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Mujer de cabello castaño y media melena con expresión seria, vestida con blusa de flores, frente a un fondo rojo y dos micrófonos.
INVESTIGACIÓN

Los críticos a Sánchez en el PSOE ven a Adriana Lastra como relevo tras el caso Cerdán

Los exsanchistas quieren hacer frente desde Ferraz a La Moncloa tras la negativa de su líder de tomar medidas 'firmes'

El escándalo que sacude al PSOE, conocido ya como el 'caso Cerdán', ha abierto grietas profundas en la estructura socialista. La presunta implicación del hasta ahora secretario de Organización, Santos Cerdán, en una trama de amaño de contratos públicos ha dado munición a los sectores críticos que, hasta hace pocas semanas, parecían acorralados por el aparato de Ferraz. 

Con la figura de Pedro Sánchez cada vez más comprometida, incluso entre sectores que lo auparon en el pasado, crecen las voces que reclaman un cambio de aires. La intención es recuperar el pulso político.

Adriana Lastra está alejada de la primera línea desde que hace 3 años perdió su pulso interno contra Santos Cerdán. Sin embargo, empieza a emerger como una figura que podría canalizar ese malestar. Cercana a las bases y retornada a su Asturias natal como delegada de Gobierno, su nombre empieza a sonar con fuerza entre los cuadros medios y antiguos dirigentes que no comulgan con la actual estrategia de la dirección. 

En la tarde de este lunes, el Presidente del Gobierno ha comparecido ante los medios tras asistir a la reunión de la comisión Ejecutiva Federal del PSOE. A raíz del escándalo por la salida de Santos Cerdán y lo investigado hasta ahora del caso Koldo, Sánchez ha asegurado que habrá una "remodelación" del partido.

Sobre el caso que involucra a su exministro José Luis Ábalos, el Presidente ha recalcado que los audios "machistas" rescatados le provocan "repugna" e "indignación". Ante esto, ha asegurado que comparecerá en el Congreso en los próximos días "para dar las explicaciones necesarias". Sin embargo, ha dejado claro que no convocará elecciones anticipadas y ha 'retado' al PP y a VOX a presentar una moción de censura.

Después de esta respuesta, la 'reaparición' de Adriana Lastra no se trata, por ahora, de un movimiento organizado ni de una candidatura. Pero sí de un estado de ánimo. El exsanchismo liderado por Lastra podría tener mucho que decir del futuro del PSOE. 

Hombre de traje azul y corbata verde hablando en un atril rojo con el texto España responde sobre fondo rojo
Pedro Sánchez, Presidente del Gobierno. | Europa Press

Harina de otro costal es el ruidoso antisanchismo interno, que solo parece relevante para los medios conservadores. Emiliano García-Page lidera este bloque que, según fuentes consultadas en Ferraz, tiene una representatividad entre la afiliación que no llega al 15%. 

Juan Lobato sigue enredando

El bloque de oposición interna, hasta ahora representado por figuras como García-Page, ha sumado nuevas caras. El presidente de Castilla-La Mancha se ha mostrado especialmente combativo. Sus crítica a la dependencia del bloque parlamentario independentista molestan en Ferraz. 

Junto a él, se está posicionando Juan Lobato, exsecretario general del PSOE madrileño. Ahora, tras su dimisión intenta tejer redes para volver al escaparate político nacional. Lobato, que ayer fue entrevistado en Onda Cero, mantiene una intensa agenda mediática para erosionar a la dirección federal. 

El exbarón madrileño ha pedido la celebración de un Congreso federal al que podría presentarse. Y sobre la continuidad de Sánchez, ha dejado claro que cree que se debe ir. "No se trata de que todos defendamos a Pedro Sánchez. Sino de defender al PSOE. Es una cuestión de defender un pilar de la democracia de este país que es el partido", asegura. 

Un hombre sentado con camisa azul claro y micrófono en el pecho, frente a un fondo con logotipos de Madrid PSOE y una multitud en blanco y negro.
Juan Lobato, exsecretario del PSOE madrileño. | Europa Press

También ha reaparecido en escena, en este caso involuntariamente, Eduardo Madina. El exdiputado, alejado de la política desde hace años, se ha visto arrastrado de nuevo al foco mediático por un torpe ataque de Óscar Puente. El ministro de Transportes lo acusó en redes de no haber asumido su derrota en las primarias de 2014. El comentario reavivó las heridas mal cerradas de aquella contienda interna. La misma en la que Sánchez derrotó a Madina... con el apoyo de García-Page. 

Quien ha aprovechado esta coyuntura para asestar golpes más directos ha sido Felipe González. El expresidente, que acabó manchado por el crimen de Estado y la corrupción, no ha dudado en denunciar la gestión sanchista, La misma que ha devuelto al PSOE al poder. 

Alfonso Guerra y Susana Díaz también vuelven a la carga con su agenda antisanchista. Ambos piden congreso extraordinario y revisión urgente del liderazgo. Lo que hace unos meses era apenas un murmullo empieza a sonar con cierto vigor en algunos sectores del PSOE. 

La resistencia de Ferraz a los llamamientos para una renovación orgánica o electoral se interpreta como un síntoma de desgaste y desconexión.  La defensa cerrada que ha hecho Sánchez de Cerdán hasta el último minuto no ha gustado entre quienes creen que el partido no puede permitirse más manchas éticas. 

Hombre mayor de cabello canoso y traje oscuro hablando en un escenario con micrófono de diadema y fondo con letras verdes desenfocadas
Felipe González. | Europa Press

En paralelo, se intensifican las reuniones discretas y llamadas cruzadas entre dirigentes regionales, cuadros medios y antiguos colaboradores del sanchismo. No es un bloque uniforme ni tiene una estrategia definida, pero comparten un diagnóstico común. Que dice que si el PSOE quiere sobrevivir como proyecto autónomo, necesita una relectura de sí mismo. Esto no pasaría por convocar elecciones, lo cual supondría entregarle el poder de facto a la derecha. 

En esa búsqueda de referentes, el nombre de Lastra suena con fuerza, no como ruptura con el pasado, sino como posibilidad de volver a un socialismo con alma, sin tutelas ni servidumbres. La gran paradoja es que quienes hoy alzan la voz no tienen todavía una hoja de ruta.  Se mueven entre la nostalgia de un partido que ya no reconocen. Y el temor a que la única alternativa al actual liderazgo sea la claudicación ante la derecha o la irrelevancia parlamentaria. 

Las grietas están ahí, y el tiempo político empieza a correr contra La Moncloa.

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