardo Sánchez.

Pero se da la circunstancia de que el lugar elegido en el entorno del Parque fue la vivienda, la mansión mejor dicho, del prócer Paulino Cuervas-Mons Díaz de Quijano, situada en el Paseo de la Confianza -con el tiempo, paseo de Pedro Simón Abril- con la calle Pérez Galdós. Ese caserón, con sus torreones, fue diseñado por el prestigioso arquitecto Daniel Rubio, y comenzó a levantarse en junio de 1916.

Con el tiempo, la majestuosa vivienda fue adquirida por el empresario y político José Mañas Guspi, quien a su vez la vendió a Cuervas-Mons en 1920, como relata en el artículo La Fuente de las Ranas, un monumento albaceteño del Siglo XX, obra de José María Sánchez Ibañez y Donato Valero Atiénzar, publicado en Al-Basit: Revista de Estudios Albacetenses en 2003.

Y este detalle de la vivienda no es baladí, porque este rodaje ocasionó cierto conflicto, una polémica en la que se vio envuelto tanto el diario que dio cuenta de la noticia, como don Paulino, y por ende, el director de la película. Y es que sólo un par de días después, el 14 de febrero, El Diario de Albacete daba cuenta otra vez de la filmación, pero con la intención de aclarar un presunto entuerto que tuvo entonces su importancia. Tras recordar su información sobre el inicio de la grabación de El orgullo de Albacete, cuando el rotativo avanzó la presencia de actores y equipo técnico en la ciudad, además de los lugares que iban a quedar reflejados en el film, la noticia indicaba que en la redacción de la misma se pudo deslizar un equívoco. "Del domicilio del señor Cuervas no se ha posado absolutamente nada; el operador sólo se ha ocupado del exterior, y ésto sin el beneplácito, ni conocimiento de su propietario, que para nada eran necesarios. Y conste así, en honor a. la verdad y para aclarar conceptos que el reciente luto de nuestro amigo hace incompatible con actos de la índole del que nos ocupa".

Hay que señalar que don Paulino era uno de los personajes más importantes de la vida albacetense del momento. En aquel 1928 venía de ser alcalde de la ciudad, puesto que ejerció durante la dictadura de Primo de Rivera, entre diciembre de 1924 y marzo de 1927 como representante de la Unión Patriótica, aunque su profesión era la de ingeniero industrial. Hay que recordar además que Cuervas-Mons fue nombrado presidente de la Diputación en 1929 y volvió a ser alcalde tras la Guerra Civil.

Rodaje que trascendió a la prensa local

El caso es que don Paulino y toda su familia estaban de luto esos días. Y es que el 6 de febrero había fallecido don Juan Antonio Ciller Guijarro, cuñado de Cuervas-Mons y otro de los prohombres de la ciudad, ya que fue presidente de la Diputación y vocal del Somatén albacetense, además de ingeniero agrónomo. Además, en esos momentos, Juan Antonio Ciller, que contaba 48 años de edad y que tenía ocho hijos, era el director de la Estación Agro-Pecuaria.

Pero el rodaje, como no podía ser de otra forma, trascendió de la prensa local. Estábamos ante una de las producciones más esperadas por el texto escogido como base argumental. De hecho, en la especializada publicación El Cine, Portavoz Cinematográfico Nacional, en su número 856, aparecido el 12 de abril de 1928, se incluyó un amplio reportaje bajo el título de Viendo filmar El orgullo de Albacete.

Firmado por Mauricio Torres, el periodista se trasladó a los estudios de Madrid Film para presenciar el directo el rodaje de una película en la que no confiaba demasiado, ya que según confesaba, "no soy partidario, ya lo he dicho en infinitas ocasiones, de llevar a la pantalla las obras teatrales por creer que tal sistema, lejos de fomentar la afición al séptimo arte, dificulta su depuración y estraga el buen gusto del público", aunque con El orgullo de Albacete parece que hizo una excepción. "Acepto de buen grado y hasta lo considero beneficioso que nuestros productores cultiven el género cómico, pero la comicidad sana, franca, natural, la producida por el contraste de una situación por el equívoco, el mismo quid pro quo tan utilizado en el vodevil". En este punto, añadía el periodista que "El orgullo de Albacete es una obra altamente cómica del repertorio astracanesco, pero con situaciones de gracia insuperable, de una hilaridad espontánea y sencilla, circunstancias que me inclinan en su favor".

El set de rodaje se había convertido en un "elegante cabaret", "con sus mesitas enanas, con su orquesta de jazz band auténtica y con el consabido enjambre de muchachitas frívolas... maravilla pensar el esfuerzo que ha tenido que realizarse para sacar tanto partido de la galería, en la que se han montado dos pisos de palcos, platea y entresuelo en condiciones para ser habilitados por los artistas, quedando todavía un amplio espacio para las mesas y para pista de baile".

Técnicos, artistas y.... mirones

Todo un tropel de técnicos, artistas y mirones era frecuente en ese rodaje, por lo que el director se vio en la obligación de contratar a un vigilante que hiciera de filtro en los accesos al set de rodaje. Hasta uno de los autores de la obra, Abati, estaba en la filmación, que seguía sonriendo y "satisfecho". Sería que le gustaba lo que veía.

