15 de mayo de 2024
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FIN DE SEMANA

El 15 de agosto de 2013 la empresaria gallega fallecía a los 69 años de edad víctima de un derrame cerebral mientras se encontraba de vacaciones

Una década sin Rosalía Mera, creadora de Zara junto a Amancio Ortega: Su herencia en manos de su hija Sandra

Rosalía Mera.
Rosalía Mera.
El 15 de agosto de 2013 fallecía la empresaria Rosalía Mera. Exmujer del también magnate Amancio Ortega y madre de su hija Sandra, Mera perdía la vida a los 69 años edad víctima de un derrame cerebral mientras se encontraba de vacaciones en la ciudad mallorquina de Mahón. Por aquel entonces, la cofundadora de Inditex tenía una fortuna valorada en 4.700 millones de euros y la revista Forbes la situaba como la 66ª más rica del planeta. Fortuna que hoy esta en manos de su hija Sandra.

El 15 de agosto de 2013 fallecía de manera inesperada la empresa Rosalía Mera Goyenechea, expareja del también magnate Amancio Ortega y madre de Sandra, una de sus hijas. La cofundadora del gigante Inditex, de 69 años de edad,  sufrió un derrame cerebral mientras se  encontraba de vacaciones en la ciudad menorquina de Mahón.

La que fuera una de las grandes fortunas nacionales fue enterrada dos días después de su fallecimiento en la localidad gallega de Oleiros en el que estuvieron presentes su exmarido así como su primogénita, la cantante Luz Casal o el líder de los populares Alberto Núñez Feijóo.  Por aquel entonces, la empresaria gallega tenía una fortuna valorada en 4.700 millones de euros  y la revista Forbes la situaba como la 66ª más rica del planeta.

Su romance con Amancio Ortega

Rosalía Mera Goyenechea nació en 1944 en el barrio de El Matadero, en la zona antigua de A Coruña, justo detrás de la ensenada del Orzán, una playa situada al lado de la de Riazor. Su padre era empleado de la empresa eléctrica Unión Fenosa y la economía familiar no era muy boyante. 

A los once años dejó la escuela y empezó a trabajar. Rosalía, a la que de pequeña llamaban “Rosi”, consiguió un empleo de aprendiz en la tienda de confección y camisería “La Maja”, situada en la calle coruñesa de San Andrés. Allí se encontró con Amancio Ortega Gaona, el encargado del almacén, un chico leonés, introvertido, educado, sencillo, humilde, respetuoso, pero sin una conversación amplia ni una cultura refinada. 

Rosi era en cambio una muchacha de ojos vivos, que destacaba por su figura esbelta y su alegría, lo que le proporcionaba un halo de glamour. Pronto enamoró a Amancio Ortega,quien desde su infancia es una persona con amigos contados y poco amante de los actos sociales. Rosi era la persona encargada para probarse los bañadores que se vendían, “porque se trata de una prenda que no se puede comprar sin ver antes como sienta”, dicen ahora sus entonces compañeros a elcierredigital.com.

Cuando se hicieron novios, Amancio pidió al entonces propietario por aquellos tiempos de la citada tienda, José Luís Quintás, que fuese otra la que se ocupase de esta tarea. “La Maja” era un próspero comercio de A Coruña que llegó a tener hasta tres locales abiertos al público y un almacén. Vendía mucho género procedente de Cataluña y estaba regentado por la familia Castro Quintás. 

Tras un noviazgo corto, Rosalía y Amancio se casaron a las cinco de la tarde, hora taurina, del año 1966 en la parroquia de San José. Como regalo de boda sus compañeros de trabajo le regalaron un reloj de oro. El matrimonio tuvo dos hijos, Sandra y Marcos, este último nació con una discapacidad psíquica falleciendo muchos años más tarde. Se separaron de mutuo acuerdo veinte años después, en 1986.

Rosalía Mera acabó cansada de que todo el mundo la buscara por su dinero

Rosalía Mera.

