
Un cambio ideológico en el mundo, ¿es la ideología Woke?
Columna por Afonso Abril sobre el coloquio mensual de la Fundación Wellington
En un contexto de creciente polarización ideológica y transformación de los paradigmas tradicionales, el escenario político mundial se encuentra en plena reconfiguración. Con el objetivo de analizar las consecuencias del intervencionismo estatal, la “Agenda 2030”, la “ideología woke” y su impacto en la libertad individual y empresarial.
La Fundación Wellington, en uno más de sus habituales ciclos de coloquios, nos presentó un debate de altura. Fue con la presencia del periodista e historiador José Javier Esparza. También del politólogo y profesor titular en la Universidad Carlos III Pablo Simón. Y del filósofo y director académico en el ISSEP, Miguel Ángel Quintana Paz.
La inclusión de los grupos de marginados han servido como justificación para implementar una política de control que restringe la oferta de bienes y servicios. Encarece el coste de la vida y penaliza la actividad empresarial con una elevada presión fiscal. “La teoría del decrecimiento está imponiendo una limitación artificial al desarrollo económico”, por lo que destaca el papel de las élites y las Universidades de EEUU en la promoción de la cultura Woke, señalando que estas nuevas formas de activismo “buscan dividir a la sociedad en torno a cuestiones como el medioambiente o las políticas de género, al tiempo que promueven un ataque directo a la libertad individual”.

Frente a ello, recordó que los ciudadanos están reaccionando con un giro hacia políticas liberales, como sucede en Italia, Argentina y Hungría. Como también, la sorprendente revolución que está desarrollando Trump en menos de dos meses.
José Javier Esparza abordó la cuestión desde una perspectiva histórica, recordando los análisis del sociólogo Daniel Bell sobre la evolución de las sociedades postindustriales. Según Esparza, "el capitalismo de los años 60, 70, 80 extendió la prosperidad, pero también condujo a una sociedad dominada por el individualismo y el hedonismo, lo que ha terminado por debilitar la cohesión social".
En su opinión, el actual desencanto ciudadano se debe a la frustración de expectativas. Y a la sensación de que el sistema ya no ofrece soluciones reales. Esto, sumado a las grandes transformaciones sociales, “ha terminado conduciendo a unas sociedades en las que cada vez más gente dice basta. Y esa es la gente más joven y la más pobre, lo que dará lugar a revueltas”. Como broche a su intervención, Esparza citaba una frase del filósofo alemán Walter Benjamin: “Las revoluciones son a veces el freno de seguridad del género humano”,
Durante su intervención, el filósofo Miguel Ángel Quintana Paz se centró en analizar la transición desde la postmodernidad hacia la ideología Woke. “El emblema que condensaba la postmodernidad era el fin de las grandes visiones del mundo que explicaban su funcionamiento, para dirigirnos hacia una realidad con menos certezas”. Sin embargo, si en los años 90 el relativismo y el individualismo dominaba el pensamiento occidental, “hoy hemos pasado a una dictadura de nuevas certezas impuestas por el wokismo" en un nuevo modelo de civilización que viene a sustituir al anterior.

Quintana identificó la "noción de víctima, de victimización" como el eje central del discurso Woke. Donde se busca invertir la relación de poder para que quienes antes eran considerados oprimidos o discriminados, tengan ahora la potestad de “censurar o castigar”.
El politólogo Pablo Simón centró su intervención en el impacto de estas transformaciones en la escena política. "La globalización ha generado más igualdad a nivel mundial, pero un malestar profundo en las clases medias y bajas de los países occidentales, lo que hoy se traduce en un voto de rechazo contra las élites tradicionales", señaló.
En su análisis, identificó una crisis del consenso socialdemócrata que había dominado la política occidental en las últimas décadas, lo que ha permitido la emergencia de nuevas fuerzas políticas que “son capaces de construir una coalición heterogénea a la que votan tanto las clases trabajadoras tradicionales, que antes votaban socialdemócrata, como las clases medias-bajas, que votaban conservador”.
Según Simón “estos síndromes son parejos en todo occidente: polarización, fragmentación, volatilidad, dificultades para formar gobierno…”. Y concluyó afirmando que la democracia tal y como la conocíamos hasta ahora ya no está de moda y el cambio del orden internacional obligará a todos los países a recolocarse.
Para finalizar, Ana Samboal que coordinaba el coloquio, propuso analizar el impacto que provoca la Agenda 2030, sobre todo en Europa y el futuro del orden global. José Javier Esparza cuestionó el rol de la Unión Europea en la imposición de estas políticas.
Pablo Simón, concluyó en que “los países europeos han subcontratado históricamente su defensa en EEUU y su seguridad energética en terceros países, ese escenario ya no es sostenible”. Para Miguel Ángel Quintana Paz: "Los ciudadanos están buscando recuperar el control de sus comunidades, sus naciones, frente a entidades supranacionales que les resultan lejanas y desconectadas de sus necesidades reales".
Los ponentes coincidieron en que la clave del futuro estará en cómo las sociedades reaccionen a estos cambios y en la capacidad de los nuevos movimientos políticos para ofrecer alternativas reales a los ciudadanos.
Más noticias: