27 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

Fue el lugar de exilio de la Reina Victoria Eugenia y allí se celebró la petición de mano de Juan Carlos I y Sofía de Grecia en hotel Beau Rivage

Lausana, ciudad suiza clave para los Borbones (II): Anillos de pedida y divorcios

El Cierre Digital en Petición de mano de Juan Carlos y Sofía rodeados de los Borbón y Grecia en Lausana.
Petición de mano de Juan Carlos y Sofía rodeados de los Borbón y Grecia en Lausana. / 12 de septiembre de 1961
Lausana es el gran refugio de los Borbones en Suiza. En esta ciudad a orillas del lago Lemán, pasó las dos últimas décadas de su exilio la reina Victoria Eugenia, viuda de Alfonso XIII. También es aquí donde acabará el matrimonio de la Infanta Cristina e Iñaki Urdangarin, donde testó la última reina de España antes de la República y donde se celebró la petición de mano entre Juan Carlos I y Sofía de Grecia, concretamente en el Hotel Beau Rivage.

Lausana, la bella ciudad suiza a orillas del lago Lemán, se convertirá en el escenario del divorcio entre la Infanta Cristina e Iñaki Urdangarin. Una firma que llegará después muchos meses de negociaciones y tensiones entre el matrimonio que se rompió de facto cuando en enero de 2022 se hizo pública la relación extramatrimonial del exduque de Palma con Ainhoa Armentia

En su momento, la ciudad también fue escenario de otro acontecimiento importante para los Borbones. Si el divorcio entre Urdangarin y la hermana de Felipe VI supondrá el fin de un asunto que preocupa, y mucho, a Juan Carlos I, hace sesenta años una petición de mano también fue fundamental para el avanzar de la situación de la Familia Real española. 

Juan Carlos y Sofía en su petición de mano en 1961. 

Fue la petición de mano de Juan Carlos y Sofía, que tuvo lugar en el hotel Beau Rivage de la ciudad suiza. La elección de la ciudad no fue casual, pues era donde estaba exiliada la Reina Victoria Eugenia, viuda de Alfonso XIII y abuela del novio. 

"¡Sofi cógelo!"

Allí se congregaron la Familia Real española en el exilio y la Familia Real griega, entonces en el poder, arropando a Juanito, el hijo de los Barcelona, para los monárquicos españoles hijo de los reyes en el exilio, don Juan y doña María de Borbón, y a Sofía.

En un momento de la comida familiar celebrada en el hotel Beau Rivage de la ciudad helvética, Juanito se sacó del bolsillo de la chaqueta la cajita con el anillo de pedida de Sofía y, al estilo campechano, se lo lanzó a su prometida al grito de "¡Sofi cógelo"

El anillo de oro tenía dos rubíes unidos por un diamante. Un diseño que se realizó a partir de la fundición de monedas que pertenecieron a Alejandro Magno. Una joya que en ocasiones la reina Sofía se quita o se pone en función, dicen, de cómo esté en cada momento la relación entre los Eméritos. 

Primer plano de la mano de la Reina Sofía con el anillo de pedida de Juan Carlos I. 

Olguina de Robilant, una de las amantes de juventud de Juan Carlos I, contaría en su libro de memorias Reina de corazones (1991) que la noche antes de la pedida, en la despedida de la pareja, éste le mostró el anillo de pedida en la pensión romana en la que tuvieron su última noche. 

Un matrimonio político

Sofía y Juan Carlos se conocieron en 1954 en el crucero Agamenón. Una actividad que ideó la entonces reina Federica, madre de doña Sofía, para promocionar el turismo en el país mediterráneo después la contienda civil griega (1946-1949) que siguió a la Guerra Mundial. Su intromisión en la política local era más que cuestionable, pero la realidad es que consiguió poner a Grecia de nuevo en el mapa e incentivar su turismo, siendo a partir de entonces el destino favorito de los cruceros. La influencia de Federica en la política helena fue tal que muchos identificaban con ella la monarquía, aunque sólo era la consorte de Pablo I.

El crucero también era una excusa para poner en contacto a las Casas Reales, que en la posguerra mundial habían tenido pocas ocasiones para juntarse. Claro está, también era la ocasión perfecta para intentar que fraguase alguna promesa matrimonial entre los jóvenes cachorros royals. Ella siempre quiso un trono para sus hijas Irene y Sofía.

Para el crucero, que tomó el nombre del comandante en jefe del ejército griego que un día lideró a los helenos en la guerra de Troya, Federica contó con el apoyo del armador Niarchos. La reina iba a amadrinar un barco y la costumbre de la época era regalar un broche de brillantes en señal de agradecimiento. La reina propuso al armador un trueque: renunciar a la joya a cambio de todo lo necesario para el crucero.

