
El caso de los hermanos Orrit y sus enigmas: 'No quiero morir sin saber que pasó'
Dolors e Isidre Orrit desaparecieron "forzosamente" hace 37 años en un Hospital de Manresa y todavía no hay culpables
Casi cuatro décadas han pasado desde que los hermanos Orrit desaparecieron, y desde entonces, ni un mísero atisbo de esperanza han recibido sus trece hermanos y su madre. Fue el 5 de septiembre de 1988 cuando Dolors, de 17 años, e Isidre, de 5 años, fueron vistos por última vez en el Hospital San Juan de Dios de Manresa. El caso se catalogó como un delito de rapto del niño e inducción al abandono del hogar de la niña, pero fue archivado y prescribió sin apenas tener un sospechoso.
Tras 37 años, Mari Carmen, hermana de Isidre y Dolors, narra a elcierredigital.com cómo afronta ese sufrimiento y en qué punto está el caso. La mujer indica: “Pasan los años y todo está igual, no han querido escuchar a alguien que pudo ser testigo porque el caso había prescrito. Ahora que se están empezando a revisar casos antiguos, espero que le toque el turno al nuestro, es la última esperanza”. El testigo al que se refiere Mari Carmen, apareció en 2021, pero el magistrado que llevaba el caso rechazó reabrir la causa.

Si algo sienten los hermanos de Isidre y Dolors es la impotencia por ver que pasa el tiempo y nada cambia. Mari Carmen lamenta: “No nos explicamos que nunca los haya visto nadie, que no den señales de vida, que no haya nada… Es algo muy difícil de llevar. Veo que me voy haciendo mayor y no quiero morir sin saber qué les pasó a mis hermanos; es muy triste. Lo que más me duele es mi madre, que tiene ya muchos años”.
El dolor de una familia de quince hijos
Los padres de los desaparecidos tuvieron un total de 15 hijos que hoy sucumben a la incertidumbre. Además, otro gran varapalo fue la muerte de su padre apenas dos meses antes del suceso. En estos 37 años tres de los hermanos han fallecido sin saber qué pasó. La hermana de los desaparecidos narra: “El caso nos unió y nos separó al mismo tiempo. Empezamos buscándolos todos y luego hay quien se rinde y quien no. Primero lo llevaron mis hermanos mayores y luego cogí yo el caso: empecé a ir a sitios, mirar cosas y demás”.
“Durante todos estos años, nos hemos seguido reuniendo en familia. No te queda otra que seguir y vivir el día a día. Estamos juntos en esto, pero cada uno de los hermanos hacemos nuestra vida”, añade Mari Carmen Orrit.

La hermana de los desaparecidos decidió canalizar su dolor en apoyo a personas que pasasen por su misma situación. Por ello, en 2018, decidió crear la asociación AFADES Barcelona, dedicada a ayudar a familiares de desaparecidos. Mari Carmen relata: “Esa ha sido mi forma de llevarlo, ayudar a los demás. He querido ayudar a las víctimas para que sepan qué derechos tienen y qué cosas pueden hacer. Gracias a esta asociación nos enteramos de que teníamos derecho al sumario 30 años después”.
“La ausencia de respuestas convierte la vida en un ejercicio constante de resistencia, donde la rutina trata de cubrir un vacío que siempre late en silencio. Más allá del dolor personal, lo que se reclama es un acto mínimo de humanidad: que quien guarda la verdad tenga el valor de hablar. Porque solo con la verdad se puede cerrar una historia que pesa demasiado y empezar, al fin, a vivir con un poco de paz”. Con esas palabras, Mari Carmen Orrit resume el sentir de toda su familia.
Una desaparición desconcertante
En la noche del 4 de septiembre de 1988, Dolors, de 17 años, cuidaba en una habitación del hospital de su hermano. Isidre estaba ingresado por unas úlceras que le habían aparecido en la boca a consecuencia de una reacción alérgica a la penicilina.
Ambos tenían que haber dormido juntos, pero a las siete de la mañana del día siguiente la habitación estaba vacía. En el lugar, tan solo la ropa de Isidre, de cinco años, y las gafas, aparentemente de Dolors. Al tiempo se demostró que no eran de la niña, sino de una persona mayor.

La madre denunció la desaparición en comisaría 24 horas después. Se peinaron los alrededores del hospital, barrancos, bosques cercanos. También se usaron perros guía para seguir su rastro, que se acababa a las puertas de las Urgencias. Se barajaron entonces varias hipótesis, desde el accidente hasta que se hubieran suicidado por problemas familiares.
Los hermanos Orrit, quince en total y de origen muy humilde, habían afrontado hacía tan solo dos meses la muerte de su padre. Sin embargo, ninguna de las pesquisas dio resultado. Los cabos sueltos de una investigación, a todas luces insuficiente, fueron muchos.
En 1994 se aportó una pista nueva. Una trabajadora del Hospital aseguró haber sido testigo de una conversación entre cuatro adultos. En ellas un hombre se quejaba de la situación de los menores Orrit y aseguraba que estarían mucho mejor viviendo con la familia paterna.

En 2016, la Policía recibió una llamada desde Oporto (Portugal) en la que se aseguraba haber visto a los Orrit en la ciudad lusa. Sin embargo, esta pista sólo se consideró un rumor sin fundamento. Más de tres décadas después, Carmen, hermana de Isidro y Dolores, sigue empeñada en encontrar a sus hermanos. Está convencida de que no se trató de una desaparición voluntaria.
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