Así vive en prisión el carnicero tatuador de Valdemoro: Se cumplen 5 años del crimen
Leonardo Valencia fue condenado a 25 años por asesinato y permanece en la cárcel de Teixeiro sin protagonizar incidentes
Este miércoles 16 de octubre se cumple un lustro del asesinato de Emilce Cogollos de manos de Leonardo Valencia Jaramillo, conocido como el ‘carnicero tatuador’. Los hechos ocurrieron en la casa de Leonardo en Valdemoro.
Emilce había acudido a tatuarse a casa de Leonardo y una vez allí este le dio cervezas y pastillas para dormirla. El carnicero intentó estrangularla, pero al ver que no podía le clavó un cuchillo en el pecho.
Los hechos no se quedaron ahí, ya que procedió a descuartizarla haciendo uso de un bisturí. El meticuloso desmembramiento fue considerado como sadismo por los investigadores. Cabe recalcar que recortó el rostro de la víctima y los tatuajes que le había realizado para guardarlo como trofeo.
Una vez descuartizada, decidió quemar los restos de Emilce en la barbacoa del patio de su chalet. Posteriormente, acudió a su expareja Celia, que vivía con él, para que le ayudara a limpiar los restos del crimen y enterrar las partes del cuerpo que no ardieron.
No obstante, tras ayudarle, su novia denunció lo ocurrido ante la Guardia Civil y Leonardo fue detenido. El juicio tuvo lugar en marzo de 2023 y Leonardo fue condenado a 25 años y cinco meses de cárcel, además de una indemnización de más de 140.000 euros.
El carnicero tatuador fue considerado culpable de asesinato, pero su pareja Celia fue absuelta de encubrimiento. Sin embargo, el carnicero tatuador trató de echarle la culpa diciendo que fue suya la decisión de desmembrar a la joven para deshacerse del cuerpo. La sentencia fue confirmada por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM).
Actualmente, el carnicero tatuador se encuentra interno en el Centro Penitenciario Teixeiro en A Coruña. En un primer momento ingresó en el centro penitenciario de Alcalá Meco y luego pasó por Zuera.
Fuentes penitenciarias consultadas por elcierredigital.com señalan que “fue trasladado a Teixeiro en marzo de 2023 y llegó en primer grado desde Zuera. Le progresaron en junio de 2023, no tiene partes de incidencias y todas sus sanciones en prisión están canceladas".
“En el centro en el que está actualmente no ha protagonizado incidentes pese a estar en uno de los módulos más conflictivo del segundo grado. Pasa bastante desapercibido, realiza tareas de limpieza y participa en un curso de serigrafia”, añaden las fuentes.
“Es PAIEM (Programa de Atención Integral al Enfermo Mental) y está incluido en VIOGEN (delitos de violencia de género). Solo tiene limitado comunicarse con la familia de la víctima. Se comunica de vez en cuando con familiares directos, hermano, algún sobrino, nada más”, concluyen las fuentes.
Así era el carnicero tatuador
El asesino era de origen colombiano, pero llevaba viviendo desde 2014 en la vivienda de Valdemoro donde ocurrieron los hechos, que era un chalet okupado. En sus propias redes sociales se autodenominaba el ‘carnicero tatuador’.
Su chalet estaba decorado de una manera oscura, ya que estaba repleto de caretas, símbolos satánicos, caretas de Hannibal Lecter y armas. Asimismo, pertenecía a una red social sadomasoquista. En la casa okupada reunía a jóvenes para practicar brujería y llevar a cabo reuniones satánicas.
Leonardo sufría episodios de esquizofrenia, pero no se medicaba ni se trataba. Conocidos suyos señalaron que sufría fuertes episodios violentos sin causa aparente. Celia narró que Leonardo le había comentado su intención de matar a alguien y que ellos se excitaban practicando sexo con sangre.
La víctima era una joven española de dieciocho años que acudía al psicólogo. A los 12 años fue víctima de un delito continuado de utilización de menores para elaboración de material pornográfico. Asimismo, a los 14 años fue víctima de un delito de maltrato en el ámbito familiar.
El asesino señaló, “la maté por reíse de mi acento colombiano, se me fue de las manos. Le coloqué una máscara para tontear, fui a por una bebida y cuando volví no respondía. Cuando vi que había muerto, me quedé sentado mirando el cuerpo y consumiendo cocaína”.
Su defensa se basó en argumentar que se trató de un homicidio imprudente con la atenuante de adicciones, supuestamente era drogodependiente. Concretamente, su defensa señaló que consumía cocaína. También añadió que durante su infancia su padre le llevaba de prostitutas y los servicios sociales de Valdemoro le tenían que coger por la calle.
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