Las seis mujeres que han marcado la vida de Juan Carlos I: De Corinna a Marta Gayá
El rey Emérito, aún casado con la reina Sofía, vuelve a estar en el foco polémico tras sus fotos íntimas con Bárbara Rey
El escándalo de las fotos de ‘Privé’ continúa en el foco mediático. Juan Carlos I y la vedette Bárbara Rey protagonizaron unas instantáneas que han dado la vuelta al mundo. Unas fotografías cuya autoría ha sido objeto de especulaciones.
Pero el director de elcierredigital.comJuan Luis Galiacho reveló, en exclusiva, que fue Salvador García, hermano de la actriz, quien realizó aquellas fotografías y no su hijo Ángel Cristo Jr. Fue la propia vedette quien confirmó la autoría en 1997.
La historia que el rey Emérito mantuvo con la totanera ha vuelto a la palestra mediática. Una historia en la que además de encuentros amorosas está marcada por los chantajes, las amenazas y secretos que confirman un auténtico escándalo monárquico.
Pero, además de la exmujer de Ángel Cristo, el padre de Felipe VI ha mantenido múltiples affaires con diversas mujeres. Mujeres muy diversas y que han marcado la vida del rey Emérito.
Bárbara Rey y el 'affaire' de Estado
La 'relación' entre Juan Carlos I y la vedette Bárbara Rey siempre ha sido un secreto a voces. Pero esta pasada semana unas fotografías evidenciaron el que ha sido un auténtico affaire de Estado. Estas fotografías fueron publicadas por la revista holandesa 'Privé'.
El rey Emérito y la actriz se muestran en una actitud de lo más cariñosa. Corría el año 1994 y ambos habían retomado el contacto. Detrás de estas fotografías se encuentra la autoría de Salvador García, hermano fallecido de la totanera.
Según ha trascendido, "estas instantáneas solo sería el 5% de este escándalo". Pero, ¿cómo comenzó la 'relación' entre Juan Carlos I y la vedette?.
Aquella historia comenzó durante la Transición española. Ambos forjaron una 'relación' que comenzó gracias al entorno íntimo a Adolfo Suárez. El expresidente mantenía una estrecha amistad con la vedette quien le mostró su apoyo durante la campaña electoral de 1977.
Durante la década de los setenta y finales de los ochenta, la historia perduró de manera intermitente. Pero, un día de junio de 1994, Juan Carlos I le dio a entender que aquella historia había finalizado. Casualmente, el año en el que se tomaron las fotografías publicadas en 'Privé'.
Pero la vedette ya tenía en su poder un arsenal con grabaciones y fotografías de sus encuentros. Juan Carlos I hablaba con ella sin pudor de asuntos de Estado como el 23-F. También su matrimonio con la reina Sofía o la vida amorosa de sus hijas, las infantas Elena y Cristina.
Durante aquellos años, "Bárbara Rey recibía una suma de dinero que oscilaba entre uno y dos millones de pesetas de los fondos reservados del Ministerio del Interior", afirman fuentes solventes a Elcierredigital.com. Otras 'voces' afirman que podrían ser más.
Posteriormente, los agentes del CNI abrieron una cuenta bancaria en el Kredietbank de Luxemburgo a nombre de Bárbara Rey. Donde ingresaron al menos 26,3 millones de pesetas, según informaron en su día los periodistas Manuel Cerdán y Antonio Rubio.
Gabriela de Saboya, el amor de juventud
Mucho antes de que llegara Barbara Rey a su vida, Juan Carlos I ya demostraba que era un conquistador nato. Durante su juventud, mantuvo diversos romances. Uno de ellos con Gabriela de Saboya.
Corrían los años sesenta cuando el entonces príncipe Juan Carlos se enamoró locamente de la princesa Gabriela. Cuentan que fue su verdadero amor de juventud. También que ella lo hacía sufrir al elegir a otras parejas para bailar con quienes coqueteaba.
Pero entre ambos surgió un noviazgo. El padre de Felipe VI llegó a tener fotos de ella en su habitación en la Academia General Militar de Zaragoza. Esta relación probablemente fue la más platónica del monarca español.
Pero Gabriela de Saboya no tenía muchas intenciones por convertirse en su esposa y reina de España. Aunque cuentan que la princesa era la favorita para don Juan de Borbón. El conde de Barcelona apostaba por concertar un matrimonio pero la oposición de Franco lo impidió.
El "no puedo casarme contigo" a Olghina de Robilant
Después de Gabriela de Saboya llegó la condesa Olginha Nicolis de Robilant. “Surgió un flechazo entre compañeros de mesa. Me enamoré como una colegiala. Era una relación alegre, simpática, sin pretensiones, sin compromisos”.
Con estas palabras definió a aristócrata su romance con el entonces príncipe. La relación estuvo marcada por "una fuerte carga sexual". Cuatro años apasionados e intensos que ambos vivieron.
