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Una persona de pie detrás de un podio con micrófonos, vestida de blanco y sonriendo.
INVESTIGACIÓN

Cisma en el Banco Santander: La 'excusa' de Ana P. Botín para reducir su plantilla

La compañía presidida Botín está echando a empleados en España y Reino Unido, y vende parte de su negocio en Polonia

Mientras el discurso oficial insiste en la digitalización y la eficiencia, Banco Santander continúa aplicando una estrategia de recortes. En la práctica, se traduce en el cierre de oficinas, pérdida de empleos y abandono progresivo de la atención presencial. En 2025, la entidad ha reforzado esta línea de actuación en mercados clave como Reino Unido, España, Estados Unidos y Polonia.  En este último mercado acaba de vender el 49% de su negocio.

Todo ello, en medio de unos resultados financieros récord que contrastan con el ajuste silencioso que soportan trabajadores y clientes.

Reino Unido: cerrar es la norma

En el Reino Unido, la ofensiva más agresiva del banco se ha llevado a cabo este año. Santander UK ha anunciado el cierre de 95 sucursales, lo que afecta a más del 21% de su red física. El impacto directo son 750 empleos en peligro. Además, 18 oficinas serán reconvertidas en espacios sin atención presencial, lo que para muchos usuarios significa, simplemente, que dejan de ser útiles. Otras 36 oficinas modificarán sus horarios, con la consiguiente reducción del servicio al cliente.

La justificación oficial es el auge de la banca digital. Pero los sindicatos y colectivos de usuarios han denunciado que esta transformación se realiza a costa de los trabajadores. Y también de los ciudadanos más vulnerables, especialmente personas mayores. Para muchos de ellos el canal online no es una alternativa real. La paradoja es que mientras se cierran oficinas y se destruye empleo, Santander presume de solidez y de estar "más cerca del cliente".

España: ajuste silencioso

En España, aunque en 2025 no se han producido nuevos cierres masivos, el plan de reducción iniciado años atrás sigue su curso. El número de sucursales se ha desplomado en la última década, y 2024 cerró con 51 oficinas menos y 582 trabajadores despedidos. Este año, la tendencia no se ha revertido: el banco continúa apostando por un modelo de negocio que prima la rentabilidad sobre el servicio público que alguna vez representó la banca.

Una persona hablando en un podio con el logotipo de Santander en el fondo.
Ana Patricia Botín. | EP

Las organizaciones sindicales denuncian que mientras se reducen recursos en atención al cliente, la presión sobre los empleados aumenta y la calidad del servicio se deteriora. El banco, sin embargo, insiste en que estos ajustes forman parte de una necesaria “adaptación al mercado”.

Estados Unidos: sin posición fuerte, sin apuesta clara

En EEUU Santander tampoco escapa a la lógica de los recortes. En 2024 la entidad eliminó unos 320 puestos, centrando los ajustes en la banca minorista. Aunque este año no se han producido despidos de esa magnitud, no hay señales de una apuesta decidida por el fortalecimiento estructural en el país. La estrategia parece más  orientada a contener el gasto que a ganar terreno en un mercado donde ya parte con desventaja.

El discurso de la digitalización vuelve a ser el argumento estrella, pero lo cierto es que, sin una presencia consolidada ni inversión significativa, el banco se limita a sobrevivir en EEUU. Con esta política renuncia a disputar protagonismo a otras grandes entidades.

Polonia: la excepción que confirma la regla

Curiosamente, en Polonia Santander ha aumentado su plantilla en 2025, una de las pocas notas positivas del año. Esta expansión en Europa del Este no es gratuita: Polonia ofrece márgenes más amplios, una menor competencia local y oportunidades de crecimiento que no existen en mercados maduros.

Fachada de una sucursal bancaria con un cajero automático en la pared y un letrero rojo con el nombre del banco.
Banco Santander. | EP

El problema es que este movimiento se utiliza como excusa para justificar la retirada en otras geografías. La expansión en Polonia no es tanto un crecimiento real como un desplazamiento de los recursos hacia donde resultan más rentables.

Una transformación con víctimas claras

El relato de 'transformación digital' que enarbola Banco Santander encubre, en realidad, un proceso de desmantelamiento silencioso. La reducción de sucursales, la pérdida de miles de empleos en la última década y la concentración de recursos en áreas altamente rentables  son parte de un plan que prioriza el beneficio inmediato por encima del servicio a la comunidad.

Lejos de ser una excepción, el caso de Santander refleja la tendencia de la gran banca europea. Convertirse en operadores financieros cada vez más automatizados, menos humanos y profundamente desconectados de los territorios donde nacieron.

En lugar de reinvertir sus beneficios, que no han dejado de crecer, en mejorar la atención o compensar el esfuerzo de su plantilla, Santander opta por reducir costes a toda costa. Y lo hace en nombre de una modernización que deja atrás a quienes más necesitan el acceso directo a los servicios financieros.

Banco Santander insiste en que su evolución responde a las necesidades del mercado, pese a que sus beneficios siguen rompiendo récords. 

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