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Quién es Santiago Arriazu: Su relación con Bárbara Rey y el ‘chantaje’ al Emérito
El fotógrafo medió entre la vedette y el CNI en reuniones que duraron varios meses y se cerraron en octubre de 1997
El escándalo que involucra a la vedette Bárbara Rey y al rey emérito Juan Carlos I ha vuelto a ser actualidad. Además, ha revelado una relación que, durante décadas, se mantuvo en la sombra.
La publicación de nueve fotografías inéditas por la revista holandesa 'Privé' desató especulaciones y sacó a la luz detalles hasta ahora desconocidos sobre los encuentros entre la vedette y el monarca.
En el centro de esta controversia emerge la figura de Santiago Arriazu. Fotógrafo que, como ya revelamos en elcierredigital.com, está estrechamente vinculado a Bárbara Rey.
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El pasado 27 de septiembre 'Privé' sorprendía al mundo con nueve fotografías que mostraban a Bárbara Rey y al rey Juan Carlos I en situaciones comprometedoras. Estas imágenes, capturadas en la década de 1990, habían permanecido ocultas hasta entonces.
La autoría de las mismas fue inicialmente atribuida a Ángel Cristo Jr., hijo de Bárbara Rey, entonces apenas un adolescente. Sin embargo, la propia vedette lo desmintió, afirmando que su hijo no fue el responsable de las fotografías.
Esta declaración planteó la posibilidad de que una tercera persona estuviera presente durante los encuentros. Y es ahora cuando Arriazu ha confirmado que él actuó como 'mediador' o 'negociador' de los acuerdos entre la vedette y el CNI. Lo ha hecho en el programa 'Tardear' de Telecinco.
Santiago Arriazu y Salvador García: Los fotógrafos de confianza
En este contexto, el nombre de Santiago Arriazu cobra relevancia. Como ya revelamos Elcierredigital.com, Arriazu era el fotógrafo de confianza de Bárbara Rey durante esos años. Su trayectoria, incluyendo su trabajo en la revista 'Época' y la dirección de agencias como Paramedia y System Press, lo posicionó como clave en el círculo cercano de la vedette.
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Su acceso privilegiado y su relación de confianza con Bárbara Rey lo convierten en candidato para haber estado presente durante los encuentros. Arriazu no solo era el fotógrafo de confianza de la vedette. También una figura que vivió muy de cerca la 'relación' entre la vedette y Juan Carlos I.
"Santiago se presentó como el mediador entre Bárbara y el CNI para que pagaran el silencio de la artista", afirmó Danielle, exmujer de Arriazu.
De igual manera, también salió a la luz otra figura crucial en la captura de estas imágenes: Salvador García, el hermano fallecido de la vedette. Como ya revelamos en elcierredigital.com,Salvador García fue el encargado de tomar muchas de las fotografías de su hermana con el rey emérito.
La casa de Boadilla del Monte: Escenario de los encuentros
Los encuentros entre Bárbara Rey y Juan Carlos I se llevaban a cabo en una residencia de Boadilla del Monte, una zona cercana al Palacio de la Zarzuela. Según las mismas fuentes, la elección de esta ubicación fue recomendada por el propio monarca, buscando discreción y proximidad.
La presencia de una tercera persona en esta residencia durante los encuentros era con lo que el Emérito no contaba. Y es que, efectivamente, los autores de aquellas fotos merodeaban la casa de la vedette con su permiso. Como ya revelamos en elcierredigital.com, el propio Salvador acostumbraba a hacer fotos en el jardín y el cenador.
El chantaje y los pagos por silencio
La relación entre Bárbara Rey y Juan Carlos I no solo estuvo marcada por encuentros clandestinos. También por una serie de transacciones financieras destinadas a mantener el silencio de la vedette.
Bárbara Rey utilizó las grabaciones y fotografías de sus encuentros como una forma de asegurar su protección y obtener compensaciones económicas.
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Estas compensaciones, que se habrían gestionado a través de intermediarios, incluían pagos mensuales provenientes de fondos reservados del Ministerio del Interior. Así como contratos en programas de televisión pública.
En este entramado, Santiago Arriazu habría jugado un papel crucial. Presentándose como mediador entre Bárbara Rey y los servicios de inteligencia españoles para negociar los términos de estos acuerdos.
El material en posesión de la vedette era y es una amenaza para la Casa del Rey. En 1997, Bárbara Rey presentó varias denuncias por el robo de material comprometedor de su domicilio en Boadilla del Monte.
La primera denuncia se registró el 25 de mayo de 1997. En esta reportó la sustracción de "tres cintas de casete, cinco de vídeo y veinte diapositivas" de contenido sensible relacionado con una "alta personalidad". En estas denuncias, mencionó a "un tal Eladio García Suárez" y a "Luis Anasagasti" como personas que la presionaron. Es relevante destacar que algunos agentes del CESID utilizaban habitualmente el apellido Anasagasti.
Posteriormente, el 1 de junio de 1997, interpuso una segunda denuncia por hechos similares. Finalmente, el 13 de junio de 1997, presentó una tercera denuncia. En ella señalaba directamente a Manuel Prado y Colón de Carvajal, amigo cercano y administrador privado del rey Juan Carlos I, como responsable del robo de dicho material.
La actuación de Arriazu como ‘mediador’ o ‘negociador’
En particular, Arriazu se desempeñó como un enlace clave, facilitando las conversaciones entre la vedette y el CNI. Asegurándose de que las condiciones del acuerdo fueran cumplidas a cambio del silencio de Bárbara Rey sobre su relación con el rey emérito.
Arriazu no solo facilitó las negociaciones, también se encargó de evaluar el material que podría resultar más perjudicial para la imagen de la Casa Real. A lo largo de varios meses, el fotoperiodista se reunió con varias personalidades del CNI para asegurar los acuerdos por la vedette. Finalmente, tras un largo proceso de negociación, el acuerdo se cerró en octubre de 1997.
Se dice que mantuvo reuniones con figuras clave dentro de los servicios secretos para determinar qué documentos debían ser destruidos o retenidos.
Además, según fuentes cercanas, jugó un papel activo en la gestión de los pagos que se realizaron a la vedette para garantizar su silencio. Esto no solo refuerza la teoría de que el CNI estaba plenamente implicado en la operación. También sugiere que la participación de Arriazu fue más allá de la mera documentación de la relación.
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