26 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

Este fenómeno natural duró más de una década, lo que provocó que las temperaturas medias en Europa descendieran hasta los 2,5℃

El año 536, el peor de la historia de la humanidad: Erupción de un volcán, 18 meses sin luz y nevadas estivales

Volcán en erupción
Volcán en erupción / Twitter
Sin quitarle importancia a los problemas de la actualidad, siempre ha convenido poner las malas épocas en perspectiva. 2020, 2021 y quizás 2022 han sido malos, pero no han sido peores que, por ejemplo, 1347, cuando la Peste Negra comenzó su larga marcha por Eurasia. 1816 fue el “año sin verano” y 1914 tampoco se quedó atrás, cuando el asesinato de un archiduque de los Habsburgo precipitó no uno, sino dos conflictos mundiales.

Sin quitarle importancia a los problemas de la actualidad, siempre ha convenido poner las malas épocas en perspectiva. 2020, 2021 y, quizás, 2022 han sido malos, pero no han sido peores que, por ejemplo, 1347, cuando la Peste Negra comenzó su larga marcha por Eurasia. 1816 fue el “año sin verano” y 1914 tampoco se quedó atrás, cuando el asesinato de un archiduque de los Habsburgo precipitó no uno, sino dos conflictos mundiales, uno de los cuales provocó millones de muertes en el genocidio más horrible de la humanidad.

De hecho, en el siglo actual, hemos tenido la fascinación y atrevimiento de teorizar y crear hipótesis con el fin de nuestra existencia a través de películas y series, como Armageddon o The Last Of Us. Pero si hay un año que desencadenó una de las peores décadas de la historia fue el 536, en el que el sol no brilló en 18 meses

Durante este año en Europa sobrevive el Imperio Romano de Oriente (el Bizantino), China se expande y en América una cultura florece, la teotihuacana en México. La temperatura global descendió y los pueblos bárbaros descendieron para asentarse durante décadas en el Antiguo Imperio Romano de Occidente, como, por ejemplo, los Visigodos en Hispania.

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Mosaico del emperador del Imperio Bizantino Justiniano. Twitter

A principios del año 536 el hemisferio norte quedó cubierto por una nube de polvo producida por la erupción de un volcán (se cree que el cono volcánico pudo estar en Islandia), generando lo que es conocido como el “Invierno Volcánico”.  Este fenómeno natural duró más de una década, lo que provocó que las temperaturas medias en Europa descendieran 2,5℃. 

Por su parte, China sufrió nevadas en verano y el invierno fue un periodo de sequía que ocasionó una hambruna de tal magnitud, que incluso hay crónicas que hablan de canibalismo en algunas zonas del país. Además, el volcán creó una pantalla de ceniza que no dejaba pasar la luz solar, por lo que los cultivos no prosperaron. Esto provocó que la gente pasara hambre y que se alzaran en armas unos contra otros.

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Recreación de gente de la época sufriendo por las hambrunas. Twitter

Más tarde comenzó la conocida “Plaga Justiniana”, que se inició con las intenciones del entonces emperador del Imperio Bizantino, Justiniano, de querer recuperar los territorios del Antiguo Imperio Romano. En ese impasse de tiempo la peste llegó a Constantinopla y se desencadenó una epidemia que acabaría con entre el 25-60% de la población europea del momento. Este porcentaje tan alto se debe a que el emperador continuaba mandando soldados a la guerra a pesar de que muchos estaban enfermos, lo que provocó que la enfermedad se expandiera por toda Europa.

En el 541, aunque ya habían desaparecido la mayoría de las nubes provocadas por la erupción, la población todavía no se había recuperado de un año sin cosechas y estaban todavía muy débiles. Gracias a Procopio, que fue un historiador de Justiniano, podemos imaginar las características del suceso porque lo describió como: “El sol emitía su luz sin brillar, como si fuese la luna, durante todo el año, exactamente como si fuese un eclipse”.

Una de las pocas civilizaciones beneficiadas fue la península arábiga que, gracias a las lluvias, consiguió que floreciera el Imperio Árabe. Pero si algo queda claro con estas catástrofes es la gran capacidad de resiliencia del ser humano porque, como dice el refrán, “mala hierba nunca muere”.

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