Una relación que se dio durante las décadas de los cincuenta y sesenta en Roma y Estoril. También inadecuada para la realeza española.
A los 25 años, en pleno romance con el entonces príncipe, Olghina se convirtió en madre soltera. Un escándalo que salpicó a su familia. Su abuela María Gabriela de Saboya, quien luchó por obtener la custodia de su nieta Paola.
Nunca se reveló la identidad del padre de la niña. La revista italiana 'Oggi' publicó en 1989 supuestas declaraciones de Olghina en las que afirmaba que el padre de Paola "era el Rey de España".
La Reina Sofía, su esposa y sufridora
En mitad del escándalo tras la publicación de la revista 'Privé', la reina Sofía de Grecia ponía tierra de por medio. Se ha refugiado en Grecia. Una vez más, doña Sofía ha tenido que rememorar las deslealtades que durante años marcaron su matrimonio con Juan Carlos I.
La entonces princesa Sofía pasaba su juventud entre fiestas y encuentros reales. Una circunstancia que contribuyó al desarrollo de su romance con Juan Carlos I.
En el verano de 1954 durante un crucero en el yate Agamenón, organizado por su madre la reina Federica de Grecia cuando ambos se conocieron. Sofía tenía 15 años y Juan Carlos 16.
Pero en un primer momento no surgió el amor. Sofía estaba locamente enamorada de Harald de Noruega y Juan Carlos mantenía una relación con María Gabriela de Saboya. Pero luego, la vida les unió.
Y así fue. Tres años después, Juan Carlos y Sofía volvieron a encontrarse en la boda de un hijo del Conde de París.
Poco después, se reencontraron en el enlace de un pariente lejano de Juan Carlos I, el aristócrata Antonio de Borbón Dos Sicilias. Dicen que fue en este último evento donde surgió la chispa entre ellos.
Pero su desenlace final ocurrió más tarde, durante la boda de los duques de Kent. Fue en junio de 1961 en la ciudad inglesa de York. Y desde entonces, la casualidad, el destino y el deseo del General Franco los unió ya de por vida.
A partir de entonces, los acontecimientos se precipitaron. La petición de mano de la pareja tuvo lugar el 13 de septiembre de 1961 en Lausana, el retiro habitual de exilio de los Borbones. Y solo escasos meses después, se celebró su boda el 14 de mayo de 1962 en Atenas.
A pesar de los rumores de aquellos tiempos, Juan Carlos y Sofía mantuvieron desde esa escogida fecha una relación de cariño y afecto real. Que perduró hasta la llegada de la democracia a España.
Es innegable que el Régimen de Franco sacó provecho de esta boda del futuro rey de España designado por el dictador. Sofía de Grecia era una princesa real y primogénita de una casa real por entonces reinante. Sin embargo, Sofía renunció a sus derechos dinásticos al convertirse al catolicismo después del matrimonio con Juan Carlos I.
En los inicios de su matrimonio, los reyes de España vivieron como cualquier otra pareja en aquellos tiempos del post franquismo.
Bajo el riguroso control de la dictadura de Francisco Franco. Aquellos años de la segunda mitad de los 60 y principios de los 70, fue un periodo austero para el matrimonio real. El dictador mantenía por entonces al príncipe bajo un estricto control y no permitía ningún tipo de conducta inapropiada.
"Si hubiera habido alguna otra mujer, una casual amante, o hubiera ocurrido algo durante algún viaje de don Juan Carlos fuera de España se hubiera eliminado de inmediato del control público. Ni la Reina ni el pueblo español hubieran tenido conocimiento de ello", señalan expertos consultados por Elcierredigital.com.
Según ha revelado doña Sofía a sus amigos más cercanos, "estos fueron los días más felices de su matrimonio". A pesar de las dificultades económicas y el control del Régimen de Franco.
En 1975, tras la muerte de Franco y la llegada de Adolfo Suárez se abrió el melón. Se produjo un punto de inflexión en el matrimonio real. La libertad que empezó a imperar en el pueblo español se trasladó también a la realeza. Permitió a don Juan Carlos "liberalizarse" en el sentido total de la palabra.
La primera gran ruptura de la pareja real ocurrió en enero de 1976. Según cuentan, la reina viajó con sus tres hijos a una finca en Toledo para sorprender a don Juan Carlos, que estaba de caza.
Sin embargo, la sorprendida fue la reina Sofía. Este hecho sirvió para que doña Sofía ratificara una sonada infidelidad de su marido con una conocida artista de la época, que no era todavía Bárbara Rey.
La Reina Sofía no lo dudó. Decidió irse de España a la India con sus hijos donde se encontraba su madre Federica.
El escándalo público fue mayúsculo. Doña Sofía "huyó" sin contar con un permiso explícito del Gobierno de Suárez para abandonar España con su hijos.
