
El cine español tiene nombre de mujer
Del legado de Pilar Miró a Belén Funes o María Ripoll, las directoras lideran una nueva manera de contar historias
Hubo un tiempo en que el cine en España, como en gran parte del mundo, era territorio reservado a hombres. Las mujeres estaban, en su mayoría, relegadas a papeles secundarios o estereotipados, siempre delante de la cámara. Y su presencia detrás de ella era puramente testimonial.
Una herencia que no se detiene
Pero ese escenario ha cambiado; el último Festival de Málaga ha dado un giro coperniquiano con una mayoría clara de mujeres cineastas triunfando. Gracias a pioneras como Pilar Miró, que se atrevieron a romper los moldes, el panorama es totalmente distinto. Directora, guionista y figura institucional clave, Miró no solo dejó películas de peso como El crimen de Cuenca o Beltenebros. Sino que allanó el camino para que otras muchas pudieran construir una trayectoria profesional dentro del audiovisual.
A su estela llegaron voces como las de Gracia Querejeta, Isabel Coixet, Chus Gutiérrez o Icíar Bollaín. Quienes consolidaron una generación comprometida con la exploración emocional y la denuncia social desde una perspectiva distinta. Cine con mirada propia, libre y poderosa. Son las iniciadoras de CIMA, la asociación de mujeres del audiovisual español.
Una generación femenina innovadora
Así, el cambio no ha sido solo cuantitativo, sino cualitativo. La edición de 2024 del Festival de Málaga lo ha confirmado con una rotundidad que no deja lugar a dudas. Las directoras no solo están presentes, sino que están ganando. La gran triunfadora del certamen fue Sorda, de Eva Libertad, una cinta que explora la maternidad y la inclusión. La historia disruptiva de una vida magnifica pero distinta.
Porque el punto de vista de una mujer sorda que cría a un hijo oyente, en un mundo a veces carente de empatía, es maravilloso. El jurado la distinguió como Mejor Largometraje Español. Recibiendo también el Premio del Público y galardones a las mejores interpretaciones, dejando claro que emoción y calidad no están reñidas.

Belén Funes, que ya había dado muestras de su talento en La hija de un ladrón, recibió la Biznaga de Plata a la mejor dirección por Los tortuga, una historia dura y honesta sobre la fragilidad familiar y la culpa que se instala en los vínculos más estrechos.
Tras el verano, de Yolanda Centeno, debate sobre un tema muy poco abordado. ¿Qué ocurre cuando una pareja se reconstituye con otro u otra nueva persona y hay hijos? ¿Qué ocurre con los hijos y sus relaciones afectivas con la madrastra o el padrastro? Ese vínculo que se cría y que supera la barrera de lo legal, para situarnos en la esfera pura del sentimiento y la cuestión de la verdadera paternidad.
Mientras que Todo esto pasará, de María Ripoll, reflexiona sobre la pérdida, el perdón y la redención personal desde una mirada luminosa.
También destacó Lo que queda de ti, de Gala Gracia, un retrato íntimo sobre el duelo ambientado en el Pirineo aragonés. Combina con sensibilidad la identidad rural con la exploración emocional.

Todas estas películas, diferentes en tono y en estilo, confirman que la autoría femenina en el cine español está más viva que nunca y abarca todo tipo de géneros, lenguajes y miradas. Pero siempre desde la capacidad de entender el lenguaje emocional.
Más allá de nuestras fronteras
Este impulso no se limita al circuito nacional. Una de las cineastas más destacadas del panorama europeo actual es Elena Martín Gimeno. Su película Creatura fue reconocida con el Label Europa Cinema y el premio a la mejor película europea en la Quincena de Cineastas del Festival de Cannes, uno de los espacios más prestigiosos del cine de autor. Creatura, coescrita con Clara Roquet, aborda el despertar sexual femenino desde una óptica profundamente íntima, saltando entre etapas de la vida de la protagonista y poniendo el foco en las heridas invisibles que arrastran muchas mujeres desde la infancia.

Elena Martín Gimeno representa esa nueva generación de directoras que no temen adentrarse en temas incómodos, complejos o íntimos, y lo hacen desde una sensibilidad y una honestidad que resultan transformadoras. A ella se suman otras figuras imprescindibles para entender el presente del cine hecho por mujeres en España.
María Zamora, por ejemplo, es mucho más que una productora: es una de las impulsoras clave del cine independiente actual. Ha estado detrás de películas como Alcarràs, ganadora del Oso de Oro en Berlín, y en 2024 recibió el Premio Nacional de Cinematografía. Chelo Loureiro, pionera del cine de animación, ha obtenido múltiples premios Goya y este mismo año fue distinguida con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. También Patricia Roda ha sido galardonada por su trabajo documental en De Lorca a Lorca, un retrato poético de la memoria y la identidad.
CIMA, un motor para el cambio
No se puede hablar del avance de las mujeres en el cine español sin mencionar a la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales, CIMA. Con más de 1.300 socias en activo, esta organización ha sido clave para impulsar la igualdad de oportunidades en un sector históricamente desigual. Desde su creación, CIMA no solo ha acompañado y visibilizado el trabajo de guionistas, productoras, técnicas, directoras o compositoras. Sino que ha logrado colocar la conversación sobre la igualdad en el centro del debate cultural.
En 2024, la asociación recibió el Premio Sant Jordi de la Industria. Destacando su labor incansable en la defensa del talento femenino y su compromiso con una representación más justa y realista en los contenidos audiovisuales. CIMA ha demostrado que no basta con crear. También hay que transformar estructuras y cuestionar dinámicas que han invisibilizado durante demasiado tiempo a las profesionales del medio.
No es una moda, es una revolución
El auge del cine dirigido por mujeres no es casual ni coyuntural. Es el resultado de décadas de esfuerzo, talento, perseverancia y apoyo mutuo. Y no se trata únicamente de justicia o de cuotas, sino de una transformación estética y narrativa real. Las directoras están expandiendo los límites del lenguaje cinematográfico, abordando historias desde lo íntimo, lo político, lo emocional, lo corporal. Y lo están haciendo con una autenticidad que conecta con el público y la crítica. El cine español, gracias a ellas, es hoy más diverso, más plural y libre.
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