
Así se blinda el Vaticano: Las claves del cónclave que elegirá al nuevo Papa
El cónclave arrancará con una misa en San Pedro y la primera votación está prevista para la misma tarde del 7 de mayo
A un solo día de que los cardenales electores crucen la puerta de la Capilla Sixtina para iniciar el cónclave que decidirá el futuro de la Iglesia Católica, Roma se encuentra envuelta en un clima de solemnidad, cautela y expectativa global.
El fallecimiento del papa Francisco el pasado 21 de abril dejó un profundo vacío espiritual entre los fieles. También abrió una etapa decisiva en el seno de la Iglesia, en la que se espera resolver importantes cuestiones internas y marcar la línea pastoral del próximo pontificado.
El ‘día D’ que marcará el inicio oficial del cónclave será el 7 de mayo. Esta fecha fue acordada por los cardenales durante la quinta congregación general celebrada el 28 de abril. Cumple con el plazo establecido por la constitución apostólica Universi Dominici Gregis, que estipula que ha de iniciarse entre 15 y 20 días después de la sede vacante.

Desde el jueves 24 de abril, los 133 cardenales menores de 80 años convocados para participar en el cónclave han asistido a las congregaciones generales. Son los encuentros previos al encierro. En ellos se abordan los desafíos de la Iglesia y se perfilan las prioridades que deberá asumir el nuevo papa.
Se han celebrado más de una decena de sesiones en el Aula Nueva del Sínodo, dentro del Vaticano. En estas reuniones también han tomado la palabra cardenales no electores.
Este cónclave será el más diverso de la historia moderna: participan cardenales de 71 países. Muchos de ellos fueron nombrados por el propio Francisco con el objetivo de “descentralizar” la Iglesia y reforzar su carácter universal.

Esta apuesta por la internacionalización ha procurado una composición más plural, aunque también más fragmentada.
Entre los temas debatidos destacan el rumbo doctrinal de la Iglesia y la implementación de la sinodalidad —uno de los legados más importantes de Francisco—. Otros no menos importantes son la política de tolerancia cero ante los abusos sexuales y la transparencia financiera del Vaticano. Sin olvidar la creciente pérdida de relevancia de la institución en amplias zonas del mundo occidental.
Algunos cardenales defienden la continuidad del espíritu reformista y apoyan a figuras como el filipino Luis Antonio Tagle o el italiano Matteo Zuppi. Otros, en cambio, reclaman una vuelta a una Iglesia más estricta doctrinalmente y promueven cardenales como el húngaro Péter Erdő.
Detalles del procedimiento en el Cónclave
El cónclave comenzará oficialmente el miércoles 7 de mayo a las 10:00 horas con la misa “Pro eligendo Pontifice” en la Basílica de San Pedro. El oficio lo presidirá el decano del Colegio Cardenalicio, el cardenal Giovanni Battista Re.
A las 16:30 los cardenales se dirigirán en procesión hacia la Capilla Sixtina entonando el tradicional “Veni Creator Spiritus”. Allí prestarán juramento de secreto absoluto sobre las deliberaciones. La primera votación tendrá lugar esa misma tarde.

El proceso exige que un candidato obtenga dos tercios de los votos, es decir, al menos 89. En caso de que no haya un resultado tras tres días, se establece una jornada de oración y reflexión antes de reanudar las votaciones. Las papeletas serán quemadas tras cada escrutinio. El humo negro (sin elección) o blanco (elección de papa) será el único signo visible para el mundo exterior.
Máxima seguridad del Cónclave y aislamiento total
El Vaticano ha tomado rigurosas medidas para preservar el secreto del cónclave. La Capilla Sixtina ha sido inspeccionada electrónicamente y se han instalado inhibidores de frecuencia. Los cardenales dormirán en la Casa Santa Marta, sin posibilidad de comunicación con el exterior. Los accesos han sido restringidos y el perímetro del Vaticano permanece fuertemente vigilado.
El personal que tendrá contacto con los cardenales —conductores, personal médico, cocineros, personal de limpieza— ha sido obligado a firmar un juramento de confidencialidad bajo pena de excomunión latae sententiae (automática). El uso de teléfono móvil o cualquier otro tipo de dispositivo electrónico está estrictamente prohibido.
Nombres que suenan con fuerza
En los pasillos de Roma se escuchan con más frecuencia algunos nombres. Pietro Parolin, actual secretario de Estado del Vaticano, aparece como un candidato de consenso: moderado, diplomático, con experiencia en política internacional. Otro perfil fuerte es el de Luis Antonio Tagle, con gran ascendencia en Asia y promotor de una Iglesia cercana a los pobres. Matteo Zuppi, arzobispo de Bolonia y figura muy respetada dentro del movimiento de Sant’Egidio, es visto como un puente entre progresistas y conservadores.

Otros nombres relevantes más discretos son los españoles Juan José Omella y Ángel Fernández Artime, el latinoamericano Baltazar Porras o el africano Robert Sarah.
El contexto global y el perfil esperado
El próximo pontífice no solo tendrá que encarar retos internos. La situación internacional añade presión: guerras abiertas, una crisis climática cada vez más alarmante, el auge de movimientos populistas que chocan con los valores del Evangelio y un mundo post-pandemia que ha agudizado las desigualdades.
Diversos expertos señalan que la Iglesia necesita un líder que sea al mismo tiempo pastor y estadista. Alguien capaz de reformar sin fracturar, de hablar a los creyentes pero también a los no creyentes. Francisco, con su estilo sencillo y directo, rompió moldes, pero dejó también una institución fatigada por tensiones internas.

Muchos cardenales han pedido durante las congregaciones que el nuevo papa tenga “escucha activa. También humildad y capacidad de reconciliación”. Algunos paralelamente piden un líder más joven, capaz de encarar un pontificado largo y reformador.
La hora decisiva
El humo blanco aún no se eleva, pero el mundo ya observa cada movimiento en la plaza de San Pedro. Se espera que el cónclave pueda resolverse en menos de cinco días, aunque la diversidad de sensibilidades hace prever más de una ronda sin acuerdo.
Mientras tanto, los fieles rezan. En parroquias de todo el mundo se celebran vigilias de oración, se encienden cirios y se piden bendiciones para el futuro papa. En una Iglesia marcada por escándalos, divisiones y desafíos culturales, la esperanza renace en el ritual más antiguo y solemne que la fe católica conserva desde hace siglos.
“Habemus papam” será el grito que marcará el comienzo de una nueva etapa. De momento, nadie sabe cuándo resonará.
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