Eso supuso un antes y un después en la existencia de la que fue la tercera mujer más rica de España. Dicen su amigos que "todos esos años de duro trabajo y de relación con su marido no se habían traducido hasta entonces en ningún éxito personal ni en ninguna visibilidad social. Rosalía era la pieza de un proyecto de otro, sin verse reflejada en un proyecto compartido. Era mártir de ser quien era: la mujer de Ortega".

Los inicios del emporio Inditex

Poco a poco el que prosperó en el negocio fue Amancio, que rápidamente ascendió de recadero a dependiente, aprendiendo allí, junto a su mujer Rosalía, hasta el último secreto del mundo de la confección y de la distribución comercial. La primera vivienda del matrimonio la situaron en un piso que adquirieron en el barrio de Monte Alto, en la calle Forcarey número 25, previo pago de 150.000 pesetas, gracias a un préstamo de una caja de ahorros.

Muy pronto Ortega se dio cuenta de que trabajando para otros nunca se haría rico. Comprendió que el valor añadido se quedaba en el camino y decidió abandonar “La Maja” y abrir su propio negocio para fabricar y vender a precios bajos los cucos y las batas de boatiné. Puso de moda una prenda de guata, de entrecasa y abrigada a la que dio diseño y color, con mezcla de tonos rosas y vivos azules, que se puso tan de moda en la década de los 60 y 70. 

Rosalía abandonaría de inmediato la tienda para participar en la creación de este nuevo negocio textil. Junto a su cuñada Primitiva Renedo Oliveros, la mujer del del hermano mayor de Amancio, Antonio Ortega, fueron las primeras que cosieron los cucos para abrigar a los bebés y elaboraron las famosas batas de boatiné. En aquellos tiempos no todas las viviendas disponían de una excelente calefacción, por lo que las batas gorditas para estar en casa venían muy bien a la gran masa de la población. Fueron ellas las verdaderas artífices del éxito, las que emprendieron la nueva aventura empresarial. 

Mientras tanto, Amancio Ortega hacía encaje de bolillos para trabajar en “La Maja” y al mismo tiempo supervisar el trabajo de su mujer y su cuñada en el taller de la calle San Rosendo. Se trataba de un local de menos de cien metros cuadrados donde se amontaban cuatro máquinas de coser, entre telas y retales. En menos de un año Amancio Ortega decidió dar otro paso hacia delante en su camino hacia el éxito. Cambió el taller de la calle San Rosendo por un local bajo en el número 61 de la calle Noya, en pleno barrio coruñés de Os Mallos. Allí, en el nuevo negocio dedicado principalmente a la lencería, la plantilla del personal era también escasa y estaba formada fundamentalmente por sus hermanos Antonio y Josefa, por su madre Josefa Gaona, su cuñada Primitiva Renedo Oliveros y su mujer, Rosalía de Mera. 

Más tarde, ya empiezan a trabajar hasta treinta empleados en una fábrica para mayoristas que diseñaba una bata que se comercializaba con la marca “Goa”, que tomó para su nombre las iniciales del empresario en sentido inverso. Para ello en 1963 fue creada la sociedad Goa Confecciones, el germen de Zara España S.A. Sin embargo, llegó un momento en el que también Amancio abandona su trabajo en la tienda y comienza a vender por toda España sus batas de boatiné. Dicen sus entonces vecinos que era un hombre pegado a una maleta. 

Rosalía y Amancio ya habían cambiado su modesto domicilio trasladándose a vivir al Paseo de Ronda, puerta con puerta con toda la familia Ortega. El hermano de Amancio vivía en el séptimo y los padres en el décimo. Y ellos ocupaban dos pisos de las últimas plantas. En ese periodo, desde 1963 hasta 1975, el negocio de batas y camisones experimenta un crecimiento sostenido. Y como esta primera aventura empresarial tuvo éxito, el matrimonio Ortega se anima a embarcarse en un proyecto mucho mayor. 

