10 de mayo de 2024
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FIN DE SEMANA

La ‘reina de corazones’ nació el 18 de febrero de 1950 en Manila, como destapó 'El Cierre Digital' que tuvo acceso a un documento exclusivo

Isabel Preysler cumple 74 años, no los 73 que afirma: Así fueron sus 'liosos' inicios en Filipinas

El Cierre Digital en Isabel Preysler con Manila en los años 50 de fondo y el documento acreditativo de su verdadera edad.
Isabel Preysler con Manila en los años 50 de fondo y el documento acreditativo de su verdadera edad.
Isabel Preysler cumple 74 años. A pesar de que la ‘socialité’ filipina siempre ha sostenido que nació en el año 1951, ‘elcierredigital.com’ tuvo acceso a un documento en el que se acredita que nació en el año 1950. Isabel Preysler nació en el seno de una familia acomodada de filipinas. No tardó en utilizar su gran poder de atracción física para acercarse a los grupos más exclusivos de la sociedad. Cuando fue trasladada a Madrid en el año 1969, la historia volvió a repetirse.

Este 18 de febrero la socialité filipina Isabel Preysler cumple 74 años. Una cifra, que, todavía, sigue negándose en prensa. Y es que Isabel Preysler nació el 18 de febrero del año 1950, no del año 1951, como sigue sosteniendo ella misma y la prensa española. Elcierredigital.com desveló en exclusiva en el año 2022 el documento que acredita el verdadero año de nacimiento de la ‘reina de corazones’.

Dos años después, cuando cumple 74 años, sigue siendo un misterio el por qué Isabel Preysler se quita, aparentemente, un año de edad y cuál sería su objetivo.

La verdadera edad de Isabel Preysler.

Desde que la filipina llegó a España y contrajo matrimonio con Julio Iglesias en enero de 1971, ha pasado su cumpleaños siempre acompañada por sus parejas. Tras su ruptura con el escritor Mario Vargas Llosa, la filipina volverá a pasar un año más su cumpleaños sin una ilusión romántica, aunque afirma estar muy bien soltera. Pasará su cumpleaños, tal y como ella misma ha declarado, con su hija Tamara Falcó y su marido Íñigo Onieva, así como de su sobrino, Álvaro Castillejo, y su mujer Cristina Fernández de Torres.

El misterio de la edad de Isabel Preysler no es el único que ha rodeado a una celebrity que, según la periodista Rosa Villacastín, una de las que mejor la conoce, siempre ha sabido mantener “muy bien su misterio”. Aun así, el director de elcierredigital.com Juan Luis Galiacho, descubrió aspectos muy interesantes de la vida en Filipinas de la Preysler en su libro Isabel y Miguel. 50 años de historia de España: amor, escándalo, política y alta sociedad (La Esfera de los Libros, 2014).

Isabel Preysler y su familia filipina

Isabel Preysler Arrastia nació en Manila, capital de Filipinas, un 18 de febrero de 1950, en el seno de una familia media, relativamente acomodada, de costumbres convencionales, con servicio doméstico a su disposición, que se movía en círculos muy cerrados de signo claramente católico, en el que todos se conocían y donde no se admitían fácilmente nuevos miembros.

Sus progenitores fueron Carlos Preysler y Beatriz Arrastia. Cuentan los más allegados que los padres de Isabel se casaron por verdadero amor, a pesar del recelo de la adinerada familia Arrastia que siempre había soñado para su niña mimada un muchacho mejor posicionado socialmente. Pero ello no fue óbice para que el esbelto Carlos lograra casarse con la joven Betty, que por entonces rondaba los veinte años, una edad similar a la que Isabel Preysler tenía cuando contrajo primeras nupcias con Julio Iglesias.

Beatriz Arrastia.

