
El legado de Jesús Gil, a los 21 años de su muerte: Del Atleti al 'saqueo' en Marbella
La 'gilismo' mezcló populismo, fútbol y poder absoluto; y todavía hoy su influencia política perdura en la Costa del Sol
Hoy, 14 de mayo, se cumplen 21 años del fallecimiento de Jesús Gil y Gil. Sin duda, una de las figuras que más influyó en la España de finales del siglo XX. Presidente del Atlético de Madrid durante 16 años y alcalde de Marbella durante 11, Jesús Gil construyó un imperio que combinó éxito deportivo, poder local y una retahíla de escándalos judiciales.
Su legado, entre el populismo, el urbanismo salvaje y el esperpento mediático, sigue generando debate dos décadas después de su muerte.
El modelo político y urbanístico implantado por Jesús Gil en Marbella no desapareció con su marcha. El gilismo dejó un ecosistema fértil para que nuevas redes de corrupción germinaran en la Costa del Sol. Su legado, basado en el clientelismo, la opacidad administrativa y la connivencia entre lo público y lo privado, fue replicado y adaptado por distintos actores políticos, incluso bajo siglas distintas.
La lógica del favor a cambio del voto, la proliferación de licencias irregulares y la utilización del poder para tejer intereses sobrevivieron a su figura. Convirtiéndose en lo que algunos definen como la 'cultura política' de varios municipios costeros.

A pesar de las sucesivas operaciones policiales y los cambios legislativos para reforzar la transparencia institucional, la Costa del Sol sigue siendo escenario de escándalos urbanísticos y financieros. Circunstancia que algunos señalan como muestra de que las prácticas del gilismo no fueron una excepción, sino el origen de una dinámica más amplia.
Desde Estepona hasta Marbella, el tiempo ha demostrado que la caída de Jesús Gil no bastó para desactivar del todo la red de intereses y privilegios que él ayudó a consolidar.
Algunos de los que marcarían los titulares años después —como Antonio Barrientos, José María García Urbano o Ángeles Muñoz— lo harían en contextos que, aunque distintos, conservan muchos de los ingredientes que definieron la era Gil.
Nacido el 12 de marzo de 1933 en El Burgo de Osma (Soria), Jesús Gil abandonó pronto los estudios para trabajar como mecánico en un taller de coches. Su espíritu emprendedor le llevó a montar un negocio de compraventa de chatarra y posteriormente de vehículos usados. La fortuna le sonrió en una operación con camiones viejos en Madrid, por la que aseguró haber ganado su primer millón de pesetas. Fue el inicio de su carrera como promotor inmobiliario.

Con ese capital, impulsó en los años 60 la urbanización turística Los Ángeles de San Rafael, en la sierra de Segovia. El proyecto contaba con embalses artificiales, complejos hoteleros y zonas de recreo, y vendió parcelas a gran velocidad. Sin embargo, el 15 de junio de 1969, durante una comida inaugural, se produjo una tragedia. El techo del restaurante del complejo se derrumbó, provocando la muerte de 58 personas y más de 140 heridos.
La investigación judicial determinó que la obra no contaba con los permisos reglamentarios ni supervisión técnica. Gil fue acusado de homicidio por imprudencia temeraria y condenado en 1971 a cinco años de prisión. No obstante, fue indultado por el régimen franquista tras cumplir solo 18 meses de condena. Pagó cuantiosas indemnizaciones a las familias afectadas, y volvió al negocio inmobiliario. Aquella catástrofe, lejos de frenar su ambición, cimentó su determinación y su desconfianza hacia las instituciones.
El 'caudillo' del Calderón
En 1987 dio el salto al fútbol profesional, presentándose a las elecciones a la presidencia del Atlético de Madrid. Su fichaje estrella fue Paulo Futre, campeón de Europa con el Oporto, lo que deslumbró a los socios y le aseguró la victoria. Durante 16 años, Gil dirigió el club con un estilo autoritario y personalista. Una época en la que se lograron hitos como el doblete de 1995/96 (Liga y Copa) bajo la dirección de Radomir Antić.
Sin embargo, su gestión fue también caótica: 38 entrenadores pasaron por el banquillo durante su mandato. Incluyendo múltiples ceses de técnicos como Luis Aragonés o el propio Antić. Sus enfrentamientos con jugadores, entrenadores y periodistas eran frecuentes. Gil se jactaba de su estilo impulsivo: "Echar a un entrenador es como tomarme una cerveza".

