
Qué es de Anna Gabriel, la diputada de la CUP que enamoró al mediático Jordi Évole
El periodista catalán cumple 51 años mientras su relación con la líder independentista abre dudas sobre su objetividad
El próximo 21 de julio, Jordi Évole Requena (Cornellá de Llobregat, 1974) celebra su 51º cumpleaños. Más allá de su inconfundible presencia en televisión y su capacidad para hacer reflexionar al público, el interés por su vida privada ha crecido notablemente en los últimos años. Una circunstancia que se debe a su relación con la diputada Anna Gabriel i Sabaté (Sallent, 1975).
La política ha dejado de ser solo una figura clave de la izquierda independentista, también es conocida por ser la pareja de uno de los comunicadores más reconocidos del país.

El periodista, habitualmente discreto con su vida privada, ha sido visto con Gabriel en actos públicos. También han aparecido juntos en fiestas populares y terrazas de Castelldefels. Estas apariciones han generado sorpresa y controversia en redes sociales por la aparente distancia ideológica entre ambos.
Pero ¿quién es realmente Anna Gabriel? ¿Cómo ha llegado esta exdiputada de la CUP y exiliada política a compartir vida con uno de los grandes referentes del periodismo televisivo español?
De Sallent al Parlament: orígenes de una militante
Nacida en 1975 en Sallent de Llobregat (Barcelona), Anna Gabriel procede de una familia profundamente vinculada al movimiento obrero. Su padre emigró desde Minas de Riotinto (Huelva) para trabajar en las minas catalanas, y su madre, de origen murciano, fue militante del PSUC. Con este bagaje político, no sorprende que Gabriel comenzara su militancia a los 16 años en la Plataforma Antifascista. Además, encontró su cauce político en la CUP, partido que cofundó en su localidad natal.

Formada en Educación Social y Derecho, y con un máster en Derechos Sociolaborales, Gabriel ha combinado su trayectoria política con la docencia universitaria. Fue concejala en Sallent durante casi una década y diputada del Parlament de Catalunya entre 2015 y 2017. Su intervención más recordada se produjo durante el debate de investidura que aupó a Carles Puigdemont a la presidencia de la Generalitat.
El exilio suizo
La declaración unilateral de independencia del 27 de octubre de 2017 marcó un antes y un después en la vida de Gabriel.
En febrero de 2018, al ser citada a declarar por el Tribunal Supremo por un presunto delito de rebelión, se trasladó a Ginebra. Allí comenzó un exilio que se prolongaría durante más de cuatro años.

Durante su estancia en Suiza, lejos de la clandestinidad, Gabriel reconstruyó su vida profesional. Obtuvo un permiso de residencia por cinco años y trabajó como abogada.
Inició un doctorado en la Universidad de Ginebra y, en 2021, fue elegida líder del sindicato suizo Unia. Se convirtió así en la primera mujer en ocupar ese cargo, con un sueldo cercano a los 100.000 euros anuales. Este dato alimentó críticas desde ciertos sectores que le achacaron una incoherencia con su ideología comunista y anticapitalista.
En julio de 2022, se presentó voluntariamente ante el Tribunal Supremo español para regularizar su situación, al estar ya procesada por desobediencia, un delito que no conlleva penas de prisión. Regresó a Suiza después de la declaración, manteniendo su residencia y trabajo allí.
El vínculo con Évole: discreción, política y amor
La relación entre Anna Gabriel y Jordi Évole, según reveló el programa ‘Que no salga de aquí’ de Catalunya Ràdio, comenzó alrededor de 2020. Aunque ninguno de los dos ha hablado de su relación públicamente, sus apariciones en las fiestas de Sallent y en locales públicos ha despejado dudas. Lo que al principio parecía improbable se ha confirmado: el periodista de 'Salvados' y la exdiputada de la CUP comparten vida.
Ambos mantienen un perfil bajo. En Sallent, tierra natal de Gabriel, los vecinos afirman que Évole "es un hombre sencillo", que incluso se le ha visto haciendo la compra acompañado de sus padres.
Las redes, en cambio, reaccionaron con estupefacción al conocer la noticia. Algunos usuarios ironizaban con que el procés había terminado oficialmente; otros cuestionaban la imparcialidad de Évole por su vínculo con una figura del independentismo radical.

Antes de esta relación, Évole estuvo casado con la fotógrafa Esther Delgado, con quien tiene un hijo, Diego, nacido en 2006. De momento, no hay indicios de que Gabriel y Évole quieran tener hijos en común, aunque la exdiputada ha expresado en el pasado su deseo de formar una familia no tradicional.
¿Influencia o conflicto de intereses?
Como era previsible, el vínculo entre ambos no ha escapado al escrutinio político. Algunos medios han sugerido que Évole habría intercedido en la defensa judicial de ciertas figuras del independentismo a través de sus conexiones con la CUP y con Gabriel. En concreto, se ha citado el caso de Santos Cerdán, exalto cargo del PSOE, defendido por el abogado Benet Salellas.
Precisamente, Salellas es una figura muy Gabriel y exdiputado de la CUP. Este tipo de vínculos han abierto debates sobre posibles conflictos de interés en la figura de Évole, aunque sin pruebas concluyentes.

La figura de Anna Gabriel desborda los márgenes del amor romántico. Para muchos, continúa siendo un símbolo de resistencia política.
Para otros, un ejemplo de contradicción ideológica. Su relación con Évole ha reavivado debates sobre coherencia, privacidad e incluso el papel del periodista en sociedades polarizadas.
El caso Gabriel-Évole demuestra hasta qué punto lo personal puede ser político. Y viceversa.
En una era de exposición constante, donde la vida íntima de figuras públicas se convierte en campo de batalla ideológico, el silencio de la pareja es casi un acto de resistencia. O tal vez, de normalidad.
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