
Una herida abierta que no cierra y exige memoria y Justicia
Columna de opinión por José Ignacio Herce sobre las Víctimas de Terrorismo
En estos primeros días del mes de marzo hemos tenido la oportunidad de vivir diferentes actos en memoria de las Víctimas del terrorismo. Como el XXIII Concierto homenaje a las Víctimas del terrorismo, la conmemoración del XXI aniversario del 11 M o la reciente entrega del premio de la AVT “Verdad, Memoria, Dignidad y Justicia”.
Pero todos estos actos de apoyo se han visto empañados por una foto que a la Víctimas del terrorismo y a las gentes de bien en general, nos ha helado la sangre. Como alguien vaticinó que pasaría.
Ver reunidos en el Palacio de la Moncloa, sede de la presidencia del Gobierno de la nación, a Pedro Sánchez y la bilduetarra Merche Aizpurua fundirse en un histórico apretón de manos solo se puede interpretar como un reconocimiento implícito de su pasado. Lo que para las Víctimas y buena parte de la sociedad resulta inaceptable al tratarse de un partido que tiene claros orígenes en la organización terrorista ETA.
A nadie se le oculta que, en los últimos años, la relación entre las Víctimas del terrorismo y el gobierno de Pedro Sánchez ha estado marcada siempre por diversas acciones y controversias. En marzo de 2024, durante el 20º aniversario de los atentados del 11-M, Pedro Sánchez se encargó de enfatizar la importancia de recordar a las Víctimas del terrorismo no solo por dignidad, sino también para defender los derechos humanos y fortalecer el Estado de derecho.
En un acto organizado por la Comisión Europea con motivo del Día Europeo en Recuerdo de las Víctimas del Terrorismo, Sánchez llegó a decir que este recuerdo debe ser activo y movilizador. Manteniendo viva la memoria para que hechos similares no se repitan y las víctimas cuenten siempre con la solidaridad de la sociedad…
Ante ello, la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) se ha encargado de acusar sistemáticamente al presidente Sánchez. Pese a estas declaraciones, es capaz de "pactar con el diablo" por no abandonar "su sillón", en clara referencia a los diferentes acuerdos políticos que, según la AVT, han perjudicado gravemente la memoria y dignidad de las víctimas.
Por ello, la foto mencionada, aunque el gobierno de Pedro Sánchez haya intentado mostrar públicamente su apoyo y reconocimiento a las Víctimas del terrorismo, lo que hace es indicar que la realidad es que sus políticas están comprometiendo en cada una de ellas, esa memoria y dignidad de las víctimas de la que tanto alardea defender.
Esta línea de actuación ha hecho que a lo largo de los últimos años se haya generado un debate intenso en España en torno a la relación entre las Víctimas del terrorismo y EH Bildu. Una formación política que, como decimos, sigue siendo y será objeto de críticas y de rechazo por parte de asociaciones y familiares de las Víctimas.
Porque no hay que olvidar que EH Bildu nació de la confluencia de partidos y movimientos que se desprendieron de la antigua izquierda abertzale. Y aunque sus dirigentes se empeñan en reiterar en varias ocasiones su “compromiso con la paz y el rechazo a la violencia”, desde todos los sectores de las Víctimas se sigue recordando su vinculación histórica con ETA.
Una situación que se hace aún más visible en momentos como la participación de EH Bildu en actos institucionales. Su presencia ha sido señalada por asociaciones como la AVT como un intento de “blanquear” o relativizar la memoria de los atentados cometidos por ETA.
Y es que EH Bildu, a diferencia de otras fuerzas políticas, no ha condenado de forma clara y contundente los atentados del terrorismo. Sigue sin asumir responsabilidades por sus vínculos históricos, limitándose a participar en gestos de claro “postureo político”. Y, en definitiva, no deja de ser otra traición a las Víctimas.
Por su parte, EH Bildu se ha defendido diciendo que su proyecto político se centra en la renovación democrática y en la construcción de una sociedad plural y de convivencia. Sus representantes sostienen que la evolución hacia una memoria “inclusiva” y la reivindicación de las víctimas de todos los espectros de la violencia –ya sea de ETA, del GAL o del terrorismo yihadista– son fundamentales para cerrar heridas del pasado.
En este sentido, EH Bildu ha argumentado que rechazar su presencia en espacios institucionales o en actos conmemorativos equivale a politizar el dolor de las víctimas. Algo que la formación considera contraproducente para la reconciliación y la construcción de una democracia consolidada... sin comentarios.
