La Audiencia Provincial de Pontevedra ha ratificado el 'Informe Pericial suscrito de Carmen Balfagón y Ramón Chpirrás" en el caso de Déborah Fernández. La investigación de Balfagón y Chippirrás puso el dedo en un aspecto importantÃsimo: en su momento no se realizó la correspondiente inspección de las uñas de las manos de la joven.
Un examen de vital importancia que se realizó el pasado mes de mayo en base al informe que en abril aportó el criminólogo Óscar Tarruella que propició la exhumación del cadáver de Déborah. En este nuevo examen se confirmó la aparición de pelos y fibras que podrÃan ayudar a resolver este caso. Las fibras halladas, según fuentes consultadas por Elcierredigital.com, podrÃan pertenecer a ropa de cama que en su dÃa el principal sospechoso del crimen habrÃa entregado a una tercera persona.
Hace tan sólo una semana el Juzgado de Instrucción número 2 de Tui ordenó nuevas declaraciones y el registro del coche del principal sospechoso del crimen. El nombre que desde 2002 siempre ha estado puesto en el foco de este crimen que, de no tomarse alguna decisión pronto, prescribirá el próximo mes de abril de 2022.
Un crimen cometido en 2002
El 30 de abril de 2002 era un dÃa normal para Déborah Fernández, fue a clase de Diseño Gráfico pero salió antes porque se sentÃa mal. Déborah, viguesa de 22 años, se fue desde clase a su casa en la avenida Atlántida de Alcabre y a mediodÃa acudió a la peluquerÃa. Después de comer, por la tarde, salió a correr por la playa de Samil, se encontró con su prima e hicieron juntas parte del recorrido. A la altura del puente de Langares se despidió de ella, le dijo que no iba a salir aquella noche, que iba a alquilar "Amelie" en el videoclub.
A las nueve menos cuarto de la noche fue vista por última vez en la zona de Alcabre cuando un conocido, supuestamente, se cruzó con ella a 500 metros de su casa. Diez dÃas más tarde, el 10 de mayo, una vecina, Adelaida, que paseaba a su perro por O Rosal, encontró su cuerpo a más de 40 kilómetros de Vigo. La joven estaba a tres metros del arcén de la carretera, desnuda y medio tapada con ramas de acacia, acostada de lado, con piernas y brazos flexionados. Depositaron el cuerpo con cuidado, con mimo, porque no habÃa señales de arrastre del cadáver sobre el suelo.
La criminóloga Carmen Balfagón.
La autopsia desveló que la joven habÃa muerto entre seis y nueve dÃas antes, pudiendo incluso haber ocurrido el mismo dÃa de su desaparición. Cuando murió estaba vestida y asà estuvo al menos durante las doce horas siguientes a su muerte. Luego desnudaron su cuerpo y lo lavaron. Los informes también arrojaron que Déborah permaneció en un lugar frÃo y oscuro, quizás una cámara frigorÃfica o un sótano, hasta que fue depositada en la cuneta por su presunto asesino o un cómplice.
El cuerpo no tenÃa signos de violencia ni de agresión sexual. La hipótesis más fiable fue la muerte por sofocación con un objeto blando, que no habrÃa dejado signos violentos. Junto al cadáver se dejaron pistas falsas, como un preservativo usado, un pañuelo de papel y un cordón verde bajo el cuerpo. También se hallaron restos de semen y ADN, que parecÃan pruebas fiables para encontrar al autor. Durante años los investigadores siguieron estas pistas que luego resultaron ser falsas, se hicieron cientos de pruebas, entre ellos al principal sospechoso, un joven que habÃa sido novio de la chica. Pero no se consiguieron resultados positivos.
Los investigadores finalmente descubrieron que la escena era ficticia, un escenario montado para hacer creer en el móvil sexual. El autor incluso introdujo semen artificialmente en la vagina de la joven, ya muerta. Los forenses determinaron que esa es la única explicación a que se conservara ese fluido diez dÃas después del fallecimiento. Hasta cinco grupos policiales de trabajo pasaron por el caso sin poder llevar al asesino ante la Justicia. Diecinueve años más tarde la familia, los investigadores contratados y el Juzgado tratarán de arrojar luz sobre un crimen sin resolver.