
El festival Viña Rock, controlado por un fondo proisraelí: Los músicos se rebelan
El fondo KKR, fundado por judíos de EEUU, tiene control de otros festivales españoles como FIB, Sónar o Arenal Sound
La industria de la música en España se ha visto sacudida al conocer que los principales conciertos del país están en manos del fondo proisraelí Kohlberg Kravis Roberts (KKR), que hace negocio con el drama que sufre Palestina.
Tal y como desvela El Salto, KKR se hizo el pasado año con Superstruct Entertainment por 1.400 millones de euros. En España, esta promotora organiza Sónar o el reivindicativo Viña Rock. También el Resurrection Fest, Monegros Desert Festival, Arenal Sound o el emblemático FIB de Benicàssim.
Sónar es la única que ha roto el sonoro silencio que ha seguido a la noticia. "Somos una plataforma que promueve la diversidad, la inclusión y respeta la libertad de expresión de sus artistas, participantes y colaboradores. El equipo de Sónar siempre hemos trabajado y trabajaremos con la premisa de favorecer el respeto por los derechos humanos universales", señalan.
"El festival condena firmemente todo tipo de violencia. Desde su fundación hace más de 30 años, acogemos expresiones culturales locales y globales que tienen en Sónar su espacio natural para proyectar la voz de sus comunidades", dice el festival de música electrónica.
Así hace caja KKR con territorios ocupados de forma ilegal
El fondo controlado por los judíos norteamericanos Henry Kravis y George Roberts impulsa actividades de promoción inmobiliaria en territorios palestinos ocupados ilegalmente por Israel. Lo hace a través del conglomerado alemán Axel Springer, controlado desde 2019 por KKR.

El editor de Bild, Die Welt, Business Insider, Politico y Upday cuenta con un 'Idealista teutón', Yad2, que ofrece propiedades ubicadas en zonas ocupadas. En diciembre de 2024 Yad2 anunciaba nuevas oportunidades. "Yad2 te ayuda a mirar hacia adelante y construir un futuro en tu próximo hogar en Israel". Y adjuntaba un mapa que incluía territorios reconocidos internacionalmente como parte de Palestina, incluyendo Jerusalén este, Gaza y Cisjordania.
Problemas para el Viña Rock
Grupos como La Prados, Los de Marras, Manuka Honey, Juliana Huxtable, Animistic Beliefs, Jeisson Drenth, Dakidarría, Sínkope, High Paw o Sons of Aguirre han dicho adiós a los festivales ligados a KKR.

"Creemos que huelga decir lo que opinamos al respecto de colaborar con genocidas, cómplices de una limpieza étnica que ha costado la vida a más de 60.000 palestinos (17.000 de los cuales son niños). Por ello, los Sons hemos decidido no volver a participar en el festival Viña Rock. Ni en el resto de festivales adquiridos por KKR hasta que este no cambie de manos", dicen Sons of Aguirre.
Kaotiko ha anunciado que no irá a los festivales del fondo KKR, "O cualquier otro de la misma índole que financie el genocidio contra el pueblo palestino", señalan. Por su parte, Porretas ha dicho que no participarán "en el festival hasta que la situación cambie", refiriéndose al de Villarobledo.
El Viña Rock, una extraordinaria plataforma de cultura reivindicativa
Desde que se estrenó en 1996, el festival Viña Rock se ha convertido en mucho más que una cita musical. A lo largo de casi tres décadas ha logrado posicionarse como un auténtico símbolo de la contracultura. Y también de la reivindicación social dentro del panorama musical español.
Viña Rock ha evitado ejercer de festival lúdico. Y ha construido una identidad propia basada en la diversidad, el compromiso político y la libertad de expresión. Con el paso de los años, se ha convertido en un espacio donde convergen distintas voces críticas y propuestas transformadoras.
En sus escenarios han tenido cabida grupos de rap, punk, rock, reggae y mestizaje. En su marco, las letras eran una herramienta de denuncia contra la injusticia social o el autoritarismo. También del racismo, la represión o el sistema económico capitalista.
Bandas como Ska-P, Soziedad Alkohólika, Los Chikos del Maíz o Boikot, entre muchas otras, han sido habituales en el cartel. Y han contribuido a forjar esa identidad combativa que caracteriza al festival. Sus mensajes, a menudo incómodos para el poder, encuentran en Viña Rock un altavoz masivo y plural.
Pero el carácter reivindicativo de Viña Rock no se limita a lo que ocurre sobre los escenarios. El festival ha sido también un espacio para el encuentro de colectivos sociales, asociaciones y movimientos alternativos que promueven desde la ecología política hasta los derechos laborales. Pasando por la lucha feminista, el antirracismo o la defensa del mundo rural.
La presencia de estos colectivos en el recinto, a través de puestos informativos o actividades paralelas, refuerza la dimensión política y comunitaria del evento. Cada año, 240.000 personas acuden a esta plataforma contestataria ahora manchada por KKR.
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