El reparto lo conformaban, entre otros, José Montenegro (el Tío Chupitos), Fernando Díaz de Mendoza y Serrano, Soledad Franco Rodríguez, Alfonso Orozco y Carmen Fernández. El operador escogido por el director fue Tomás Terol de Polerón. La decoración fue cosa de Agustín Puig, y el regidor, Caro. Resulta curioso que el propio director no se pusiera detrás de la cámara, puesto que era, en realidad, su especialidad, cuestión que explicó a El Cine de esta forma. "Quiero que lo haga Terol; es un muchaho que vale y es preciso que se vaya imponiendo. Hay que dejar paso a la juventud".

La noticia de la filmación de la película corrió como la pólvora en la prensa nacional, y fueron numerosos los rotativos, más allá de las publicaciones cinematográficas, los que se hicieron eco del rodaje. Así, también por entonces El Heraldo de Madrid indicaba que "después de impresionar unas escenas de El orgullo de Albacete en la capital murciana ha regresado el director Luis R. Alonso con los principales intérpretes que toman parte en dicho film".

Apenas unas semanas para el montaje, y la cinta se estrenó por todo lo alto en la capital de España, en Madrid, en el Cine del Callao. Fue el lunes, 9 de abril, cuando la cinta se proyectó en la popular sala cinematográfica madrileña, a un paso de la Gran Vía. El diario El Liberal adelantaba el domingo, 8 de abril, su puesta de largo con una breve noticia. "El orgullo de Albacete es, sin duda, la mejor producción nacional de la temporada. Sus actores, Soledad Franco Rodríguez y José Montenegro (Tío Chupitos), hacen una verdadera creación en sus respectivos papeles. En suma, una graciosísima comedia, digna de competir con las mejores cintas norteamericanas". Pues este suelto debió ser un remitido a golpe de talonario por la empresa que se hizo con los derechos de exhibición de la cinta en Madrid, y que junto al Callao, gestionaba otras salas como San Miguel, Cervantes, España y Encomienda, ya que las críticas no dejaron pie con cabeza.

 Críticas unánimes

Por ejemplo, la aparecida en Popular Film el 19 de abril de 1928. "La película, desprovista de la gracia del diálogo y mutilada cruelmente en sus numerosas situaciones cómicas y mal aprovechadas las que se utilizaron, no tiene interés alguno, dejando que desear bastante la interpretación". Otra crítica fue la que publicó La Pantalla, Semanario Español de Cinematografía, en su número del 6 de mayo de 1928: "El orgullo de Albacete se ha librado del fracaso gracias a los letreros tan prodigados durante la película, y que son los únicos que hacen sonreírse un poquito a los espectadores. Para eso no valía la pena que el actor Montenegro, abusando de los mismos gestos que prodigó en La verbena de la Paloma, saliese corriendo por las calles de Albacete pretendiendo acallar el consabido despertador, al cual, sincronizando el realismo, debiera habérsele hecho sonar lo más estrepitosamente posible, como suenan las cornetas y los tambores en casi todos los rollos españoles. Hubiera bastado con que un tomavistas filmase el texto íntegro de la aplaudida comedia de Paso y Abati para proyectarlo después, también íntegramente, y con letras muy visibles, en los telones de los cinemas. Porque los intérpretes de la cinta en cuestión sobran en absoluto. Lo cual, lejos de ser censurable, significa un paso más hacia el cine sintético. Que en este caso sería, último estornudo del modernismo, el cine sin público". Gamito Iturralde se despachó a gusto. Y así, algunas más.

Pues bien, pasados unos meses, en El Diario de Albacete se daba cuenta de otra polémica a cuenta de El orgullo de Albacete, y en la que de nuevo, don Paulino fue protagonista, a su pesar, además de su esposa, que fue objeto de algún comentario que disgustó a esta notable familia albacetense en el rotativo capitalino La Voz. "La vulgar ratería de que ha sido víctima recientemente en Madrid una distinguida señora albacetense, esposa de un culto ingeniero y digno exalcalde de esta capital, ha proporcionado ocasión a La Voz, popular diario de la villa y corte, para dar cuenta del suceso en un suelto francamente ofensivo para tan respetables señores y para nuestra propia ciudad".

Población real frente a población imaginaria

Ante esta circunstancia, el periódico albacetense indicaba que "en mal hora" esa obra que inspiró la desacertada película, a criterio de la crítica, fue bautizada como El orgullo de Albacete, añadiendo que sus autores "no tenían necesidad de haber situado el lugar de la acción de su comedia en una población española real, pues habiéndolo hecho en una imaginaria, hubieran tenido igual éxito, sin molestar a nadie, aunque lealmente suponemos que sus autores (recuerden, Antonio Paso y Joaquín Abati), no se lo propusieron así".

La cuestión de fondo es que el exregidor albacetense se sintió ofendido, y se vio en la obligación de trasladarlo a la ciudadanía a través de la prensa, que hizo una defensa de la ciudad y de su progreso. "El orgullo, el verdadero y legítimo orgullo de Albacete es el creciente progreso de nuestra capital en todos los órdenes de sus actividades, progreso que encomian cuantos nos visitan y que reconocen otros periódicos madrileños con sincera gratitud de los buenos albacetenses".

Hay que señalar que años después se rodó otra versión de El orgullo de Albacete, Flora y Mariana, estrenada en 1942 y dirigida por José Buchs, y ya, en los años 70 fue protagonista de un capítulo de Estudio 1 de TVE. Fue en noviembre de 1978, con Manolo Codeso, Gemma Cuervo, Daniel Dicenta, Valeriano Andrés y Aurora Redondo. De la película en cuestión apenas se conservan un par de minutos en los archivos de Filmoteca Española.

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