Transformó el club en Sociedad Anónima Deportiva en 1992, en un proceso cargado de irregularidades. En 2003, fue condenado por apropiación indebida y estafa en la conversión del club a SAD. Según la justicia, se adjudicó acciones de forma fraudulenta junto a su hijo Miguel Ángel Gil y Enrique Cerezo. También fue acusado de desviar fondos del club a empresas vinculadas a su entorno. El descenso a Segunda División en 2000 marcó el principio del fin de su era como presidente.
El éxito electoral de GIL en Marbella
En paralelo a su carrera futbolística, Jesús Gil fundó en 1991 el Grupo Independiente Liberal (GIL) y se presentó a las elecciones municipales de Marbella. Con un discurso de mano dura contra la delincuencia, promesas de inversión y espectáculo populista, ganó con más del 65% de los votos. Fue reelegido con mayorías absolutas en 1995 y 1999.
Desde la alcaldía, impuso un modelo de poder personalista. Concentraba las decisiones en su entorno, favorecía a constructores afines y aplicaba un urbanismo desregulado. Se rodeó de colaboradores incondicionales y usó la administración como plataforma de poder.
Cultivó una imagen de líder cercano mediante fiestas populares, empleos municipales y la aparición en programas de televisión como 'Las noches de tal y tal', donde se mostraba relajado en jacuzzi rodeado de celebridades.

Su gestión atrajo inversión y transformó Marbella, pero a costa de la legalidad urbanística y del equilibrio institucional. Miles de licencias fueron concedidas sin respetar el planeamiento y muchas urbanizaciones crecieron al margen de la ley. El GIL se expandió a otras localidades como Estepona, Ceuta y Melilla, replicando el modelo.
El saqueo sistemático
Durante los años 90 y principios de los 2000, se consolidó una red de clientelismo y corrupción. El "caso camisetas" reveló que fondos municipales se usaron para patrocinar al Atlético de Madrid con el logo "Marbella", con fines electoralistas. En 2000 fue condenado por prevaricación a 28 años de inhabilitación y seis meses de arresto. En 2002, el Supremo ratificó la condena y Gil tuvo que dimitir como alcalde el 24 de abril.
Paralelamente, se desarrollaba el "caso Saqueo", que investigaba el desfalco de más de 4.400 millones de pesetas desde las arcas municipales hacia empresas pantalla. Gil fue detenido y encarcelado de forma preventiva, aunque salió en libertad tras pagar fianza. En sus últimos años acumuló decenas de causas abiertas. La justicia también puso bajo la lupa sus negocios privados, como sociedades utilizadas para adquirir terrenos o mover capitales.
Muerte y consecuencias
Jesús Gil falleció el 14 de mayo de 2004 en Madrid, a los 71 años, por un derrame cerebral. En el momento de su muerte, seguía implicado en varias causas penales. Su fallecimiento no detuvo la investigación. En 2006 estalló la Operación Malaya, que reveló la magnitud de la corrupción estructural en Marbella. Alrededor de 16.500 viviendas ilegales, decenas de detenidos y un patrimonio incautado por valor de cientos de millones.

Sus sucesores, como Julián Muñoz y el exgerente de Urbanismo Juan Antonio Roca, fueron condenados. La justicia disolvió el Ayuntamiento marbellí, intervino sus cuentas y la ciudad quedó bajo tutela judicial. El partido GIL desapareció y el escándalo marcó un antes y un después en la lucha contra la corrupción municipal en España.
Un legado ambivalente
En la política, Jesús Gil fue un precursor del populismo local, combinando carisma, recursos y atención mediática para crear un modelo clientelar eficaz. Su figura es hoy analizada como un ejemplo paradigmático de cómo el poder local puede derivar en autoritarismo y saqueo institucional si no existen controles.
En el fútbol, dejó una huella indeleble. Bajo su presidencia, el Atlético vivió uno de sus períodos más turbulentos pero también exitosos. Su legado institucional perdura: su hijo Miguel Ángel Gil es hoy consejero delegado y principal accionista del club. Muchos aficionados recuerdan a Jesús Gil con una mezcla de gratitud por los títulos y rechazo por su forma de actuar.

Y en la cultura popular, Jesús Gil fue mucho más que un dirigente. Fue personaje, 'meme' y mito. Su figura ha sido objeto de documentales como 'El Pionero' (HBO, 2019), biografías, caricaturas y un sinfín de referencias mediáticas. Su carisma, exceso y falta de filtros definieron a una España de transición, entre el caciquismo y la modernidad.
Veintiún años después, Jesús Gil sigue siendo un nombre que genera debate, admiración o rechazo. Fue un hombre de contrastes: emprendedor y condenado, visionario y populista, magnate y reo. Su historia es reflejo de una época, de sus luces y sus sombras, y una advertencia de hasta dónde puede llegar el poder cuando no encuentra freno alguno.
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