“Nos planteamos que, en vez de comprar productos en Cataluña, a lo mejor los catalanes nos los podrían comprar a nosotros. Creo que no hubo nada de extraordinario”, dijo en su día Rosalía de Mera. Fue así, sin dejar de ser fabricantes, como se convirtieron también en distribuidores y en vendedores, y surge como una necesidad la tienda Zara, que abrió en mayo de 1975 su primera tienda en A Coruña, en pleno ensanche, en la calle Juan Flórez, números 64-66. Allí se vendían los jerseys a 500 pesetas. Hoy es un nombre mundialmente reconocido gracias al Registro de Patentes y Marcas que le vetó el nombre que inicialmente habían elegido: Zorba. 

Ya en diciembre de 1975 se abrió la segunda tienda Zara en la calle Torreiro, en el corazón de la urbe tradicional coruñesa. Un emplazamiento privilegiado pues los Ortega ya tenían claro por entonces que debían elegir sitios céntricos donde instalarse. De ahí que siempre han centrado en el reclamo de los escaparates las perspectivas de su éxito.  Bajo el anonimato, el negocio fue creciendo y sus cuentas corrientes engordándose. En 1979 había ya seis tiendas Zara en A Coruña, Vigo, Lugo y Ourense. 

El proceso de expansión fue in crescendo. Y en junio de 1985 deciden dar otro salto creando Inditex (Industria de Diseño Textil SA), empresa cabecera del grupo, con el fin de aglutinar las distintas actividades mercantiles derivadas del negocio de distribución de moda. Su sede central está en Arteixo, en A Coruña.

Tras el fuerte proceso de crecimiento en España en la década de los ochenta, el grupo adquirió velocidad de crucero y tres años después de su creación, los Ortega abren su primera tienda fuera de España, en Oporto (Portugal), iniciando así un recorrido cuyo éxito es un caso de estudio a nivel mundial. 

Crisis familiar

Pero mientras que el negocio de los Ortega marchaba a buen ritmo, su matrimonio, en contraste, naufraga a la misma velocidad. El nacimiento el 1 de mayo de 1971 del segundo hijo de la pareja, Marcos, con una discapacidad psíquica (parálisis cerebral) distancia mucho al matrimonio. Este nacimiento y sus problemas añadidos hacen que Rosalía se aleje del trabajo y de la empresa familiar. 

Rosalía pasa a dedicarse en exclusiva al cuidado de su hijo Marcos, mientras que su marido se dedica en cuerpo y alma a forjar su imperio. Junto a ella siempre estuvo la primera hija del matrimonio, Sandra Ortega Mera, nacida el 19 de julio de 1968 en A Coruña. Una chica que estudió en un instituto público, aunque en su infancia pasara por el colegio de monjas Las Esclavas.

Sandra Ortega Mera.

Siempre estuvo muy vinculada a su madre y no trabajó nunca con su padre en la empresa textil. Es psicóloga y controla la Fundación Paideia, que fundo su madre y a la que dedica muchas horas. Está casada con Pablo Gómez, que sí fue empleado de Inditex, un chico muy querido en la casa donde empezó de comercial. Juntos tienen tres hijos y ya le han dado a Amancio Ortega nietos. 

Aquellos años setenta y ochenta fueron de pura entrega al proyecto empresarial por parte de Amancio Ortega. Dicen que trabajando de sol a sol y sufriendo, incluso, un serio revés al querer emular la fórmula de los almacenes donde se vendía de todo, lo que le obligó a volver a empezar desde un principio. Un patrimonio forjado a pesar de ser un hombre que no fue a ninguna universidad renombrada ni nunca en su juventud se codeó con los herederos de las grandes fortunas empresariales españolas. 

