Las incógnitas del 'caso Almansa': El exorcismo que acabó con la menor Rosita

El 18 de septiembre del año 1990 ocurrió en Almansa, Albacete, un caso digno de una película de terror. Actualmente, la santería es una de las principales preocupaciones de la sociedad. No obstante, este tipo de rituales con hierbas ilegales parecen remontarse a los años 90.

Concretamente, este caso es especialmente crudo por la relación de la víctima con las personas presentes en los hechos. En la escena del crimen la víctima era Rosa María Gonzálvez, una niña de 11 años.

Le habían extraído las vísceras desde sus partes íntimas.  Todo fue a peor cuando se descubrió que ‘Rosita’ había sido víctima de su madre, Rosa Gonzálvez Fito. La menor fue víctima de un ritual de su madre que contó con tintes satánicos. 

Rosa estaba convencida de que el demonio se escondía en el interior del cuerpo de su hija y procedió a sacárselo. La autora del crimen era una conocida curandera que practicaba la santería. 

Pueden parecer hechos anómalos, pero en aquella época abundaban las curanderas y la santería en Almansa. Se trataba de una práctica cultural muy común entre los almanseños. El espiritismo se constituyó como una práctica aceptada y bien vista entre los vecinos, sobre todo con quienes padecían enfermedades. 

En los años 90 las sectas religiosas ya habían extendido sus tentáculos a España y Almansa era una prueba de ello. Dos años después de los hechos se realizó el juicio en la Audiencia Provincial de Albacete. Cabe recalcar que aparte de Rosa hubo dos implicadas más.

Las otras dos personas juzgadas fueron dos vecinas, que eran hermanas y estuvieron presentes durante el ritual satánico. 

Se concluyó que ninguna era imputable debido al estado de enajenación mental que presentaban durante los hechos. Dos de las involucradas ingresaron en un centro psiquiátrico y una quedó en libertad. 

El contexto del crimen

A sus 36 años Rosa Gonzálvez Fito se ganaba la vida como curandera. Se hizo famosa por sus métodos de curación por medio de brebajes. Cobraba la voluntad, pero llegó a amasar una gran fortuna. 

Para tener mayor prestigio convenció a su hermana Ana para que trabajase con ella. Pese a la dudosa efectividad de estos métodos ganó numerosos seguidores. Rosa comenzó una relación con tintes esotéricos con una de sus adeptas. Se trataba de su vecina María de los Ángeles Rodríguez. 

Paralelamente, Rosa buscaba que María de los Ángeles convenciera a su hermana Mercedes para formar un tándem de dos parejas de hermanas. Tres días antes del crimen comenzó una jornada intensiva de esoterismo. 

Las cuatro mujeres fueron a casa de Rosa y comenzaron una orgía satánica que resultaría en la muerte de Rosita. La noche del 15 de septiembre estuvieron consumiendo plantas psicotrópicas.

Según las crónicas de la época, Rosa comenzó a mantener relaciones con María de los Ángeles mientras Ana y Mercedes miraban. Al día siguiente el consumo de sustancias y las relaciones continuaron. 

Las alucinaciones comenzaron y la pareja empezó a decir que eran Jesucristo y la Virgen María. Ante esta situación la hermana de Rosa decidió irse de la casa, pero la curandera y las dos hermanas continuaron. 

Llegó el descontrol. Orinaron, defecaron y vomitaron por toda la casa, destrozaron muebles y llegaron a caminar sobre cristales rotos. En medio de las alucinaciones las tres mujeres estaban confiadas de que Rosita, hija de Rosa, estaba embarazada del demonio. 

Rosa instó a las hermanas a sujetar a su hija y le introdujo los dedos en sus partes íntimas para ‘sacarle el demonio’. La madre terminó destripando a su hija y esta falleció. Rosa siempre ha asegurado que no recuerda nada de aquel terrible exorcismo.