26 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

Desde 2013 un catalán y una belga aseguran ser descendientes del Rey Emérito pero han chocado con todo tipo de trabas judiciales

Vuelven los presuntos hijos de Juan Carlos I: Ingrid Sartiau, Albert Solà y la descendiente de Olghina de Robilant

El Cierre Digital en Albert Solà e Ingrid Sartiu.
Albert Solà e Ingrid Sartiu. / Ambos llevan años reclamando ser hijos de Juan Carlos I.
La vuelta del Rey Emérito de forma puntual a España tuvo como coprotagonista inesperada a Ingrid Sartiau, una ciudadana belga que reclama ser hija de Juan Carlos de Borbón. Su periplo judicial arrancó en 2014. Su caso no es el único. También el catalán Albert Solá lleva años asegurando que es descendiente del monarca. Los hijos fuera del matrimonio, una realidad que durante siglos siempre ha perseguido a la dinastía Borbón.

La vuelta del Rey Emérito al más puro estilo Bienvenido Mister Marshall para asistir a una regata en Sanxenxo culminó con una cumbre familiar en Zarzuela. Ante las puertas de la residencia oficial de la Familia Real se apostaron prensa, curiosos e Ingrid Sartiau. Una mujer belga que desde hace años defiende ser hija de Juan Carlos I. 

Cuando Ingrid Sartiau comenzó su andadura judicial en 2013 para poder averiguar la identidad de su padre se puso en contacto con el investigador y profesor de genética humana, Jean-Jacques Cassiman. El profesor Cassiman analizó el ADN de Ingrid y el de Albert Solà, otro presunto hijo del Rey Emérito, y finalmente descartó su vinculo de consanguinidad. 

Elcierredigital.com contactó en su día con el profesor Cassiman para saber cuales fueron las pruebas que realizó y las conclusiones a las que llegó. Ésta fue su respuesta: “Ingrid vino a mi laboratorio para obtener un perfil de ADN. Cuando estuvo listo me dio una carta con el perfil de ADN de Albert Solà. Ese perfil se realizó en un laboratorio español algunos años antes y estaba limitado en marcadores probados. Basándome en la comparación de los dos perfiles, le dije que podrían ser hermanos de padre con un 90% de probabilidad, pero que quería poder confirmar esto con un perfil de ADN hecho por mí en mi laboratorio con una nueva muestra de saliva".

Ingrid de niña junto a su madre. 

"Ingrid vino a Lovaina, hicimos su perfil y comparamos este nuevo perfil con el de ella. El resultado fue la exclusión de que eran hermanos. Ingrid no me creyó, se enfadó conmigo y dice que hice trampa. Eso es todo”, añadió el profesor.

La demanda de Sartiu fue rechazada en 2015 en el pleno de la Sala Civil del Supremo por 7 votos en contra y 3 a favor y que ocasionó que el Rey Emérito no se sometiera a las pruebas de ADN, la belga se ha encargado de recopilar mucha más información y pruebas que acrediten la historia de amor entre su madre y Juan Carlos I, tal y como su progenitora le relató.

Uno de los argumentos por los que se desestimó la demanda de Sartiau la primera vez que inició el proceso legal, para demostrar que su padre era el ex jefe del Estado de España, fue que los juristas señalaron que la demanda carecía de pruebas suficientes. Además consideraban que incurría en contradicciones y resultaba “lisa, llanamente falsa, frívola y torticera”, según la calificaron de los letrados.

La Carta de Paul Merode, una de las pruebas

Luego la que dice ser supuesta hermana de Felipe VI consiguió reunir varias cartas “que demuestran que Juan Carlos I es su padre”. Uno de estos documentos con los que la supuesta hija de Juan Carlos I intentará demostrar de nuevo su paternidad es una carta, que elcierredigital.com mostró también en exclusivaque recibió de Paul de Merode, uno de los miembros de la alta sociedad belga.

En la residencia familiar de los Merode se citaban muchas de las familias más célebres de la nobleza y realeza europea. Uno de los invitados más asiduos a las fiestas que se realizaban en el castillo era el por entonces príncipe Juan Carlos I. Dentro de la residencia Liliane Sartiau trabajaba para la familia como institutriz y de esa forma conoció al ex jefe del Estado español.

Fragmento de la carta que Paul Merode envió a Ingrid.

Paul de Merode le narra en la carta que envía a Ingrid como eran los encuentros entre sus padres en el castillo de Westerloo: “Tus padres se conocieron en el castillo de Westerlo. Tu padre todavía estaba soltero y amaba los bailes que mi familia organizaba. Él estaba invitado en todas las ocasiones. Tu madre trabajaba para mi familia en ese momento y era muy bonita y encantadora. Así se fijó tu padre en ella.

Mi familia tenía la costumbre de invitar a las personas más importantes a nivel mundial. Por ejemplo en nuestra casa el príncipe de Mónaco, Carlos III conoció a Antonieta de Merode y se llegaron a casar. Los Merode somos una familia muy importante para España, muy reconocida por la Monarquía antes de Franco.

Mi familia tiene un gran vinculo familiar con la nobleza española. Entre los muchos descendientes de los Merode, podemos contar al Archiduque Lorenz de Austria-Este, príncipe de Bélgica. Su árbol genealógico proviene del Conde Werner de Merode (1797-1840) que participó en el Congreso Nacional de 1830 y votó por las elecciones. También procede del príncipe Lépoold de Sajonia-Coburgo-Gotha, el primer rey de los belgas.

Una de las nietas de Werner, María Victoria del Pozzo, se casó con el príncipe Amadeo de Saboya, que fue temporalmente rey de España de 1870 a 1873. Son los tatarabuelos del Archiduque Lorenz.”, narra en la epístola el miembro de los Merode.

También la supuesta hija del Rey Emérito cuenta con el testimonio de la señora que la cuidó con 18 meses, cuando estaba alejada de su madre. “Te cuidé al poco de nacer porque tu madre trabajaba. Cogías muchos resfriados y el médico acudía a menudo pero me encantaba cuidarte”, narró para elcierredigital.com esta ciudadan belga.

Alberto Solá

Pero si hay un nombre que en los medios de comunicación está vinculado con la reclamación de paternidad ese es el de Alberto Solá. Solá nació en Barcelona en 1956, en el seno de una familia de la alta burguesía catalana, en una de las zonas más ricas. Con tres meses le llevan a Ibiza donde es cuidado por una pareja. Después, regresa a Barcelona, hasta que con ocho años es adoptado por un matrimonio humilde que vivía en  una masía de Sant Climent de Peralta. Los Solà Jiménez se convierten en sus padres adoptivos. 

Albert Solà. 

En su libro El monarca de La Biscal, Solá narra como desde el principio sospechó que algo en su vida no es como le contaban. "Yo vivía en una familia de campesinos muy pobre, y a ellos, a mis padres no les ayudaban, a mí sí, bicicleta, motos, coches... por eso me dolió después, cuando a los 25 años empecé a investigar y descubría cosas. Si me ayudaban a mí ¿por qué no les ayudaban a ellos que pasaban tantas penurias? Me entristece porque lo he vivido, me dolió. Había mucha diferencia entre ellos y yo. Ahora ya han fallecido... Pero  no  es rencor lo que siento, no, no. Es tristeza por ellos. Solo me pregunto  por qué a ellos no, por qué", contaba en una entrevista para Elcierredigital.com.

"Cuando el juez de Barcelona me confirmó en 2001, según él, quién era mi padre, me quedé bloqueado y me encajaron todos los episodios vividos. Después, sufrí una depresión ligera y viví durante ocho meses con un amigo hasta que pude ir asimilando todo. Porque quizá a alguien le pueda gustar una noticia así, a mí no. Ya antes, como cuento en el libro, en la Maternidad de Barcelona me habían dicho que mi padre era alguien de la esfera política... pero luego yo me fui a México", añadía.

Elcierredigital.com publicó en su momento en exclusiva los documentos de las pruebas de ADN que Solá se realizó a petición del CNI y en el que su ADN coincidía en un 99'9 % con "el sujeto B".

Los misterios de Olghina de Robilant 

Y si hay una mujer que siempre aparece en la biografía del Rey Emérito es Olghina de Robilant, que falleció hace escasos meses. Conoció a Juan Carlos de Borbón, cuando aún era Juanito y los Borbones españoles vivían exiliados en Estoril, la localidad portuguesa donde encontraron su reposo la mayoría de las monarquías exiliadas. Entre Olghina y Juanito pronto surgió una atracción y mantuvieron una relación intermitente durante casi una década. 

Tanto ella como Juanito mantuvieron lo que hoy llamaríamos una relación abierta. Entre medias, el que luego sería Jefe de Estado mantuvo un noviazgo oficial con María Gabriela de Saboya, precisamente hija del exrey Humberto. Una relación que terminó porque a Franco la princesa italiana le parecía "demasiado moderna". 

Olghina de Robilant.

Olghina de Robilant contaría en 1991, en un libro, su historia de amor y pasión con el monarca español, donde daba detalles de la personalidad del entonces joven aspirante al trono. Declaraciones sorprendentes en las que describe a Juan Carlos de Borbón como un experimentado amante que "incluso ha estado con Sara Montiel". Además, aportaba un detalle sorprendente ya que, según ella, antes de anunciar su compromiso con Sofía de Grecia, Juanito quiso despedirse de Olghina en una pensión romana donde incluso le mostró el anillo de pedida. 

Entre los más de siete años que duró su relación, Olghina tuvo una hija, Paola, cuya paternidad nunca quiso revelar. Un escándalo para la pacata sociedad italiana de la época. Una hija con la que tendría después una relación complicada y que se crió con los padres de Olghina. 

María José de la Ruelle. 

No sería la última vez que los nombres de Olghina de Robilant y Juan Carlos I se cruzasen. En 2001, una mujer francesa que atendía al nombre de María José de la Ruelle presentó una demanda en los tribunales galos asegurando ser hija tanto del monarca español como de Olghina. Según su rocambolesco relato habría sido concebida durante el crucero Agamenón que la reina Federica de Grecia organizó en 1954 para promocionar al país mediterráneo e intentar que surgiera el amor entre alguna parejas reales. El asunto finalmente no prosperó y en España sólo fue seguido periodísticamente por la revista Pronto

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