
Lo que Isabel Preysler nunca cuenta (III): Su origen hispano y su nacimiento
La socialité nació en Manila en febrero de 1950 y desciende de militares navarros y riojanos que lucharon en Filipinas
Como venimos informando en elcierredigital.com, Isabel Preysler (Manila, 1950) ha sorprendió recientemente con el anuncio de la publicación de sus memorias. Un volumen titulado 'Mi verdadera historia' (Espasa) en el que promete repasar con detalle su vida. La expectación es enorme y las dudas sobre cómo afrontará isabel estas memorias también. Su trayectoria ha estado marcada tanto por los grandes romances que la convirtieron en “reina de corazones” como por episodios menos conocidos. Desde su infancia en Manila a los secretos 'oscuros' de su familia.
Un viaje al pasado que, más allá de lo que ella decida contar, obliga a detenerse en sus orígenes. El contexto de su nacimiento en Filipinas, el peso de sus padres y abuelos y la influencia de un linaje que mezclaba raíces españolas, disciplina católica y una compleja herencia.

Filipinas fue durante más de tres siglos un territorio bajo dominio de la Corona Española. Desde la llegada de Magallanes en 1521 y la posterior fundación de Manila por Miguel López de Legazpi, el archipiélago vivió una profunda transformación. Marcada por la cristianización, la creación de universidades y colegios religiosos y un fuerte arraigo católico que todavía hoy perdura. Tras la derrota de 1898 frente a Estados Unidos, España perdió la colonia, pero dejó una huella indeleble en la sociedad filipina.
Fue en ese escenario, en plena capital Manila, donde el 18 de febrero de 1950 -que no 1951 como ella sostiene y como destapamos en elcierredigital.com- nació Isabel Preysler Arrastia. Era la tercera hija del matrimonio entre Carlos Preysler Pérez de Tagle y Beatriz “Betty” Arrastia Reinares. La familia pertenecía a una clase media acomodada, con servicio doméstico y costumbres profundamente católicas.
Vivían en el distrito de San Lorenzo, un área residencial rodeada de embajadas, colegios y pequeños chalets con jardín. Un símbolo de la estabilidad de quienes, sin ser millonarios, formaban parte de la burguesía bien posicionada.
La infancia de Isabel Preysler: Entre crisis y resiliencia
Isabel creció en un hogar que, aunque relativamente estable, no estuvo libre de dificultades. Sus padres habían sufrido de lleno las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial y de la ocupación japonesa, que afectaron gravemente a Filipinas. Aquella crisis truncó muchas ilusiones y proyectos, pero Carlos y Betty lograron rehacerse con esfuerzo.
Carlos trabajaba en una empresa de importación y exportación y viajaba con frecuencia a Hong Kong. Posteriormente alcanzó puestos de responsabilidad como director ejecutivo de Philippine Air Lines (PAL) y miembro de la junta del Banco Español de Manila. Un contexto que permitió a la familia mantener su posición social.

En el hogar de los Preysler nacieron seis hijos: Enrique, Victoria, Isabel, Carlos, y los mellizos Beatriz y Joaquín. Isabel, en el centro de la descendencia, vivió marcada por la dualidad de una familia católica estricta pero con grietas que se harían evidentes con el paso de los años. Algunos de sus hermanos encontraron estabilidad, pero otros cayeron en problemas como la droga, un asunto que ella siempre intentó mantener en la discreción.
Los orígenes maternos: Los Arrastia
Las raíces familiares de Isabel por vía materna estaban fuertemente ligadas a España. Su abuela Teodorica Reinares, conocida como Kika, era hija de Francisco Reinares. Este era un soldado riojano que viajó a Filipinas en el último tercio del siglo XIX para combatir en la guerra de independencia. Allí trabó amistad con Valentín Arrastia Roncal, otro joven soldado, natural de Allo, en Navarra.
Tras los combates, ambos se establecieron en la isla de Luzón y empezaron trabajando como braceros en las plantaciones de caña de azúcar. Hasta que poco a poco se convirtieron en hacendados influyentes en la región de Lubao y en la península de Bataán.
De aquella amistad surgió también un pacto estratégico: casar a sus hijos para unir fortunas y consolidar el poder familiar. Así fue como José Arrastia Salgado contrajo matrimonio con Teodorica Reinares de Orion, y juntos se convirtieron en los abuelos maternos de Isabel Preysler.

