
Quiénes se nutren de fondos públicos, como la 'SEPI catalana': De José Elías a CAF
Además del fondo catalán Avançsa, las grandes empresas se benefician del vasco Finkatuz y las antiguas Cajas de Ahorros
Los fondos públicos y privados de inversión están jugando un papel clave en la supervivencia y desarrollo de empresas en el Estado. Hablamos de empresas como las del magnate José Elías o las del conocido Grupo CAF.
Algunos de estos fondos, como el catalán Avançsa, actúan casi como un servicio público. Sin embargo, el objetivo principal es sostener compañías en crecimiento o en crisis, proteger empleos y asegurar sectores estratégicos.
El vehículo de inversión público más grande sigue siendo la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI). Este brazo inversor del Gobierno cerró 2024 con unas pérdidas de 501 millones de euros. Tras años consecutivos de beneficios, este retroceso se debe principalmente a Correos, que arrastra un déficit acumulado de 1.200 millones.
Para tratar de evitar un colapso, el Gobierno firmó un plan de rescate que incluye una inyección de 3.900 millones. Y también un aumento sostenido de la financiación pública. Pero ni siquiera esto ha evitado que otras empresas bajo su paraguas sufran pérdidas.

Las rentas por dividendos de Telefónica, Enagás o Redeia no alcanzaron a compensar los malos resultados. A pesar de todo, la SEPI defiende su papel estratégico para mantener empresas clave aunque esto implique asumir riesgos y pérdidas.
La apuesta vasca: CAF y Finkatuz
En Euskadi, el Gobierno apuesta fuertemente por mantener su industria a través de fondos públicos como Finkatuz, gestionado por el Instituto Vasco de Finanzas. Este fondo tiene como objetivo evitar la deslocalización y garantizar la continuidad de empresas estratégicas.
CAF (Construcciones y Auxiliar de Ferrocarriles) es un ejemplo claro. El Gobierno vasco controla un 3% de su capital. Lo hace para ayudar a que la empresa siga vinculada a la región y mantenga sus centros de trabajo, a pesar de que su influencia en el control sea limitada.

Además, Finkatuz invirtió recientemente 35 millones en dos empresas industriales de Mirai, el holding del empresario José Antonio Jainaga. Este movimiento forma parte de una estrategia para reforzar la industria del metal y la electromecánica vasca. El Gobierno vasco también forma parte del consorcio que intenta controlar casi un 30% de Talgo, que estará capiteanada por el propio Jainaga.
Las Cajas de Ahorros también imitan a las instituciones. Kutxabank ha creado el fondo Indar con 500 millones de euros para invertir en proyectos estratégicos de la región. Aunque es una iniciativa privada, mantiene un enfoque que recuerda al antiguo modelo de Cajas de Ahorros.
Este fondo busca complementar la acción pública de Finkatuz, ampliando las capacidades de financiación para sectores como la energía, la digitalización y la manufactura.
CriteriaCaixa: un gigante con sello privado, pero funciones públicas
El modelo de la modesta Indar es la ambiciosa CriteriaCaixa, que gestiona el patrimonio empresarial de la Fundación La Caixa. Los de Isidre Fainé cerraron la primera mitad de 2025 con un beneficio neto de 1.361 millones de euros, un 7% más que en 2024.
Esta sólida posición financiera se basa en los dividendos de grandes empresas como CaixaBank, Naturgy y Telefónica, que suman más de 870 millones en el semestre. Además, han monetizado parte de sus acciones en CaixaBank y Naturgy, ingresando cientos de millones adicionales.
Aunque es una empresa privada, CriteriaCaixa actúa en algunos aspectos como un fondo público. Lo hace con una inversión estable y a largo plazo que contribuye a la estabilidad de grandes compañías y al empleo que generan.
Avançsa: la herramienta catalana
En Cataluña, Avançsa es la principal sociedad pública que apoya a empresas en crecimiento o en problemas. Esta sociedad depende del Departament d'Empresa i Treball y ha jugado un papel activo en rescatar compañías y facilitar su desarrollo.
Sin embargo, este vehículo de inversión público dirigido por Clàudia Canals (ex de Caixabank) no ha estado exento de dificultades. Tal y como explica El Economista, en 2024, Avançsa tuvo que provisionar 9,3 millones de euros por préstamos dudosos, cifra superior a los 8 millones del año anterior.

La crisis global del sector de la automoción afectó a Manufactura Moderna de Metales (MMM), una de sus inversiones más importantes. Tras recibir 3,2 millones en ayudas, la empresa no pudo recuperarse y entró en concurso de acreedores.
Otros ejemplos negativos son la startup de flores onlineColvin y la empresa de realidad virtual Broomx Technologies, que también quebraron tras recibir fondos públicos.
No obstante, Avançsa mantiene inversiones con resultados más sólidos. Por ejemplo, la siderometalúrgica Comforsa, que controla completamente, planea invertir 30 millones y crear 60 empleos en 2024.
La cadena de alimentos congelados La Sirena, propiedad del empresario José Elías, recibió 3 millones de Avançsa para renovar tiendas y mejorar su canal online. Según su director, esta inyección fue fundamental para acelerar su expansión.
Estabilidad
Aunque funcionan con lógicas diferentes, los fondos públicos y privados actúan en conjunto para sostener empresas. El objetivo común es evitar quiebras masivas, mantener empleos y apoyar la innovación y la expansión empresarial. Algunas Cajas de Ahorro, como Kutxabank, intentan combinar su función financiera con una vocación social, acercándose a un modelo parecido al servicio público.
Es cierto que hay críticos con este modelo. El riesgo de pérdidas es elevado, como demuestra la situación de Avançsa o la SEPI. Y los recursos públicos usados para rescatar empresas pueden no recuperarse, lo cual genera críticas sobre la eficacia del modelo.
Es cierto que defensores del modelo reconocen que la transparencia y la rendición de cuentas en estos fondos es un punto a mejorar. Sin una gestión rigurosa, el dinero público puede acabar financiando proyectos inviables o favoreciendo intereses particulares.
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