
Qué hay detrás de Al Khalifa de Baréin, el rey que colma de regalos a Juan Carlos I
Este jeque árabe de 75 años 'protege' en Oriente Medio al Emérito, al que habría regalado 1,9 millones en un maletín
El círculo del Emérito en Oriente Medio y el Golfo Pérsico ha dado mucho de qué hablar en las últimas semanas. Uno de los más destacados es Hamad bin Isa al Khalifa (75), rey (exsultán) de Baréin. Es uno de los amigos más cercanos al Emérito en su nueva etapa en el exilio. Al frente de un pequeño pero estratégico reino insular, Hamad se ha consolidado como una figura clave del poder en la región.
Diferentes expertos definen su gobierno como una mezcla de autoritarismo político, negocios millonarios y una red de alianzas internacionales. Una red en la que España tiene un lugar destacado.
La amistad entre Al Khalifa y Juan Carlos I se forjó durante sus respectivos reinados. Sin embargo, se consolidó tras la abdicación del monarca español. El rey de Baréin ha recibido en numerosas ocasiones al Emérito como huésped de honor. En multitud de ocasiones se les ha visto juntos en visitas privadas, actos culturales y eventos deportivos como el Gran Premio de Fórmula 1.

Con una fortuna estimada en más de 3.000 millones de dólares, su amistad ha incluido regalos de todo tipo. Por ejemplo, el maletín con 1,9 millones de dólares en efectivo entregado personalmente a don Juan Carlos en 2010. Así lo reveló Arturo Fasana, su gestor financiero, en una investigación judicial en Suiza.
La relación entre el rey árabe y el emérito se ha mantenido firme en el tiempo. Convirtiendo así a Hamad en uno de los aliados más fieles de Juan Carlos I en la región del Golfo.
Hamad bin Isa al Khalifa nació en 1950 en Riffa, Baréin, dentro de la familia real sunní que gobierna el país desde el siglo XVIII. Formado en academias militares británicas y estadounidenses, tomó el control del ejército bareiní desde joven y se convirtió en emir en 1999 tras la muerte de su padre. En sus primeros años como líder, prometió reformas democráticas y aprobó una nueva constitución que transformó el país en una monarquía constitucional. En 2002 se autoproclamó rey.
No obstante, con el tiempo, la apertura inicial dio paso a un creciente autoritarismo. El poder se concentró en la figura del monarca, quien designa al gobierno y controla todos los resortes del Estado. Las tensiones con la mayoría chií del país escalaron hasta desembocar en la Primavera Árabe de 2011.

Miles de manifestantes salieron a las calles a pedir más derechos y democracia. La respuesta fue contundente: represión, detenciones, torturas y la intervención militar de Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos para sostener al régimen de Hamad.
A pesar de las críticas internacionales, Hamad ha mantenido una estrecha relación con aliados occidentales como Estados Unidos y Reino Unido, países que tienen bases militares en Baréin. Además, ha impulsado reformas económicas para diversificar la economía del petróleo, promoviendo el sector financiero, la logística y el turismo de lujo. Es a través de estos acuerdos que Baréin ha sido sede de eventos como el Gran Premio de Fórmula 1 y foros diplomáticos.
En 2020, Baréin se convirtió en uno de los primeros países árabes en normalizar relaciones diplomáticas con Israel bajo los Acuerdos de Abraham. Algo que supuso un giro geoestratégico importante y una muestra del pragmatismo diplomático del rey. Este movimiento, respaldado por EE. UU., fortaleció aún más su imagen como socio fiable en la región.
Los negocios y fortuna de Hamad bin Isa al Khalifa
Hamad bin Isa al Khalifa también destaca como empresario, con inversiones dentro y fuera de Baréin. Según distintas investigaciones, el sultán controla activos multimillonarios a través de empresas privadas, fondos soberanos y estructuras de inversión. Uno de los conglomerados más mencionados es The Premier Group, vinculado a la familia real. Este fondo habría gestionado inversiones inmobiliarias de lujo en Londres, Dubái y el sudeste asiático.

