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Una mujer con gafas de sol y ropa blanca y roja sale de un edificio, mientras que en la esquina superior derecha hay una imagen de un hombre mayor con cabello canoso enmarcada en rojo.
INVESTIGACIÓN

El origen de las parafilias: 'Es importante no confundirlas con el fetichismo erótico'

Los crímenes del 'monstruo de Mazan' nacen de este fenómeno, donde 'la gravedad está en la pérdida de control y respeto'

Dominique Pelicot, el llamado monstruo de Mazan, lleva ya una semana sentándose en el banquillo de los acusados. Está acusado de haber drogado a su mujer para que fuese violada por varios hombres estando inconsciente. Entre 2011 y 2020, Gisèle Pelicot fue violada en 92 ocasiones por 50 hombres distintos. 

Por estos hechos, Dominique y otros 50 varones se están sometiendo a un macrojuicio, que se prolongará hasta el 20 de diciembre. Los acusados se enfrentan a una posible pena de 20 años de cárcel. Dieciocho de ellos permanecen en prisión preventiva.

Cabe recalcar que el marido de la víctima no buscaba ningún beneficio económico. Sino que su intención era gozar de cómo abusaban de su mujer. Gisèle Pelicot tiene 72 años y sufre estrés postraumático, pero no se acuerda de ningún abuso. 

En una conversación con elcierredigital.com, el criminólogo Vicente Planas analizaba el perfil de Dominique. “Este hombre tiene una parafilia sexual, que antes se conocía como perversión sexual. En este caso la parafilia era ver a su mujer tener sexo con otras personas, aunque ella esté inconsciente”, indicaba Planas.

Dos fotos de un hombre mayor, una de frente con expresión seria y otra sonriendo.
Dominique Pelicot, el monstruo de Mazan | Redes sociales

Elcierredigital.com ha contactado con el psicólogo Jorge López Vallejo para abordar la conducta de las parafilias partiendo de este caso. El psicólogo indica que “aparte de las parafilias, los hechos muestran rasgos mucho más graves de personalidad. Los hechos son dignos de una personalidad delictiva y maquiavélica. En este caso estamos ante una parafilia realmente grave. Es un placer esquizofrénico y psicótico”. 

Vallejo analiza la conducta de los hombres que abusaron de Gisèle. El psicólogo indica que “las personas que perpetran los abusos buscados en la parafilia cuentan con características muy similares. Son personas donde el placer obsesivo y compulsivo les ha llevado a estos niveles”. 

“Sobre todo, son personas que compensan el malestar que tienen y buscan un placer exacerbado, en contra del sentido natural de la atracción. A estas personas la sexualidad y ese placer les impide vivir una vida plena, ya que se genera mucha ansiedad y sufrimiento. En ocasiones el sufrir en silencio les hace llegar a estas situaciones límite”, añade Vallejo. 

El fenómeno de las parafilias sexuales

Las parafilias sexuales son patrones de comportamiento de las personas. En estos patrones, la fuente predominante de placer no se encuentra en la relación sexual como tal. 

López Vallejo observa que “las parafilias han evolucionado hasta el punto de ser muchas de ellas desconocidas. La clave para resolverse es un amplio tratamiento de psicoterapia. Pero para ello, lo tienen que aceptar. Gran parte de los problemas nacen de los patrones sexuales marcados por sus familias”. 

“Ahora, con internet y las redes sociales se desarrollan muchas más parafilias. Internet es un muy mal educador sexual. Un ejemplo podría ser la pornografía, que genera asociaciones sexuales muy diferentes a la realidad”, añade Vallejo.

El origen es una de las cosas más complicadas de identificar en este tipo de fenómenos. No obstante, nacen de un placer obsesivo, adictivo y en muchos casos casi psicótico. Vallejo considera que “suponen una pérdida absoluta del control. Se quieren llevar a cabo los placeres desarrollados y poco a poco se encierran en una situación problemática”.

En muchos de los casos se es consciente de la parafilia y se busca una abstinencia. Sin embargo, “esta abstinencia solo provoca que el problema vaya a más. Una persona que comete este tipo de hecho puede llevar una vida absolutamente normal”, observa Vallejo.

Mujer mayor con gafas de sol y cabello corto castaño claro, usando una blusa con estampado, posando frente a una pared de madera clara.
Gisèle Pelicot, víctima de las parafilias sexuales de su marido | Redes sociales

El psicólogo explica que “las parafilias se convierten en algo preocupante en el momento que invade a la persona provocando ansiedad y malestar. El verdadero problema aparece cuando a los demás les implica y afecta directamente”.

El deseo sexual es un hecho individualizado que en el prójimo puede suponer incomprensión. “Cuando se pierde el respeto de uno mismo y de los demás estamos ante un problema. La pérdida del control es un indicador de que una parafilia es algo grave, más aún si hay perjuicio en los demás”, recalca Vallejo.

“Estas personas se identifican porque muestran dificultades de autocontrol, dejándose llevar y produciendo daños no consentidos a uno mismo o a otros. Además, en estas personas, esta actividad se muestra como la única fuente de posibilidad erótica a la cual reaccionan. La parafilia es lo único que les genera placer”, señala el psicólogo.

“Estos perfiles se caracterizan porque desarrollan una necesidad descontrolada que no les deja tener una vida común y que les lleva a una patología. Tenemos que diferenciar cuándo excitarse con hechos atípicos no son una parafilia. El fetichismo erótico sano hay que diferenciarlo del parafílico enfermo”, concluye Jorge López Vallejo. 

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