“Por una vez el protocolo hizo bien las cosas”

Entre don Juan Carlos y doña Sofía no surgió el amor en ese viaje. Habría que esperar a junio de 1961 para que sucediera. Para entonces, los dos arrastraban sendos fracasos amorosos. A don Juan Carlos, Franco le había prohibido continuar su relación sentimental con la princesa italiana María Gabriella de Saboya, aunque el joven Borbón se consolaba con la condesa Olguina de Robilant.

Crucero Agamenón. 

Por su parte, doña Sofía había sido humillada públicamente cuando el parlamento noruego consideró su dote demasiado exigua y canceló su compromiso con el heredero Harald. La reina Emérita ha intentado borrar esta experiencia de su pasado pero la Historia es poco caballerosa y ahí están las hemerotecas.

El escenario del reencuentro fue la boda de los duques de Kent. “Nos quedamos en la mesa largo rato hablando en profundidad de muchas cosas, de su vida, de la mía, de religión, de filosofía... Me di cuenta de que Juanito no solo era un hombre encantador sino un ser humano mucho más profundo de lo que aparentaba. Solo al final, me sacó a bailar. Fue un fox lento. Recuerdo que bailamos muy despacito y en silencio” le contó la Reina Sofía a Pilar Urbano en 1996. “Por una vez el protocolo hizo bien las cosas” añadió.

La reina Federica intuyó la oportunidad e invitó a ‘los Barcelona’ a pasar el verano en la isla griega de Corfú. El compromiso entre Juan Carlos y Sofia se anunció en septiembre de 1961 y la boda por el doble rito, católico y ortodoxo, se celebró en mayo de 1962 en Atenas.

Lo cierto es que el matrimonio entre Juan Carlos y Sofía se organizó en apenas unos meses y cuando el 14 de mayo de 1962 se daban el sí quiero en la catedral de Atenas, ella era la hija de unos reyes en ejercicio que venía de una historia frustrada con Harald de Noruega y él, hijo de unos reyes en el exilio cuyo futuro dependía de la voluntad de un dictador, Francisco Franco, que lo había criado a su sombra, pero sin darle esperanzas ciertas sobre su futuro.

Lausana, el exilio de Victoria Eugenia

La reina Victoria Eugenia de Battemberg pasó en Lausana la última parte de su exilio. Fuera de España desde la proclamación de la República el 14 de abril de 1931, la familia real se instaló primero en Cannes (Francia) y luego en Italia, disfrutando de la protección de Mussolini y el rey Victor Manuel II

Vieille Fontaine. 

En esos años se separaron de hecho los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia, que huyó a su Reino Unido natal. Tras la muerte del rey en el exilio en 1941, la reina viuda se instaló en Lausana. La II Guerra Mundial aconsejaba instalarse en un lugar neutral y protegido. 

Aunque al principio se instaló en el Hotel Real, en 1948 la reina Victoria Eugenia se instaló en Vieille Fontaine, un espectacular palacete a espaldas del Lago Lemán donde vivió hasta su muerte, el 15 de abril de 1969. Situado en el número 24 de la avenida de los Elíseos, el palacete estaba en una de las principales vías de la ciudad y convirtió a la reina exiliada en una de las habitantes más célebres de la ciudad. 

Toda la ciudad conocía a la anciana, que había decorado la propiedad al estilo británico del siglo XIX e incluso su número aparecía en la guía telefónica de la ciudad suiza. En la letra R de Reina de España, “entre Reina de Saba, tapices y Objetos de Oriente” y “Reina Juana, mercería", contaba Jaime Peñafiel en uno de sus libros. El veterano periodista fue el último en entrevistar a la reina unos meses antes de su muerte y unos meses después de la visita de ésta a España para asistir al bautizo de su bisnieto, el hoy rey Felipe VI. Una visita no exenta de polémica y de la que se arrepintió la reina. Su opinión provocó que parte de la entrevista a la consorte de Alfonso XIII fuese censurada y no viera la luz hasta años después. 

La casa fue adquirida, según algunas fuentes, con el dinero que heredó de una tía inglesa y, según otras, con el que consiguió por la venta de unas joyas. En ella instaló la reina su sanctasanctórum. Apenas hizo vida social fuera de la casa desde que se instalara allí, aunque recibió visitas constantemente. Su gran íntimo fue Jacobo Alba, padre de la famosa Cayetana. Otros habituales eran Grace y Rainiero de Mónaco, quienes, de tanto en tanto, recibían la visita de la reina en Montecarlo. 

Grace Kelly sentía verdadero afecto por la reina española. Fue ella quien más apoyó a la actriz cuando aterrizó en el mundo de los royals. El protocolo y cómo vestir el cargo fueron asuntos en los que la abuela de Juan Carlos I instruyó a la esposa de Rainiero de Mónaco. A nadie sorprendían las visitas de una de las mujeres más famosas del mundo a esa anciana que vivía en un palacete y pocos identificaban con una reina destronada. Su vecino más inmediato también tenía que ver, como su amiga Grace, con el séptimo arte: el genial Charles Chaplin

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