
Las peores tragedias de ocio nocturno: Del derrumbe en Dominicana al caso Madrid Arena
El colapso del techo en una discoteca de Santo Domingo deja 221 muertos, entre ellos un ciudadano español
La noche del 8 de abril quedará marcada como una de las más trágicas en la historia reciente del ocio nocturno mundial. La discoteca Jet Set de Santo Domingo, uno de los locales más conocidos de la capital dominicana, se vino abajo durante un concierto del célebre merenguero Rubby Pérez.
El colapso del techo causó la muerte de al menos 221 personas, entre ellas el propio artista y un ciudadano español, mientras otro permanece desaparecido. Además, 155 personas resultaron heridas y otras 189 fueron rescatadas con vida. Así lo señalan fuentes del Centro de Operaciones de Emergencia (COE) de República Dominicana.
La cifra, devastadora, ha desatado una oleada de preguntas en todo el mundo. ¿Cómo pudo ocurrir una catástrofe de tal magnitud en un espacio cerrado de entretenimiento?. ¿Se ignoraron los protocolos de seguridad? ¿Hay responsabilidades políticas o empresariales?.
La tragedia dominicana no es un hecho aislado. A lo largo de las últimas décadas, distintos países han sido testigos de episodios similares. En la mayoría de los casos, la negligencia, la corrupción o la falta de previsión han sido factores clave de estas tragedias.
El caso del Madrid Arena
En la madrugada del 1 de noviembre de 2012, cinco jóvenes murieron aplastadas en una avalancha humana durante una fiesta de Halloween organizada por la promotora Diviertt. El pabellón, con capacidad para 10.600 personas, registró un aforo estimado de más de 16.000. Varias salidas de emergencia estaban bloqueadas y el número de vigilantes de seguridad era inferior al legalmente requerido.

La investigación judicial determinó que hubo múltiples negligencias administrativas y organizativas. Miguel Ángel Flores, organizador del evento, fue condenado a cuatro años de prisión por homicidio imprudente.
La tragedia impulsó una reforma de los protocolos de concesión de licencias y control de aforo en eventos masivos en España.
Teatre y Fonda Milagros en Murcia
El 1 de octubre de 2023, un incendio devastó dos discotecas contiguas en Murcia, causando 13 muertos y 24 heridos.El fuego comenzó en Teatre y se propagó rápidamente a Fonda Milagros debido a una instalación compartida de ventilación y materiales de insonorización inflamables.
Un informe técnico reveló que el recorrido de evacuación superaba en más del doble el máximo legal (40 metros frente a los 25 permitidos).
La Inspección de Trabajo impuso a los propietarios una multa de 100.000 euros por infracciones muy graves en prevención de riesgos laborales. El caso generó un debate nacional sobre la adecuación de las inspecciones previas a la apertura de locales.
Discoteca Flying en Zaragoza
En enero de 1990, un incendio provocado por un cortocircuito en la discoteca Flying en Zaragoza causó la muerte de 43 personas. La mayoría fallecieron por inhalación de humo y gases tóxicos.
La discoteca, ubicada en el barrio de La Magdalena, carecía de salidas de emergencia adecuadas. El suceso generó nuevas exigencias normativas a nivel municipal y autonómico.
El incendio de Alcalá 20 en Madrid
El 17 de diciembre de 1983, la discoteca Alcalá 20 sufrió un incendio que causó 82 muertos y 27 heridos. El fuego, originado por un cortocircuito, se propagó rápidamente por la decoración del local.
Muchas víctimas quedaron atrapadas en las escaleras o no pudieron acceder a salidas bloqueadas. Esta tragedia fue un punto de inflexión para la legislación sobre seguridad en recintos públicos en España.
Un 'fenómeno' internacional
Durante un concierto en octubre de 2015 en la Discoteca Colectiv en Bucarest, el uso de fuegos artificiales encendió la espuma acústica inflamable del techo. El incendio provocó 64 muertes y dejó 146 heridos.
La discoteca no contaba con salidas de emergencia suficientes. La tragedia derivó en una ola de protestas contra la corrupción, ya que la licencia del local se había obtenido mediante sobornos. El primer ministro Victor Ponta dimitió días después. La tragedia fue documentada en el aclamado documental Collective.
El 27 de enero de 2013 en la Discoteca Kiss en Brasil, un incendio provocado por efectos pirotécnicos durante un concierto provocó la muerte de 242 personas y más de 630 heridos.
La espuma del techo se incendió en segundos y la discoteca contaba con solo una salida operativa. Los responsables de la seguridad y los propietarios fueron procesados. La tragedia generó cambios legislativos en Brasil sobre control de aforo y materiales de construcción en espacios cerrados.
En junio de 2008, una redada policial mal planificada en la discoteca News Divine en Ciudad de México, donde se sospechaba la venta de alcohol a menores, provocó una estampida. Murieron 12 personas, incluidos tres policías. Las salidas fueron bloqueadas durante la operación. El caso derivó en procesos judiciales contra funcionarios y la clausura permanente del local.
Durante una fiesta escolar en junio de 2018, una bomba lacrimógena detonada en el interior del Club Social El Paraíso en Venezuela provocó el pánico. En la estampida generada por los más de 500 asistentes murieron 17 personas, en su mayoría adolescentes. Entre los detenidos figuró un menor acusado de lanzar el artefacto. La tragedia generó críticas a la falta de control de seguridad privada en eventos escolares.
Causas comunes, consecuencias evitables
Según expertos, en la mayoría de los casos se repiten los mismos errores: exceso de aforo, materiales inflamables, falta de salidas de emergencia, permisos irregulares y ausencia de planes de evacuación. En algunos casos, como en Bucarest o Caracas, se suma además la negligencia o incluso la violencia institucional.
Según informes del Consejo Europeo para la Seguridad en Lugares Públicos, el 78% de los locales de ocio nocturno inspeccionados entre 2021 y 2023 en Europa presentaban deficiencias en sus sistemas de evacuación o control de aforo.
A pesar de las tragedias, las medidas preventivas siguen siendo parciales o ineficaces, especialmente en países donde la supervisión está fragmentada o contaminada por intereses económicos.
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