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Una familia posando en un altar de iglesia con dos niños vestidos formalmente.
SUCESOS

Crímenes sin resolver (I): Los misterios del triple asesinato de la familia Barrio

En junio de 2004 Salvador, Julia y su hijo Álvaro fueron asesinados de 125 puñaladas por un criminal aún no identificado

En elcierredigital.com estrenamos una nueva serie que abordará parte de la historia de la crónica negra nacional. Esta nueva sección constará de diferentes entregas que repasarán algunos de los crímenes sin resolver en España.

Dentro de esta lista de crímenes que no se han terminado de resolver se encuentra el triple crimen de Burgos. El 7 de junio se cumplieron dos décadas del asesinato de tres miembros de la familia Barrio en Burgos. 

Este crimen consternó a la ciudad de Burgos por la brutalidad del asesino y por las incógnitas del caso. Se trata de uno de los sucesos más enigmáticos de la historia de España.

El único superviviente fue el hijo mayor, Rodrigo Barrio, que estaba interno en un colegio de Aranda de Duero, Burgos. Este suceso ha prescrito este año dos décadas sin dar con el responsable. 

Los Barrio vivían en la calle Jesús María Ordoño de Burgos. Salvador Barrio, Julia Dos Ramos y su hijo Álvaro, de once años, fueron brutalmente asesinados en el domicilio familiar. 

Edificio de apartamentos con fachada de azulejos y varias ventanas.
Vivienda donde ocurrieron los hechos | Redes sociales

Salvador recibió 69 puñaladas cuando se encontraba en la cocina, la madre 21 estando en la habitación y el niño 39 mientras trataba de huir. Los tres murieron de la misma forma, el asesino los degolló mientras estaban descalzos y en pijama. 

Esta gran cantidad de puñaladas desvelaba algunos datos importantes, pero no la autoría. El alto grado de ensañamiento mostraba que entre las víctimas y el asesino existía cierta relación y cierto grado de odio. 

El asesino lo tenía todo fríamente calculado, ya que accedió al domicilio con guantes y sin forzar la cerradura. Esto incrementó las sospechas sobre que tenía que ser alguien cercano a la familia. Bien porque tenía llaves o porque era un rostro conocido. 

El asesino llevaba consigo una barra de hierro y un cuchillo, pero ninguna de las dos se encontró. El único rastro que dejó fue el de una zapatilla deportiva marca Dunlop talla de 42-43. Dentro de la casa de las víctimas se cambió de ropa y huyó por el garaje. 

‘Testigos’ y primer sospechoso

Una vecina escuchó ruidos de golpes y gritos de socorro, otro vecino escuchó fuertes gritos de dolor. Ambos escucharon cómo se movían los muebles de la casa. Cabe recalcar que Salvador iba a comprar una cosechadora por un valor de 138.000 euros y el asesino pudo tratar de encontrarlos. 

No fue hasta la madrugada del día siguiente, cuando una tía de Salvador se alertó al no tener señales de él. Varios familiares fueron al domicilio que tenían las víctimas en La Parte de Bureba, donde Salvador era alcalde, pero allí no había nadie.

Una vez en la casa de la familia en Burgos accedieron a la casa y vieron varias manchas de sangre. Posteriormente, se encontraron con los tres cadáveres y llamaron a la Policía. Lo único que se encontró fueron las huellas de la zapatilla deportiva. 

Un hombre con gafas de sol y camisa a cuadros habla frente a un micrófono en un podio.
Rodrigo Barrio, el único superviviente del crimen | Redes sociales

Por la mente de los investigadores pasaron varios sospechosos, aunque ninguno de ellos terminó siendo concluyente. En un primer momento se sospechó a Rodrigo Barrio, de 16 años. Sin embargo, se sobreseyó la causa contra él por falta de pruebas. Cabe recalcar que vivía a 70 kilómetros de distancia de la vivienda familiar.

El menor llegó a ser detenido en junio de 2007, pero se le acabó poniendo en libertad. Tras desviar el foco de Rodrigo el caso estuvo parado. No obstante, en 2014 se reabrió con Ángel Ruiz, conocido como Angelillo, como sospechoso. 

Las sospechas contra Angelillo

Salvador y Ángel Ruiz tenían mala relación y mantuvieron varias disputas por temas de negocios. Además, era una persona problemática de La Parte de Bureba. Al día siguiente del entierro Angelillo pintó graves insultos en el panteón familiar donde habían sido enterrados los Barrio.

En 2011 se descubrió que había acabado con la vida de Rosalía Martínez. Angelillo asesinó a esta vecina del pueblo atropellándola con su coche debido a que esta atropelló sus girasoles con un tractor. Por estos hechos, fue condenado en 2014 a 18 años de prisión.

También se descubrió que podría estar relacionado con la desaparición de un hombre búlgaro al que había contratado para cometer un asesinato. Tras estos hechos, la Guardia Civil encontró en su casa las llaves del despacho de Salvador. Esto permitió centrar las sospechas en Angelillo. 

Un hombre con bigote y cabello oscuro viste una camisa clara y mira hacia adelante con expresión seria.
Ángel Ruiz | Redes sociales

En 2017 se encontró una caja de zapatillas de la marca Dunlop, que usó el asesino, en un corral propiedad de Ángel Ruiz. Sin embargo, su familia dijo que eran de su sobrino. También se encontraron armas blancas con dos filos artesanales.

Hace no mucho, un compañero de celda de Angelillo que ahora está en libertad pasó a ser testigo protegido del caso. Este narró que Ángel le había contado cosas extrañas relacionadas con el crimen. 

A esta persona le llegó a decir:  “yo no he dicho que yo no haya sido....Ya te digo yo que el niño no fue”. También le mostró cierto miedo porque revisaron el coche que poseía la familia Barrio. Sin embargo, todo quedó en nada y en 2023 se archivó la causa contra él de manera provisional por falta de pruebas.

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