
Ana P.Botín se blinda en el Santander: Cierra 100 oficinas mientras aumenta beneficios
La compañía de los Botín crece con adquisiciones bancarias al mismo tiempo que lidera el cierre de sucursales en España
El Banco Santander ha cerrado el primer semestre de 2025 con el mejor resultado de su historia. La entidad presidida por Ana Patricia Botín obtuvo un beneficio atribuido de 6.833 millones de euros. Un 13% más que en el mismo periodo del año anterior. La cifra se apoya en mayores ingresos por intereses, comisiones récord y una reducción sostenida de costes.
Pero esa reducción de costes tiene un precio. En los últimos doce meses, el banco ha cerrado 109 oficinas en varios países. Además, ha despedido a cientos de empleados en mercados clave como Reino Unido y España. Todo, mientras invierte miles de millones en adquisiciones estratégicas.
La digitalización como argumento
La dirección del banco, encabezada por Ana Patricia Botín, insiste en que estos cambios responden a una transformación digital necesaria. Sin embargo, sindicatos y colectivos sociales ven un patrón claro: una estrategia de ajuste estructural que recorta empleo y servicio presencial para aumentar rentabilidad.
El caso británico es paradigmático. En 2025, Santander UK ha cerrado 95 sucursales, más del 20% de su red física. También ha reconvertido 18 oficinas en puntos sin atención al cliente y ha reducido horarios en otras 36. La decisión afecta directamente a 750 empleos.
El banco justifica la medida por el aumento del uso de canales digitales. No obstante, muchas personas, sobre todo mayores, no consideran viable esa opción. Para ellas, el cierre de una oficina no es una mejora tecnológica, sino una exclusión.
España: sin cierres masivos, pero con la misma lógica
En España, el ajuste continúa a un ritmo más silencioso. En 2024 se cerraron 51 oficinas y se despidió a 582 trabajadores. En 2025 no ha habido nuevas oleadas, pero la red sigue adelgazando.

Miembros de la plantilla denuncian que el modelo actual prioriza la eficiencia sobre la calidad del servicio. Menos empleados asumen más funciones, en un contexto donde se exige cumplir objetivos comerciales cada vez más exigentes. La dirección responde que todo forma parte de una “adaptación al mercado”.
Estados Unidos: contención, no apuesta
En Estados Unidos, el Banco Santander también ha reducido personal. En 2024 eliminó unos 320 puestos, sobre todo en banca minorista. Este año no ha habido recortes tan visibles, pero tampoco inversiones relevantes. "El banco mantiene una presencia limitada y sin planes claros de expansión. La digitalización se menciona como motor, pero sin el respaldo de una estrategia sólida", señalan fuentes expertas del sector.
En contraste, el Santander ha aumentado su plantilla en Polonia. El país ofrece márgenes más amplios y salarios más bajos. Es uno de los pocos mercados donde el banco ha crecido en número de empleados. "El mensaje es claro: se recorta donde es caro, se invierte donde es barato", analizan las mismas.
El riesgo es evidente: sustituir empleo estable y cualificado en mercados maduros por contratos más precarios en economías emergentes. La rentabilidad sube, pero a costa del arraigo territorial y del vínculo con el cliente.
Compras millonarias y despidos
Al mismo tiempo que recorta plantilla y oficinas, el Santander sigue creciendo mediante adquisiciones bancarias. En julio compró la filial británica de Banco Sabadell (TSB) por 3.100 millones de euros. Con esta operación, refuerza su posición en Reino Unido y lanza un mensaje estratégico: sigue apostando por crecer en mercados clave.
Cierra oficinas y despide a 750 personas en Reino Unido, mientras gasta miles de millones en una adquisición en ese mismo país. En paralelo, ha vendido su filial en Polonia por 7.000 millones. Esto le permite liberar recursos, reforzar capital y seguir repartiendo beneficios a los accionistas.
Un modelo cada vez más distante
"Las decisiones del Santander responden a una lógica clara: concentrar recursos donde la rentabilidad es mayor, reducir estructura física y limitar costes fijos", señalan voces del sector bancario. Pero esta estrategia tiene consecuencias.
El banco pierde contacto con parte de su clientela. El modelo de atención se vuelve más frío, más automatizado. Y los trabajadores, que sostienen el día a día de la entidad, soportan la presión de hacer más con menos.

Los beneficios récord no se traducen en mejoras para empleados ni clientes. La digitalización, en lugar de complementar la atención presencial, la está sustituyendo. Y eso implica dejar atrás a muchos usuarios que no encajan en el nuevo perfil digital del banco.
Una transformación con costes sociales
El caso del Banco Santander refleja una tendencia en la gran banca europea: modernización entendida como reducción. Reducir oficinas, recortar personal y centralizar operaciones. Todo, en nombre de la eficiencia.
La dirección del banco lo presenta como una evolución inevitable. Pero detrás de los balances positivos hay una realidad menos visible: menos empleo, menos presencia territorial y un servicio más limitado.
Ana Patricia Botín ha reforzado el poder del Santander en los mercados financieros. Pero el coste de esa consolidación lo pagan empleados y clientes. Mientras los accionistas celebran resultados, otros pierden su puesto de trabajo o su acceso directo al banco.
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