La pareja selló su alianza en 1941 de un modo convencional, fiel a sus firmes raíces católicas, en la antigua iglesia barroca de Malate, en los intramuros de la Gran Manila, una región metropolitana conformada por 17 ciudades. En una de ellas, Mataki, el centro financiero por excelencia de Filipinas, instalaron su residencia los Preysler en el distrito de San Lorenzo, el segundo barrio más extenso de los 32 que tiene la ciudad. Allí, en una casa rodeada de un pequeño jardín (como la de Miguel Boyer en Puertollano), situada en la calle Ponce, entre hotelitos, embajadas y colegios, configuraron su hogar bajo una gran inquietud civil derivada de la ocupación de Filipinas por las tropas japonesas y la posterior independencia total sobre Estados Unidos en julio de 1946. De su matrimonio, que duró cincuenta años, nacieron seis hijos: Enrique, Victoria, Isabel, Carlos, Beatriz y Joaquín (estos últimos mellizos).

Isabel, la tercera en línea de descendencia, tuvo que sufrir de pequeña la dura situación que vivieron sus padres, acrecentada por la crisis generada tras la Segunda Guerra Mundial que truncó muchas de sus expectativas e ilusiones. Pero a pesar de las dificultades lograron sobrevivir con relativo éxito. Su padre trabajaba en una compañía de exportación e importación, que le obligaba a trasladarse con relativa frecuencia a Hong Kong, llegando después a convertirse en director ejecutivo de Philippine Air Lines (PAL) y miembro de la junta directiva del Banco Español de Manila, con lo que pudo mantener un cierto estatus social.

La infancia de Isabel Preysler

A Isabel sus padres la matricularon desde pequeñita en el elitista colegio de Nuestra Señora de la Asunción, de Manila, donde las chicas vestían riguroso uniforme y la disciplina era la marca de la casa. Pero, ya desde entonces, Isabel sacó a relucir su sentido de la independencia prefiriendo realizar sus actividades en solitario. Cuentan que por aquellos años estaba muy delgada, era presumida, le gustaba ponerse un vestido azul intenso, llevar el pelo largo peinado en trenzas adornadas con lazos y que le gustaba ponerse zapatos de charol. Había heredado los exóticos rasgos físicos de su madre, así como un comportamiento parecido al de la abuela Teodorica, con una simpatía contagiosa y un encanto indudable.

Isabel Preysler (derecha) en el colegio / Archivo

Pero su currículo estudiantil era bastante mediocre. Aprobaba las asignaturas por los pelos. Lo peor que llevaba eran las matemáticas y la física. Aunque mostraba ciertas aptitudes para los idiomas, la historia y la geografía. Destacaba, sobre todo, en los trabajos manuales y en la asignatura de economía doméstica, su preferida.

Según cuenta el historiador José Luis Vila-San-Juan, “aquella niña llamó siempre la atención entre sus compañeras de colegio. En muchos casos asumió un papel de auténtico líder, cuidando siempre su indumentaria y sus modales. Desde pequeña ya fue muy presumida y mostraba una gran habilidad para lucir, en cada momento, el vestido que fuese más adecuado. Como confesaron algunas de sus compañeras de aquel entonces: ‘Isabel destacaba por su capacidad de iniciativa y durante varios cursos ocupó la presidencia de su clase. Recibió un trato de preferencia en el colegio. Los papeles de protagonista en las obras de teatro que se representaban recaían sobre ella y era generalmente aplaudida. Consiguió el papel de Virgen María en el pesebre viviente durante 5 años consecutivos Esto le infundió bastante seguridad en sí misma, y le hizo tomar gusto por los halagos a los que siempre fue muy sensible”.

Una adolescencia marcada por su poder de seducción

En su adolescencia ocurrió lo mismo. La historia se repetía. En la sociedad de clase media filipina en la que se desenvolvió Isabel, un grupúsculo reducido, endogámico, provinciano, en la que todos se conocían, no era frecuente enviar a las chicas a la universidad. Todas las amigas de entonces de Isabel cursaron los mismos estudios, es decir, los básicos. Sólo se preocupaban de cuidar su estética, no su ética. Ya a los quince años, Isabel era una chica tan atractiva que llamaba la atención por encima del resto de sus compañeras. Tanto, que fue elegida reina de las fiestas de su barrio de San Lorenzo, en Manila.

