
Telefónica quiere adquirir Vodafone: Su operación tras negarle Moncloa otras fusiones
El presidente de Telefónica Murtra se enfrentaría a los organismos de Competencia y a su deuda de más de 27.000 millones
El fondo británico Zegona Communications se muestra cada vez más optimista ante la evolución de uno de sus principales activos: Vodafone España. Desde que la filial española de la multinacional británica pasó a estar bajo su control el pasado año, la cotización de Zegona en la bolsa de Londres ha mostrado una evolución claramente positiva.
La razón es evidente: Vodafone España representa prácticamente la totalidad del valor del fondo, por lo que su crecimiento se traslada de forma directa al comportamiento bursátil de la firma inversora.
Este optimismo se debe, en buena parte, al proceso de transformación interna que vive Vodafone España desde que José Miguel García, conocido en el sector como 'el tiburón de las telecos', asumiera las riendas del proyecto.

El millonario García es reconocido por su habilidad para revitalizar operadores y ganar cuota de mercado. Sus dotes ya las demostró en sus etapas en Jazztel, Euskaltel y MásMóvil. Bajo su liderazgo, Vodafone ha iniciado un proceso de 'reseteo' orientado a la captación agresiva de nuevos clientes.
Pero hay otro elemento que añade atractivo al caso. Se trata del interés que despierta Vodafone en Telefónica, la histórica operadora española. Aunque se trata de competidores directos, las circunstancias actuales del mercado podrían propiciar un movimiento de consolidación.
Telefónica sería la potencial compradora de su rival. Para ello, Marc Murtra necesitaría las autorizaciones pertinentes de Competencia y domar la deuda de la compañía que preside.
Telefónica cambia de rumbo: foco europeo y cautela estratégica
Al frente de Telefónica está ahora Marc Murtra, quien ha marcado una línea estratégica muy clara desde su llegada. Su plan es dejar atrás la presencia fragmentada de la compañía en Latinoamérica y concentrar esfuerzos en consolidar su posición dentro de Europa. Este viraje se ha concretado en varias desinversiones, como la venta de las filiales en Argentina y Perú. Y poner el acento en el continente europeo como núcleo del futuro de la compañía.
En su primera Junta General de Accionistas, celebrada recientemente, Murtra dejó claro cuál será su obsesión durante su mandato: "Europa, Europa, Europa". Su intención inicial, según explicó, era ambiciosa: fusionar Telefónica con otro gran operador europeo para crear una teleco de escala continental. Sin embargo, este plan se ha topado con resistencias importantes.

Por un lado, el Gobierno español, que ha mostrado su preocupación ante la posibilidad de perder el control de una empresa considerada estratégica. La "españolidad" de Telefónica es vista como un elemento crucial para la soberanía tecnológica nacional. Por otro lado, parte de la vieja guardia interna también miraría cualquier eventual fusión con recelo. Y es que todavía quedan las dolorosas brasas de operaciones como la de Endesa, que acabó en manos de la italiana Enel. El temor es que una fusión europea termine por diluir el carácter nacional de Telefónica en beneficio de intereses foráneos.
Ante este escenario, Murtra ha optado por reorientar su estrategia hacia el mercado doméstico. Su nuevo objetivo: fortalecer la posición de Telefónica en España mediante la compra de uno de sus rivales locales. En este sentido, Vodafone España y Digi aparecen como los principales candidatos para una eventual adquisición.
Obstáculos financieros y recuerdos del pasado
No obstante, llevar a cabo una operación de este tipo no está exento de dificultades. En primer lugar, el estado financiero de Telefónica impone ciertos límites. A finales de 2024, la compañía acumulaba una deuda superior a los 27.000 millones de euros. Esta significativa cifra condiciona cualquier movimiento corporativo de envergadura.
Este nivel de endeudamiento, aunque elevado, está lejos de los máximos históricos alcanzados durante la presidencia de César Alierta. Entonces, la compañía llegó a registrar pasivos por encima de los 58.000 millones de euros.
Posteriormente, su sucesor José María Álvarez-Pallete se concentró en sanear las cuentas de la compañía. Y logró reducir la deuda en más de 26.000 millones en menos de una década. Sin embargo, esta disciplina financiera tuvo un coste: Telefónica no supo reconvertirse al ritmo que marcaban las nuevas dinámicas digitales. Y, por lo tanto, su valoración en bolsa y atractivo inversor se resintieron.

Hoy, la compañía se encuentra ante una encrucijada estratégica. Consolidar su posición en España mediante la adquisición de uno de sus competidores podría otorgarle una mayor rentabilidad operativa. Pero conlleva el riesgo de volver a inflar su deuda, algo que muchos accionistas y analistas miran con cautela.
Consolidación sí, pero con racionalidad económica
Durante su intervención en la primera Junta que presidió, Murtra abordó también los desafíos estructurales que enfrenta el sector en Europa. Señaló que la alta fragmentación del mercado, combinada con una regulación especialmente estricta, han impedido el surgimiento de gigantes tecnológicos europeos capaces de competir con los líderes estadounidenses y asiáticos.
"La consolidación del sector debe empezar dentro de los países. Si no es así, no tendrá racionalidad económica", aseguró. "No habrá una verdadera consolidación europea sin una previa a nivel nacional", añadió. Para el directivo, la autonomía tecnológica de Europa pasa por contar con operadores más robustos. Y Telefónica quiere ser uno de ellos.
Pese al consenso general sobre el diagnóstico, las dudas internas persisten. Aunque algunos veteranos del sector comparten la visión de Murtra, también temen que una fusión con un operador extranjero pueda suponer una pérdida de influencia española en un sector altamente estratégico.
En cualquier caso, está claro que el mapa de las telecomunicaciones en España —y en Europa— está a punto de experimentar una fase de transformación. Y Telefónica quiere ser parte del cambio.
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