
Giro radical en un crimen en Mallorca: El acusado queda libre tras dos años en prisión
El jurado popular absuelve al acusado tras una votación ajustada y apunta a errores graves en la instrucción
Tras más de dos años en prisión provisional, Ricardo A. es libre de nuevo. 'No culpable'. Ese ha sido el veredicto del jurado popular en el juicio contra Ricardo,acusado del asesinato de Melanio Valverde, un ciudadano cubano de 56 años cuyo cadáver apareció calcinado en una chabola en la zona de Es Carnatge, en Palma, en la madrugada del 25 de enero de 2022.
Tras días de vista oral marcados por la controversia, el tribunal popular ha concluido que no existen pruebas suficientes para condenar al acusado. Ricardo se enfrentaba a 20 años y cinco meses de prisión por los delitos de asesinato y atentado contra el respeto a los difuntos.
El veredicto, comunicado en la noche de este jueves, se alcanzó por una votación ajustada. Cinco miembros del jurado votaron por la no culpabilidad y cuatro por la condena. El magistrado-presidente del tribunal adelantó 'in voce' que dictará una sentencia absolutoria en los próximos días. Ordenó la inmediata puesta en libertad del procesado, que ha pasado más de dos años en prisión provisional.

Desde el momento en que se descubrió el cuerpo calcinado de Melanio Valverde en su chabola de Palma, la investigación se centró en Ricardo. La Policía Nacional argumentó que la forma en que apareció el cuerpo -en posición fetal, supuestamente la habitual para dormir- sugería que el asesino conocía íntimamente a la víctima. A eso sumaron imágenes de cámaras de seguridad en las que supuestamente se veía el coche del acusado rondando la zona.
Sin embargo, la defensa cuestionó profundamente la solidez de la acusación. El pilar de esta oposición fue el informe criminológico elaborado por Eduardo Navasquillo. Este alertaba de fallos metodológicos graves, lo que se conoce como “visión de túnel”. Según Navasquillo, la Policía construyó toda la investigación para encajar una hipótesis prefijada sin explorar otras líneas posibles. Este argumento ha sido validado por el jurado, que en su resolución destaca que el móvil del crimen no ha quedado claro y que no hay explicación de por qué Armeñanzas querría matar a Valverde.
Las revelaciones 'clave' en la vista oral
En el transcurso de la vista oral, varios testigos declararon ante el tribunal que "fue la propia Policía Nacional la que autorizó expresamente el acceso a la escena del crimen a personas del entorno del fallecido".
Estas personas no solo accedieron al lugar sin estar habilitadas, sino que "manipularon y se llevaron objetos personales". Lo hicieron "antes de que se hubiera completado la recogida de vestigios clave para la investigación".
Esta revelación, que apuntó directamente a una negligencia grave por parte del grupo de homicidios, ha hecho tambalear una acusación ya de por sí polémica. Ricardo llevaba más de dos años en prisión provisional sin que haya pruebas contundentes en su contra.
El caso de Valverde, un hombre que vivía de forma precaria y que fue hallado brutalmente golpeado y quemado en su chabola, ha estado rodeado de algunas contradicciones. Además de por errores forenses y una instrucción marcada por la ‘visión de túnel’, como ha denunciado la defensa. Las nuevas revelaciones en sala no hacen sino reforzar las dudas sobre la forma en que se condujo la investigación.
En la madrugada del 25 de enero de 2022, los bomberos alertaron a la policía del hallazgo de un cuerpo completamente calcinado en una chabola abandonada en la calle Dentol, 90. La víctima fue identificada como Melanio Valverde. La autopsia determinó que el hombre no murió por el fuego, sino por dos golpes contundentes en el cráneo. Además, presentaba fracturas en el brazo izquierdo y otras lesiones compatibles con un intento de defensa.