En Baréin, la línea entre lo público y lo privado ha sido difusa. Proyectos como la ampliación del Aeropuerto Internacional de Baréin, la modernización de la refinería de BAPCO o el desarrollo de la isla artificial Diyar al Muharraq han sido adjudicados a empresas con conexiones familiares. Además, la familia real posee terrenos, propiedades residenciales y hoteles de lujo en distintas zonas del país.
Según reportes no oficiales, la fortuna personal de Hamad podría superar los 3.000 millones de dólares. Parte de esta riqueza estaría distribuida minuciosamente en bancos suizos y estructuras offshore. Estas cifras contrastan con el endeudamiento público de Baréin. El país ha requerido varios rescates financieros de sus vecinos saudíes, kuwaitíes y emiratíes desde 2018.
Regalos y protección a Juan Carlos I
En este entramado de poder y diplomacia, la figura de Juan Carlos I aparece con luz propia. El rey emérito y Hamad bin Isa al Khalifa han cultivado una relación personal íntima. Una amistad forjada durante sus mandatos y mantenida tras la abdicación del español.
Desde 2010, don Juan Carlos ha visitado en varias ocasiones Baréin. Ha sido recibido como un huésped de honor en estancias privadas, actos culturales y eventos deportivos como el Gran Premio de Fórmula 1 en Sakhir.
Uno de los episodios más llamativos tuvo lugar en 2010, cuando Hamad entregó personalmente a Juan Carlos un maletín con 1,9 millones de dólares. Esta suma fue depositada en una cuenta suiza a nombre de la Fundación Zagatka, vinculada a Álvaro de Orleans, primo del emérito.

El dinero habría sido transportado por el propio sultán desde Manama, tras una visita en la que disfrutó de varios días de hospitalidad real, cacerías y reuniones privadas. Según declaró el gestor financiero suizo Arturo Fasana ante la fiscalía de Ginebra, se trató de un "regalo personal" de parte del monarca bareiní.
Este obsequio, más modesto que los 100 millones de dólares del rey Abdalá de Arabia Saudí en 2008, muestra la relación que Juan Carlos mantenía con sus homólogos del Golfo. Intercambios personales, donaciones en metálico y protección diplomática a cambio de lealtades y posibles gestiones en contratos internacionales.
En 2019 Hamad viajó a Madrid en una visita privada para interesarse personalmente por la salud de Juan Carlos tras una intervención quirúrgica. La visita no tuvo agenda oficial ni cobertura mediática en profundidad. Sin embargo, fue confirmada por fuentes diplomáticas y por la prensa bareiní.
Fue un gesto de cercanía personal que reflejaba la importancia que el rey de Baréin otorgaba a su relación con el emérito español.
Una 'diplomacia paralela' entre monarcas
Los monarcas también han compartido cenas con otros líderes árabes, como Mohamed bin Zayed, actual presidente de Emiratos Árabes Unidos. Con ellos comparten aficiones como la caza y las carreras de coches. Baréin incluso fue considerado uno de los posibles destinos para el Emérito tras su salida de España en 2020. Aunque finalmente se instaló en Abu Dabi.

Para algunos expertos, la relación entre Hamad y Juan Carlos es símbolo de una 'diplomacia paralela' tejida al margen de los canales oficiales. Los lazos personales, las aficiones comunes y los intercambios de regalos refuerzan una red de apoyos que ha sido clave para el Emérito en su exilio.
Un sultán ‘superviviente’
Hoy, Hamad bin Isa al Khalifa sigue en el trono. Ha sobrevivido a protestas, críticas internacionales y crisis económicas. Mantiene el control de su país y un perfil discreto pero influyente en el equilibrio de poderes del Golfo.
Su red de alianzas y su riqueza personal le garantizan cierto margen de maniobra tanto dentro como fuera de sus fronteras. Mientras, sigue siendo uno de los protectores más fieles de Juan Carlos I en Oriente Medio.
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