El matrimonio tuvo una descendencia amplia: diez hijos en total, siete niñas y tres niños. La primogénita fue Beatriz, Betty, madre de Isabel. Sin embargo, el patriarca, José Arrastia, era conocido por sus excesos. Fue considerado uno de los terratenientes más ricos de la zona, pero su vida estuvo marcada por relaciones extramatrimoniales que llegaron a los tribunales.
Con la bailarina Carmen Salvador, de ascendencia hispano-alemana-filipina, tuvo una hija fuera del matrimonio. Se trata de Rubí Neilam Arrastia Salvador, más conocida como Neile Adams, quien triunfaría como actriz y cantante en Hollywood. Además de convertirse en la primera esposa del actor Steve McQueen.
Durante la Segunda Guerra Mundial, la familia Arrastia fue encarcelada por los japoneses durante 18 meses, un episodio que marcó profundamente a la saga y que Isabel siempre ha preferido silenciar en su relato biográfico. Tras aquel periodo, los caminos de los hijos de José y Teodorica se dispersaron, y cada uno tomó un rumbo distinto.
Tías con destinos singulares
Las tías maternas de Isabel reflejaron la diversidad y los contrastes de la familia. Neile Adams alcanzó la fama en Hollywood. Mercedes, conocida como Mercy, se volcó en la religión y llegó a ser embajadora de Filipinas ante la Santa Sede gracias a su amistad con la presidenta Corazón Aquino. Lilian, en cambio, se hizo célebre como jugadora de póker, pero murió joven de cáncer. Elvira, Estella y Josephine consolidaron matrimonios con ricos hacendados.
Mientras que Teresa, Tessy, rompió moldes al fugarse a España con el diplomático Miguel Pérez Rubio, como ya revelamos. Todo tras abandonar a su familia en Filipinas y generar un escándalo nacional en Filipinas. Sería en su casa madrileña donde más tarde Isabel encontraría refugio en sus primeros meses en España.
Esta galería de destinos mostraba el contraste de una familia poderosa y respetada, pero también expuesta al escándalo, la religión y el lujo.
Betty Arrastia, madre y guía
Dentro de esta familia extensa y a menudo turbulenta, Betty Arrastia destacó por su sensatez. Educada en el estricto colegio de Santa Escolástica, de las madres benedictinas, creció en un ambiente religioso y disciplinado. Era una joven hermosa y encantadora, pero no se dejó arrastrar por las frivolidades de la alta sociedad manileña. Eligió casarse por amor con Carlos Preysler, a pesar del recelo de su familia, que hubiera preferido un enlace más ventajoso.
Betty transmitió a sus hijos, incluida Isabel, la devoción religiosa y la severidad moral que había aprendido en su infancia. Su figura fue determinante en la educación de la futura socialité, marcándola con valores de discreción y disciplina que la acompañarían toda su vida.
El linaje paterno: Los Preysler
Por parte de padre, la historia familiar también estaba ligada a España y a Europa central. El apellido Preysler tiene orígenes en Dinamarca, Alemania, Hungría y Austria, aunque la rama filipina procede del linaje hispano-austriaco, especializado en la comercialización de caballos.

El abuelo paterno de Isabel, Fausto Preysler, se trasladó a Filipinas a mediados del siglo XIX y se casó con Carmen Pérez de Tagle Teves. Esta pertenecía a una influyente familia dedicada al comercio del abacá y la copra de coco. Aunque Fausto prosperó inicialmente, murió joven, dejando a su viuda con cuatro hijos en situación precaria.
El tercero de esos hijos fue Carlos Preysler, padre de Isabel, que pese a los apuros económicos logró abrirse camino. Su matrimonio con Betty Arrastia no solo le permitió ascender socialmente, sino también afianzar un núcleo familiar que, aunque marcado por la disciplina católica, arrastraba tensiones y contrastes.
Una familia marcada por claroscuros
Los seis hijos de Carlos y Betty crecieron en un hogar donde se entremezclaban las expectativas de la burguesía católica con los problemas internos. Isabel, en particular, aprendió desde niña la importancia de las apariencias y la pertenencia a los círculos sociales adecuados. Mientras algunos de sus hermanos encontraban estabilidad, otros no lograron escapar de la espiral de la droga. Una herida familiar que ella siempre ha intentado ocultar en sus recuerdos.

A pesar de todo, el hogar de San Lorenzo ofrecía una base segura desde la que Isabel empezó a forjar el carácter independiente que más tarde marcaría su trayectoria en España. Una mezcla de disciplina, encanto personal y capacidad para adaptarse a los entornos más selectos que la ayudó a reinventarse una y otra vez. Todo hasta convertirse en la figura mediática que hoy conocemos.
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