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Fachada del edificio del Congreso de los Diputados en Madrid, España, con columnas y esculturas decorativas en el frontón.
COLUMNAS

Menos hipocresía, por favor

Columna de opinión por Máximo González

Vamos a ver, señores del gobierno actual de España. Si a un ciudadano normal y corriente le ponen una multa por el motivo que sea, ha de pagarla si no quiere que se le embarguen ni sus cuentas ni sus bienes. Si un ciudadano normal y corriente deja de pagar la hipoteca de su piso, su coche, su máquina, etc., el banco que le ha prestado el dinero para pagarlo, le reclamará, le demandará y le embargará lo financiado. Si otro ciudadano normal y corriente y en caso de imposibilidad de pago de su hipoteca, negocia con el banco y éste accede, le admitirá la devolución de su vivienda como “Dación en pago” y así cancelará la deuda contraída.

El motivo de estos tres supuestos puede deberse a muchas causas. Imprudencia y/o negligencia, lo más probable del primer caso del conductor del primero, si se trata de una multa de Tráfico. También puede deberse a negligencias fiscales ante la Administración bien de Hacienda o Seguridad Social. Y en esos casos, la Administración no perdona a nadie y le reclama y le embarga lo suficiente y necesario hasta cobrar el 100% de las cuentas de sus bancos y/o de sus bienes.

Si se pide aplazamiento por una deuda contraída con Hacienda y esta es menor de 50.000 euros actualmente, casi con toda seguridad que se consigue. Pero si es superior la deuda contraída a esos 50.000 euros, deberá ser avalada por el deudor ante la Agencia Tributaria para conseguirlo pues al final, o paga el deudor, o paga el avalista. La falta de trabajo por despido, fin de contrato o incluso por una también imprudencia y/o negligencia del trabajador podrán ser los motivos de la falta de recursos para pagar las deudas contraídas en el segundo y tercer caso. Si no interviene también el “liarse la manta a la cabeza” como dice el refrán español y con un poco de aderezo de “cara dura”, no pagar las cuotas, que pase el tiempo y a esperar al desahucio y/o a la ocupación de la vivienda como “okupa” si se tercia.

Pero, ¿qué ocurre como está pasando ahora con el pretendido “perdón parcial por parte del Estado Central de las deudas de las Comunidades Autónomas? ¿Quién las controla y obliga a éstas a no gastar más de lo que se pueden permitir para no endeudarse más de lo que deben pues todo ello va en detrimento de los ciudadanos autónomos y al final y a la postre, en contra de todos los trabajadores del país, financiadores reales que son con sus impuestos de todos esos derroches autonómicos?

Si el Gobierno Central no corta esta sangría, ¿dónde vamos a llegar?. Es como una familia que gasta más de lo que gana y al final termina debiendo a las tarjetas de crédito, al lechero, al panadero, al amigo, al vecino, a la empresa y/o al familiar. Si el Gobierno Central sigue entregando cantidades a las autonomías sin austeridad ni exigencias ni compromisos de devolución ni recortes en los gastos de gestión propios para rebajar las deudas contraídas. Y luego se las perdonan como cuando un maestro borra con un borrador lo escrito con tiza de un encerado y todos sin rechistar y contentos como si nada pasara, ¿quién le pone el cascabel al gato ante tanta interesada insensatez?

¿No hay nadie en este país que haga pedagogía permanente y diaria a los atónitos ciudadanos que con tanto estupor estamos viendo y oyendo estas majaderías insensatas día a día que nos están hipotecando no solo nuestro futuro sino también el de nuestros descendientes? Señores de la oposición española: No dejen meterse este gol, que no es por la escuadra imposible de parar por el mejor guardameta que exista en el mundo. Que no, que está entrando por cualquier resquicio de la portería o como “caño” a un defensa despistado y poco pendiente de las cualidades ratoneras del contrario.

Hagan lo posible para evitarlo, por favor, pues nos va mucho en juego y su prestigio también y como dice el refrán: “Si la montaña no viene a Roma, que Roma vaya a la montaña”. Únanse a quien corresponda para impedirlo sin demora; háganse notar mucho más de lo que lo hacen. El ruido no soluciona nada, pero despierta al dormido y/o al aletargado con toda seguridad. Si se obligara a las comunidades autónomas a devolver lo que deben al Estado Central con un aplazamiento como cualquiera y/o con un aval de cualquier índole o una reducción de entregas futuras con el fin de recortar la deuda. Muy seguro estoy de que éste, no necesitaría subir tantos impuestos al conjunto de los españoles.

Con ello se ayudaría a la creación de empresas, a la producción del país y al aumento de las cotizaciones sociales tan necesarias para garantizar las pensiones futuras y el bienestar social general de todos. Denle una vueltecita a estas políticas erráticas que solo sirven para incumplir la Constitución que nos rige a todos desde 1978 y no sigan por ese camino que solo trae desigualdades e insolidaridad entre todos los pueblos españoles, por favor. Y teniendo en cuenta la débil situación europea ante los cambios de rumbo que el mundo está dando en estos momentos, no estaría de más que lucháramos todos por tener países con una elevada producción interior para ser fuertes ante la posición de “dominio” de los “dominantes”.

El problema es que esto no podrá llevarse a efecto mientras estos países pequeños, que deben luchar por mantenerse unidos y fuertes, internamente no prediquen con el ejemplo y prefieran tener a sus sociedades adormecidas y/o subvencionadas. Que los españoles en general, ya somos maduros, no vamos con alpargatas; leemos, escuchamos y sabemos sufrir en silencio las vicisitudes que nos trae la vida en estos tiempos en los que con tanta palabrería se oía a los políticos decir que venían a regenerar la vida política española y a luchar contra la corrupción del país. Y es que en un tiempo récord, de apenas en una legislatura completa, en España está ocurriendo todo lo contrario, aparentando “unas prisas” que no se sabe si serán motivadas por si se acaba el “chollo” del poder.

Si “donde dije digo, digo Diego” y todo vale, estamos bastante “vacíos de contenido” y poca “positividad” podemos transmitir a los demás por mucho que se repita como el loro más famoso que exista y es que “el loro” al final, de tanto oír lo mismo, se queda con esa copla. Pero para eso está su dueño, libre de pensamiento, palabra, obra y omisión, como dice la iglesia, para decidir por sí mismo y sin ningún tipo de influencias externas, lo más conveniente para él y para toda su familia. “No estamos lokos. Que sabemos lo que queremos. Vive la vida. Igual que si fuera un sueño. Pero que nunca termina. Que se pierde con el tiempo” como dice la famosa canción de Ketama. Y que como dice otro de los sabios refranes españoles, “a buen entendedor, pocas palabras bastan”. 

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