Allí en la India se reunió con su madre la reina Federica. Esta se había enamorado de un vigoroso chaman, que luego se trajo a España para que le diera buen cobijo y compañía. Marcado a sangre en el texto del acuerdo de pacto firmado con Juan Carlos I para el regreso de su mujer a España. La reina solo se refugió en sus hijos y nietos, ante tanta infidelidad.
Los últimos escándalos de la pasada década, antes del 'exilio' de España del rey Emérito, con sus polémicas de caza en Botsuana con Corinna Larsen. O el estallido del Caso Noós, provocaron también el alejamiento de su hija Cristina y de sus nietos fuera de España.
Hoy la reina se encuentra volcada en sus nietos. Sus hijos y su hermana Irene que padece una enfermedad degenerativa.
Marta Gayá, el gran amor del Emérito
Marta Gayá volvió al foco mediático este pasado año. Tras ser una de las invitadas a la fiesta que el Emérito ofreció en Abu Dabi por su 86º cumpleaños.
La decoradora mallorquina ha sido la fiel compañera del Emérito durante décadas. Así lo contó en exclusiva Elcierredigital.com. También fue publicado por la revista 'Época' en 1992. Esta cabecera ratificó las conversaciones grabadas por el CNI al entonces rey de España.
Unas conversaciones que evidenciaban que si ha habido una mujer que ha ocupado y ocupa un lugar muy especial en su corazón es Marta Gayá. Una relación íntima que dura más de tres décadas.
La decoradora formaba parte del círculo cercano de amistades que rodeaba a don Juan Carlos en la isla balear. Durante finales de los años 80 y comienzo de los 90 disfrutaron de una relación que era un secreto a voces.
Juan Carlos I se enamoró perdidamente de ella. Pasaban muchos fines de semana y también periodos no vacacionales juntos.
Pero la relación sentimental entre el monarca y su amante fue más seria de lo habitual en él. Un hecho que puso en peligro la estabilidad del matrimonio real en ese momento de 1992.
Marta Gayá se mostraba muy discreta. A pesar de que todos sabían de su relación con Juan Carlos. Sus encuentros tenían lugar en lugares como Mallorca, Gstaad o París. Para Juan Carlos I no había límites. Si ella llamaba, él acudía.
En un momento extremadamente complicado para la decoradora, Juan Carlos I acudió a Suiza para acompañarla. Esta ausencia de España de Juan Carlos I generó una breve crisis política durante el Gobierno de Felipe González.
El Rey, sin ninguna planificación de viaje en su agenda oficial, dejó incluso sin sancionar algunas leyes publicadas en el BOE. Fue el entonces responsable de la Casa del Rey, Sabino Fernández Campo quien aconsejó al monarca para que regresara a España.
Sabino Fernández Campo, gran confidente de la reina Sofía se convirtió en el chivo expiatorio en la relación con Marta Gayà. Y, finalmente, fue reemplazado por Fernando Almansa, fiel escudero de Mario Conde al que situó en la corte de España el entonces todopoderoso banquero.
Después de ese verano, Marta Gayà desapareció de los titulares de los periódicos, pero nunca de la vida ni del corazón del monarca.
Corinna Larsen, la 'amiga entrañable'
Corinna Larsen se convirtió en una de las 'perdiciones' de Juan Carlos I. Conocida por la opinión pública como su 'amiga entrañable', la exprincesa alemana Corinna zu Sayn-Wittgenstein fue uno de los grandes amores del rey Emérito.
Ambos se conocieron durante una cacería en 2004 que tuvo lugar en Ciudad Real. A partir de ese encuentro surgió la chispa. Desde entonces, iniciaron una relación. Juan Carlos I la introdujo en los círculos más exclusivos de la realeza y alta sociedad española.
La relación entre Corinna y don Juan Carlos fue intensa y volátil. También turbulenta. La exprincesa alemana intentó romper su historia con el Emérito debido a sus infidelidades.
Mantuvieron contactos extremadamente regulares hasta 2012. Tanto en Zarzuela como en un apartamento en Suiza que fue vendido por la exprincesa. También una Casa del Pardo que le pusieron a Corinna para que viviera con su hijo Alexander tras ser "echada" de Zarzuela por doña Sofía.
En febrero de 2012 Juan Carlos I se comprometió a llevar al hijo pequeño de Corinna a su primera cacería. Botsuana fue el lugar elegido. En abril de aquel año comenzó el principio del fin de Juan Carlos I. El entonces rey de España se cayó y se fracturó la cadera. Un hecho por el que tuvo que ser trasladado de manera urgente a España.
Fue operado en el Hospital San José (Madrid). También donde pronunció la recordada frase de "Lo siento, me he equivocado, no volverá a suceder". Aquel día todo salió a la luz. Como las fotografías con la vedette totanera. Una de las mujeres que han marcado su reinado.
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