Este choque entre las víctimas del terrorismo y EH Bildu es evidente y refleja, en definitiva, un debate profundo sobre cómo se debe recordar el pasado. Y cuáles son los límites entre la memoria, la justicia y la política actual. Mientras, algunas asociaciones piden un reconocimiento incondicional de todo el sufrimiento causado por ETA y rechazan cualquier intento de “blanqueo” de esa historia, desde EH Bildu se insiste en que la transformación política implica también asumir nuevos retos de convivencia y de reconocimiento de una diversidad de sufrimientos.
En este escenario, la sociedad española se enfrenta al reto de equilibrar el imperativo de no olvidar y honrar la memoria de miles de personas. Sin caer en instrumentalizaciones que puedan abrir viejas heridas o generar nuevas tensiones en un contexto en el que la política sigue siendo un campo de disputa en torno a la memoria histórica.
La realidad es que el dolor de las víctimas del terrorismo se manifiesta cada día en múltiples facetas y sigue siendo un tema central en el debate público y político de España. La pérdida, el sufrimiento y la búsqueda de justicia se entrelazan en las historias de miles de familias que han sufrido atentados y violencia política a lo largo de décadas.
Para las víctimas, el terror y la violencia ejercida por organizaciones como ETA han dejado cicatrices profundas, tanto a nivel físico como psicológico. El dolor se vive en la memoria diaria de aquellas familias que han perdido a seres queridos en atentados que marcaron una época y cambiaron el curso de la historia española. Este sufrimiento se ve agravado cuando las decisiones políticas y los debates en torno a la memoria histórica parecen desviar la atención del verdadero dolor que sienten quienes han perdido todo en nombre de una causa.
Reconocer el dolor de las víctimas implica ir más allá de un mero acto protocolario. Significa escuchar sus relatos, comprender el impacto emocional que ha dejado la violencia y actuar en consecuencia para que se haga justicia. Las demandas de verdad, memoria, dignidad y justicia son esenciales para que el sufrimiento de las víctimas no sea olvidado. Asimismo, se exige a los responsables políticos que tengan en cuenta que las decisiones que afectan a la memoria histórica –como ciertos pactos o reformas legales – pueden reabrir viejas heridas y provocar nuevos episodios de dolor y angustia.
La verdadera reconciliación en una sociedad que ha vivido intensamente la violencia requiere de un compromiso firme para que las víctimas sean escuchadas y sus demandas atendidas. Es necesario que exista una política de memoria integral que garantice los principios básicos de verdad, memoria, dignidad y justicia. Solo así se podrá construir una convivencia basada en el respeto a los derechos humanos y en la comprensión de que el dolor de las víctimas no es un recurso político, sino una realidad que merece atención y empatía.
Porque, a pesar de haber pasado muchos años desde algunos de los atentados más devastadores, la violencia ejercida por organizaciones terroristas—como ETA y otros grupos—ha dejado cicatrices profundas. Para las víctimas, el dolor se traduce en la pérdida de seres queridos, en el sufrimiento emocional y en la lucha constante por obtener verdad, justicia y reparación. La memoria de aquellos que fueron asesinados en nombre de la violencia sigue viva, y cualquier intento de relativizar o “blanquear” ese pasado puede reabrir viejas heridas y aumentar la angustia.
Organizaciones como la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) insisten en que el reconocimiento del sufrimiento no puede quedar en actos aislados. Es necesario impulsar una memoria integral que incluya todas las dimensiones del daño causado y que asegure que la política y la justicia trabajen de manera coordinada para atender las necesidades de quienes han perdido tanto.
El camino hacia la reconciliación implica no solo recordar el pasado, sino también construir una sociedad en la que el respeto por la dignidad humana y la protección de los derechos se conviertan en pilares fundamentales. En este sentido, el debate sobre la memoria de las víctimas del terrorismo sigue siendo vital para garantizar que el dolor de las familias no se convierta en un recurso político. Sino en una lección de convivencia y respeto que ayude a evitar que se repitan hechos tan trágicos y hechos como el vivido recientemente en el Palacio de la Moncloa no contribuyen a ello.
En suma, una foto que nos hace pensar ¿de qué ha servido tanta sangre derramada, tanto dolor, tanto sufrimiento si todo se olvida a cambio de seguir en el poder?. Sr. Sánchez usted tiene la respuesta…
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