Atrás quedaban sus papeles interpretativos de niña buena en el colegio, donde representaba a la Virgen María. A partir de entonces Isabel cambió sus credenciales. Comenzó a tomar conciencia del atractivo que poseía, del poder de seducción que ejercía sobre los demás. Sus compromisos religiosos se vieron relegados a un plano secundario y empezó a frecuentar las fiestas que se organizaban en las casas de la “gente bien”.

Comenzaron a rondarla numerosos pretendientes. Uno de ellos se llamaba Louie Ismael, su primer novio serio. Era un joven aristócrata que la acompañó durante más de un año y medio, introduciéndola en los círculos más selectos de la capital filipina.

Isabel Preysler en sus tiempos de colegio en Filipinas / Archivo

Cuentan que sólo gracias a su atracción física, Isabel logró conocer ambientes y personajes que nunca por su posición familiar hubiera podido llegar a disfrutar. Sus amigos afirman que sus encantos bien valían un esfuerzo. Así se introdujo en un mundo de lujos que contrastaba con la situación de pobreza que vivía Filipinas. Ese círculo de amistades, que le encandilaban, le abrió las puertas de la vida que siempre anheló, una vida regida por el poder y la ambición. Desde que terminó a duras penas su enseñanza elemental, tenía muy claro que en ningún momento seguiría estudiando.

Enviada a Madrid para “reconducir su vida”

Con sólo 17 años, Isabel ya se codeaba con los integrantes de las grandes familias filipinas, que además la adulaban y cortejaban. En este ambiente de lujo y placer conoció a un atractivo playboy, de nombre Juny Kalaw, quince años mayor que ella, e hijo de una de las familias más ricas de la capital. El maduro Juny Kalaw quedó prendado del encanto de aquella jovencita que lucía minifaldas por las pasarelas de los hoteles de cinco estrellas de Manila. Pronto empezó a salir con ella, complaciéndola en todo tipo de caprichos y provocando el desasosiego de sus padres que no veían con buenos ojos esta relación que consideraban bastante frívola. Para separar a Isabelita de este mundo de lujos y superficialidad, que contradecía la rigidez moral de la influencia católica en su familia, decidieron mandar a la niña lo más lejos posible. Y pensaron que lo idóneo era Madrid, donde tenían familia. En principio, sólo se trataba de una temporada. Lo importante era que tuviera ocasión de reconducir su vida y no acabara como alguno de sus hermanos que había sido víctima de la droga en ese mundo loco de placeres mundanos.

Apadrinada para llegar a las fiestas de la jet set madrileña

Así fue como en enero de 1969 Isabel Preysler aterrizó en España, donde se instaló en casa de su tía Teresa 'Tessy' Arrastia, hermana de su madre Betty. Durante sus primeros meses en España nadie la llamaba, no tenía fiestas a las que acudir y su poder de seducción, que tan hábilmente desarrolló en Filipinas, iba en decremento.

Sin embargo, esta inicial tristeza no duró demasiado tiempo. Los hermanos Sainz de Vicuña Soriano, primos hermanos de la madre de Miguel Boyer, Carlota Salvador, se convirtieron así en los grandes protectores y valedores de Isabelita tras su llegada a España en 1969. Le abrieron las puertas de la jet set madrileña, que ellos frecuentaban.

Poco a poco Isabel acabó siendo habitual en los grupos sociales más importantes de Madrid. En una de las fiestas de la jet madrileña, acabó conociendo al cantante Julio Iglesias de la Cueva. Su historia de amor fue una de las más comentadas de la época y, aún a día de hoy, cuando Isabel Preysler cumple 74 años, se sigue hablando de ella.

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