Desde el inicio, los investigadores se centraron en Ricardo A. La policía justificó su acusación en una supuesta relación cercana con la víctima, el hallazgo de medicamentos en la parcela y la presencia de un vehículo, que atribuían al acusado. Sin embargo, una investigación criminológica independiente llevada a cabo por Eduardo Navasquillo, y encargada por la familia del acusado, desmonta uno a uno estos supuestos.
Un cadáver ‘colocado’, o una postura por carbonización
Uno de los argumentos principales de la acusación fue que el cuerpo apareció en posición fetal, supuestamente la forma en que solía dormir Valverde. Para la policía, eso indicaba que el asesino era alguien cercano, que sabía cómo dormía y colocó el cuerpo así tras matarlo. No obstante, el informe del criminólogo Eduardo Navasquillo indica que esa postura es típica de cadáveres expuestos a temperaturas extremas. Se trata del conocido efecto ‘boxeador’, causado por la contracción de los músculos durante la carbonización.
Solo un testigo aseguró conocer la postura habitual de la víctima al dormir. Lo hizo dos días después del crimen, sin haber visto el cuerpo ni recibido información oficial. Este dato, clave en la acusación, pudo haber sido inducido por los propios agentes, que en ese momento ya manejaban esa hipótesis.
La escena del crimen: un lugar vulnerado
Lo más grave se ha conocido en la vista oral: varios testigos aseeguraron que fue la policía quien les permitió entrar a la chabola una vez retirado el cuerpo. Algunos accedieron incluso días después, revolviendo pertenencias y llevándose objetos. Uno de ellos llegó a dejar un martillo, que más tarde sería recogido por los forenses y considerado compatible con una de las heridas mortales.

La desaparición de un machete que, según los testigos, el fallecido usaba para defenderse, nunca fue aclarada. La cadena de custodia de la escena "quedó completamente comprometida", y "la policía no documentó adecuadamente los accesos ni recogió testimonios de lo que se movió o extrajo".
Pruebas discutidas y contradicciones
Entre las pruebas que intentaron incriminar al acusado se encuentra una lata de patatas ‘Pringles’ con pastillas de sertralina, hallada en una barbacoa del exterior. La policía asumió que pertenecían a Ricardo, pero su historial clínico muestra que no tenía prescrita esa medicación en la fecha de los hechos. Además, la única huella encontrada en la lata no es suya.
Otra de las supuestas pruebas clave era la aparición de un Dacia Sandero blanco, el coche de Ricardo. Fue captado por las cámaras de seguridad de varios establecimientos cercanos a la zona del crimen. La policía interpretó que dicho vehículo estaba “deambulando sin rumbo fijo” y realizó una maniobra prohibida minutos antes de que comenzara el fuego.

Pero el perito desmonta esta afirmación con datos técnicos. El vehículo captado por la cámara de un establecimiento chino a las 02:50 no es el mismo que el observado por otra cámara en Mercadona a las 02:51. Las diferencias en la carrocería, ventanillas y líneas del portón trasero lo prueban.
Además, el informe destaca que no se comprobó si los relojes de las cámaras estaban bien calibrados. También, que las imágenes usadas por la policía para sustentar sus hipótesis estaban borrosas, mal encuadradas y sin metadatos.
Lo que también llama la atención es el descarte prematuro de otros posibles sospechosos. Varios de los cuales tenían vínculos más estrechos con la víctima y antecedentes por violencia. Uno de ellos había amenazado a Valverde con “morir quemado”. Otro reconoció haber estado cerca de la chabola la misma noche del crimen, y su móvil fue localizado en la zona, en la franja crítica. Pese a ello, sus versiones fueron dadas por buenas sin verificación independiente.
Una investigación ‘dirigida’ desde el principio
Para el criminólogo Eduardo Navasquillo, la instrucción presenta un patrón claro de ‘visión de túnel’. Los investigadores partieron de una conclusión y estructuraron todo el proceso para reforzarla, ignorando pruebas que no encajaban. “No se trató de una investigación científica, sino de una construcción basada en el perfil del acusado”, advierte en su informe.
Ahora, Ricardo A. vuelve a ser libre tras dos años de calvario en prisión por un crimen que no cometió.
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