Pero si por cualidades externas hubiera que juzgar al hombre más rico de España, ni el más prestigioso psicólogo lograría desenmascarar su identidad. Dicen que su aspecto físico es anodino, con algo de papada, mediana estatura y grandes entradas en el pelo. Que huye de la ostentación, de los iconos de lujo y de la posición social. Le gusta vestir camisa Oxford, pantalón gris o marrón y zapatos castellanos, un uniforme que repite desde siempre con un desdén hacia el cambio difícil de asimilar en un revolucionario del prêt à porter. Dicen que muy pocas veces se le pasa por la cabeza ponerse una corbata y que nunca viste como un alto ejecutivo. Que es un hombre discreto a más no poder, de pocos amigos y muchos conocidos. Que acostumbra a empezar su jornada matinal con un desayuno con zumo y café con leche. Que lo suele hacer en el Club Financiero de A Coruña, en compañía de sus amigos habituales, que le han puesto de apodo “penique”. Que siempre son los mismos aunque, de vez en cuando, se incorpora algún nuevo miembro al grupo. Que entre ellos apenas figuran políticos. 

Y que en su mismo gremio, el textil, tampoco goza de grandes amistades, salvo los dueños del grupo Caramelo. Que su gran amigo fue José Caramelo, que curiosamente fuera su viajante cuando en 1963 despegó a través de la firma Goa Confecciones. Que siempre que puede ve los partidos del Deportivo, en la tele o en el Riazor, donde pasa totalmente desapercibido. Que sus grandes hobbies son los caballos y los automóviles (corre una anécdota por la empresa de que consiguió reventar el motor de un porsche, su marca preferida). Que sólo le quita el sueño Inditex. Que es capaz de sacar a un trabajador de su cama, en pleno sueño, para solucionar un problema que se le ha ocurrido de repente. 

Que los sábados, único día en que come en casa, lo hace en un office anexo a la cocina. Que tiene una cocinera permanente a su servicio. Que le gusta la cocina poco elaborada. Que sus gustos culinarios se centran en los huevos de corral y en las verduras frescas cultivadas en su Pazo de Anceis, situado a 12 kilómetros de A Coruña, en el término municipal de Cambre. Se trata de un pazo barroco del siglo XVII, uno de los más hermosos de Galicia, situado en la carretera que une Santiago de Compostela con A Coruña a la altura del lugar de Altamira. En su fachada, que sigue teniendo el aspecto de antaño, destacan los escaques y roeles de la familia Bermúdez de Castro, así como un brazo empuñando un estandarte de los Villardefrancos y un castillo envuelto en zarzas de los Riobóo. Como todo pazo gallego que se precie, el de Anceis tiene capilla y una fuente de piedra, de estilo portugués, con cuatro caras carrilludas de cuyas bocas salen caños de agua. Que también posee un chalé en la localidad pontevedresa de Sanjenjo y un apartamento en Marbella. A este último no suele ir casi nunca. Y que rechazó la posibilidad de que la sede de la fundación Amancio Ortega, futura depositaria de su herencia, estuviera en Holanda pese a que fiscalmente le favorecía la decisión. "Es muy español", aseguran sus amigos.

La mujer más rica de España

La empresaria Sandra Ortega, más conocida por ser la primera hija del magnate gallego del sector textil Amancio Ortega, es la mujer más rica del país gracias al importante accionariado que ostenta de Inditex. Además de ser la presidenta de la Fundación Paideia Galiza desde 2013, cuando murió su madre, Sandra se adjudicará en abril el patronato de la Fundación Amancio Ortega tras la marcha de Pablo Isla

No siempre lo ha tenido fácil y es que Sandra Ortega ha estado inmersa en alguna guerra judicial contra el que fuera su hombre de confianza, José Leyte, convirtiendo la situación en todo un culebrón jurídico financiero. La hija de Amancio Ortega acusaba a Leyte de haberla engañado y falsificado su firma para solicitar a entidades financieras créditos en beneficio de Room Mate, la empresa de Kike Sarasola. De un modo u otro, Sandra Ortega está enfocada en su trabajo empresarial y más personal, como en presidir la Fundación Paideia Galliza, creada por su madre en 1986, donde ofrecen ayuda y oportunidades de integración a personas con discapacidad. 

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