19 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

Compartió en su casa con Miriam, Toñi y Desirée las últimas horas de sus vidas, ya que pertenecían a la misma pandilla desde su época del colegio

La cuarta niña de Alcàsser: La asombrosa historia de Esther Díez, que se libró de morir porque estaba enferma

Esther Díez en la época del crimen de Alcàsser.
Esther Díez en la época del crimen de Alcàsser.
Esther Díez Martínez era una niña de catorce años, amiga de las niñas de Alcàsser, del mismo pueblo, especialmente de Desirée Hernández, con quien mejor se llevaba. Esther fue la última amiga de las niñas que vio con vida a Miriam, Toñi y Desirée. De hecho, ella se libró de correr el mismo destino gracias al azar, ya que se encontraba enferma aquel día y rechazó ir con ellas a la discoteca Coolor.

Ese 13 de noviembre de 1992, el desgraciado día que las niñas de Alcàsser se cruzaron con sus asesinos Miguel Ricart y Antonio Anglés, las tres jóvenes fueron a casa de su amiga Esther Díez, para verla durante un rato, jugar a las cartas y ver una película. Allí permanecieron al menos una hora, aunque hay diferentes versiones sobre la hora a la que abandonaron la casa de Esther.

Según el sumario, las tres dejaron la casa de Esther a las 20.20 horas y luego durante el juicio contra Miguel Ricart se dijo que a las 20.00 horas, una diferencia de 20 minutos que también alimentó las teorías de la conspiración. Las cuatro hacían planes juntas y pertenecían a la misma pandilla desde la época del colegio.

Según las declaraciones de Esther, las niñas querían ir a la fiesta en Coloor, “pero se iban a quedar en la puerta porque no llevaban dinero suficiente". Esther siempre fue consciente de que ponerse enferma aquel día le salvó la vida, ya que desistió de ir a aquella fiesta y por tanto, de hacer autostop y montar en el coche de Ricart y Anglés.

La niña estaba enferma aquel frío 13 de noviembre y acudió al ambulatorio a ponerse una inyección, aunque antes pasó un rato por los Recreativos Zass, donde le dijeron que las tres amigas ya se habían ido. Las jóvenes acostumbraban a reunirse en este local. Luego fue al ambulatorio y cuando salió, estaban esperándola en la calle Miriam García, Toñi Gómez y Desirée Hernández.

Esther delante de los recreativos Zass donde se encontraban todas las niñas.

Después de aquel encuentro todas las niñas fueron a casa de Esther. La madre de la menor, Rosalía Martínez, recordó que las niñas estuvieron en su domicilio aquel viernes hasta las 17,50 horas, por lo menos, aunque no supo precisar la hora. Sin embargo, Miriam llamó a su madre a las ocho de la tarde, pero no se sabe si lo hizo desde casa de Esther o desde una cabina. Entonces no existían los teléfonos móviles como ahora.

Hubo otros dos testigos aquel día, Francisco Martínez Hervás y José Antonio Cano Llarcer. El primero recogió a las niñas en su coche a las 20.15 en Alcàsser aunque las dejó en la gasolinera Mari de Picassent. El segundo las vió haciendo autostop en el mismo lugar cinco minutos más tarde, donde las recogerían Antonio Anglés y Miguel Ricart, que lejos de llevarlas a la discoteca las llevaron a la caseta del paraje de La Romana, donde las asesinaron.

Denuncia e investigación como desaparición voluntaria

Nada más producirse la desaparición y ponerse la denuncia ante la Guardia Civil por parte de los padres, tomaron declaración a su entorno de amistades y familias y trataron el caso como una desaparición. El 20 de noviembre de 1992, siete dias después de la desaparición de las menores, declaró Esther en el cuartel de Picassent, a las ocho y media de la tarde.

Los guardias civiles que hicieron el interrogatorio preguntaron a la niña si "hablaron de algo, relacionado con marcharse de casa o de viajar". Ella contesto que no. Los agentes trataban de descartar ya en ese momento una desaparición voluntaria y pasar a tratarlo como un secuestro. Esther también dijo que ellas iban a Coolor, porque había una fiesta del Instituto de Picassent, "aunque no estudiaban alli, pero conocíamos a gente del mismo centro".

Esther,  con camisa blanca, dentro de los Recreativos Zass, junto a otros miembros de la pandilla de Alcàsser.

La joven también manifestó en el cuartel sin género de duda que "ninguna de ellas tenía problemas" y reafirmó que "acostumbraban a ir a la discoteca en autostop, cuando perdíamos el autobús nos íbamos a dedo".

Cinco años después, en el juicio contra Ricart, la declaración de Esther Díez fue también importante porque fue la última amiga de las niñas que vio con vida a Miriam, Toñi y Desirée. Esther era sólo una niña cuándo desaparecieron sus tres amigas en 1992, tenía la misma edad que ellas, pero ya era mayor de edad cuando declaró en el juicio.

"Tranquilícese, que no la quiero torturar"

Las crónicas de entonces recuerdan que la niña lloró, algo muy comprensible, y que el fiscal Beltrán le dijo "tranquilícese, que no la quiero torturar", una frase no muy afortunada por su parte teniendo en cuenta los hechos que se relataban.

Todos los abogados fueron muy breves y respetuosos en sus interrogatorios. Los periódicos del día siguiente, en papel, recogieron que la madre de Miriam, Matilde Iborra Martínez, salió tras Esther cuando terminó de declarar. El contenido de la conversación entre ambas nunca trascendió.

De izquierda a derecha, Pepita, Melina y Esther, de las misma pandilla que las niñas de Alcàsser.

Durante el juicio Esther dijo que conocía desde pequeña a Miriam, Desirée y Toñi, "de toda la vida", también ratificó que aquel 13 de Noviembre de 1992, "teníamos que haber ido las 4 a una discoteca y fueron a mi casa antes de ir a la discoteca porque no me encontraba bien, estaba enferma" y arrojó un dato que de haber tomado otra decisión seguramente se hubiese evitado la tragedia, dijo que "lo más seguro es que iban a Coolor, no estaban muy convencidas porque ya era muy tarde, pero lo más seguro es que si" y añadió otro: "Para ir de Alcácer a Picassent o a otras localidades próximas, alguna vez hicimos autostop. Éramos amigas, unas más y otras menos, pero éramos amigas todas".

La declaración de Esther aquel 28 de mayo de 1997 pudo ayudar al Tribunal a establecer la rutina de comportamiento de las niñas de su edad. Dijo que "Desi siempre se iba a las diez como yo, como muy tarde. A las diez tenía que estar en casa, tampoco exacto, a veces llegas más tarde, más pronto" y que ninguna conocía a "Anglés ni a Ricart. Cuando hacíamos autostop, a algún coche sí hemos dicho de no subir. Normalmente subíamos si conocíamos a la gente o con familias mayores, un matrimonio. Alguna vez nos han parado tres chicos y me he acordado de no haber subido. Creo que nunca hemos subido a un coche que no conociéramos. Que cuando estuvieron en mi casa fue normal, ni comentaron ningún problema ni nada. Estaban normal".

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