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Dos hombres de traje conversan y sonríen en un ambiente interior iluminado
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La paradoja del conde de Godó: Asume fuerza en CriteriaCaixa y cede la de sus medios

Javier Godó pasa el mando del grupo La Vanguardia a su hijo Carlos mientras toma poder en el holding de su amigo Fainé

En una operación aparentemente contradictoria, Javier de Godó ha decidido dar un paso al frente en el influyente holding inversor CriteriaCaixa al tiempo que cede el timón del Grupo Godó, el conglomerado mediático familiar que lidera desde hace décadas.

La paradoja se sitúa en la coyuntura de un hombre que, con 83 años, opta por asumir más poder institucional en el corazón empresarial de Cataluña mientras inicia un proceso de sucesión en su propia casa.

El que todavía sigue siendo editor de La Vanguardia ha nombrado a su hijo Carlos Godó presidente ejecutivo del Grupo Godó, culminando así un relevo generacional que llevaba tiempo en gestación.

Javier Godó continuará como editor, "mientras me sienta con fuerzas", según sus propias palabras, pero ha renunciado expresamente a eternizarse en la presidencia para evitar escenas como la que vivió con su padre Carlos Godó Valls.

"Seguiré con mi labor como editor mientras me sienta con fuerzas. Disfruto plenamente con ello y creo que mi experiencia suma en este proyecto renovado y con un horizonte de futuro esperanzador que es hoy nuestro grupo", ha declarado el editor. 

A la vez, Godó ha sido promovido a vicepresidente del holding CriteriaCaixa, brazo inversor de la Fundación "la Caixa". Su ascenso se produce en un momento clave, cuando el grupo, bajo el liderazgo de Isidre Fainé, ha reordenado sus alianzas en el tablero político-económico español.

La paradoja, por tanto, se explica en términos de poder: mientras se retira de la primera línea de su grupo, Javier de Godó consolida su papel en una institución estratégica. La misma controla participaciones decisivas en empresas como Naturgy, Telefónica o Caixabank. 

Dos trayectorias, una misma lealtad

La historia de la familia Godó está marcada por la alternancia de responsabilidad y tragedia. Javier Godó se incorporó a La Vanguardia tras la muerte de sus dos hermanos mayores, Enrique y Carlos, en accidentes separados.

Lo que parecía un destino diplomático acabó convertido en una vida dedicada al periodismo. Su hijo Carlos, por su parte, abandonó una carrera prometedora como abogado en Nueva York para regresar a Barcelona en pleno intento de  Mario Conde por hacerse con la empresa familiar.

Hombre mayor con gafas y micrófono de diadema hablando y gesticulando con las manos mientras viste traje azul y corbata
Javier de Godó. | EP

"El Grupo Godó es una empresa rentable, sin deuda, con una estructura sólida y consolidada. Todas las piezas se sostienen entre sí y también tienen sentido por separado. Lo que las une es el contenido: el buen contenido. Informar, narrar, inspirar, emocionar. Esta es nuestra esencia y lo será también en todo lo que venga", escribe Carlos Godó en su primer mensaje como presidente.

Ambos comparten una visión de compromiso con la empresa y el periodismo, y el ascenso de Carlos no llega de la nada. Su trayectoria como consejero delegado ha estado marcada por una gestión discreta y eficaz, con resultados económicos sólidos en el ámbito digital junto al hoy director del diario, Jordi Juan.

Reconciliación con Madrid y pragmatismo político

La posición de La Vanguardia en el ecosistema mediático español ha oscilado históricamente entre la proximidad al poder y una defensa de los intereses catalanes. En 2013, tras años de coqueteos con el procés, Javier de Godó cambió el rumbo editorial con la salida de José Antich y el fichaje de Màrius Carol.

Este periodista juancarlista reformuló la línea del diario apostando por el federalismo y apartando a voces independentistas.  El objetivo era claro: recomponer relaciones con Madrid y con el establishment económico.

Hombre de traje con gafete azul y micrófono de diadema sentado en un evento profesional con fondo de letras borrosas
Carlos Godó. | EP

Esa operación culminó en la primavera de 2018 con la creación de un consejo asesor en la capital. Aquello fue una suerte de gesto de buena voluntad hacia el PP. Pero con la llegada de Pedro Sánchez a la Moncloa, las aguas volvieron a su cauce. El PSOE encontró en La Vanguardia un aliado más confiable.

De órgano liberal a conglomerado mediático

Desde su fundación en 1881 como órgano del liberalismo barcelonés, La Vanguardia ha navegado los vaivenes del poder con notable destreza. De la Restauración al franquismo, del pujolismo al felipismo, del PP al procés, la cabecera ha mantenido una habilidad singular para estar cerca , aunque nunca demasiado, del centro de gravedad política.

Carlos Godó Valls, padre de Javier, logró la restitución del diario tras la Guerra Civil y fue cinco veces procurador franquista. Sin embargo, el episodio que más enorgullece a la familia es haber forzado  la salida del anticatalanista Luis de Galinsoga, impuesto por Madrid, en 1960.

Javier de Godó ha mantenido esa tradición de equilibrios, evitando rupturas definitivas y apostando por la transversalidad como estrategia empresarial. La dirección de Jordi Juan y la línea editorial actual combinan modernidad digital con el pragmatismo que en este caso les lleva a acercarse al PSOE y PSC. 

Un relevo sin estridencias

En este contexto, la sucesión en la presidencia del Grupo Godó no responde a urgencias empresariales ni a crisis familiares. Es, según el propio Javier de Godó, una decisión voluntaria y prudente, destinada a consolidar el futuro del grupo.

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