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Vista panorámica de una ciudad con un puente antiguo de piedra sobre un río y un logotipo azul y blanco en la parte superior derecha
INVESTIGACIÓN

Los masones regresan a Badajoz con 'Pax Augusta': Así operan las logias en España

Pax Augusta tiene miembros históricos como Rubén Landa y se ha reactivado gracias al experto masón José Alberto Hidalgo

A finales del siglo XIX, en el año 1888, nació en Badajoz la logia masónica Pax Augusta, que desapareció tan solo cuatro años después. Ahora, la logia pacense ha resurgido e iniciará su actividad en otoño, tras 133 años extinguida. Detrás de esta reactivación se encuentra José Alberto Hidalgo, presidente de la Federación Española de la Orden Masónica Mixta Internacional El Derecho Humano.

En Badajoz existen varios elementos que hacen referencia a la masonería, como la estatua del masón  José Moreno Nieto. Incluso en el cementerio viejo hay miembros enterrados con su distintivo ángulo. Tal es el caso de Juan García Chávez, uno de los fundadores de Pax Augusta. Otros miembros destacados de la logia pacense fueron el creador de la Institución Libre de Enseñanza, Rubén Landa, o el intelectual Isidoro Osorio Vázquez.

La logia Pax Augusta, cuyo nombre hace referencia al Imperio romano, se encargó de impulsar diversas actividades e instituciones en Badajoz. Por ejemplo, la ahora Escuela de Artes y Oficios, que comenzó siendo la Escuela de Artesanos; o la caja de ahorros de Badajoz. También creó el periódico de corte masónico La Crónica

Sin embargo, en 1982, cuatro años después de su nacimiento, cesó su actividad, con varios intentos frustrados de resurgir. Ahora, Pax Augusta ‘levanta columnas’ y en noviembre se constituirá oficialmente, vinculándose a la Gran Logia Española. Uno de sus impulsores, Alberto Hidalgo, ha afirmado a El País que el motivo es “por un reconocimiento histórico de lo que hicieron estas personas”.

Puente romano de piedra sobre un río con edificios modernos al fondo y vegetación alrededor
Badajoz | Idealista

A pesar de que la presencia de la masonería en España es minoritaria, existen tres grandes logias, entre las cuales destaca la Gran Logia Española, que no admite a mujeres. “Actualmente no se dedican a nada, puede que ayuden o hagan alguna cuestión”, señalan fuentes cercanas a la masonería a elcierredigital.com. “Simplemente se reúnen una vez o dos al mes y hacen un ritual muy antiguo, relacionado con una forma de trabajar en la época en la que construían catedrales”, añaden.

La masonería en España no se limita al resurgimiento de la histórica Pax Augusta o a la Gran Logia Española, de la que también hablaremos.  A lo largo de los siglos, diferentes logias han surgido en distintos puntos del país. Algunas con fuerte carga simbólica, otras vinculadas a proyectos sociales y, en ciertos casos, rodeadas de polémica por la presencia de políticos en sus filas.

El mapa de la masonería en España: De Zaragoza a Valencia

En Zaragoza, por ejemplo, se encuentra la logia Caballeros de la Noche, una de las más antiguas y con mayor carga histórica. A ella perteneció nada menos que Santiago Ramón y Cajal, Premio Nobel y figura de la ciencia española, que adoptó el nombre masónico de “Averroes”. Aquella logia, hoy integrada en la obediencia mixta internacional El Derecho Humano, simboliza cómo la masonería fue en su día un refugio para intelectuales en una España marcada por la rigidez.

Valencia  cuenta también con su propia referencia masónica de peso, la  logia Blasco Ibáñez, vinculada al Gran Oriente de Francia y refundada tras el franquismo. Su nombre evoca al escritor y político Vicente Blasco Ibáñez, un republicano convencido que defendió la laicidad y la modernidad.

Desde su recuperación en 1978, esta logia ha promovido debates, premios y actividades. Su huella cultural ha tenido más alcance que su impacto político directo, pero ha mantenido vivo un legado incómodo para sectores conservadores.

Entre las obediencias más influyentes en la actualidad se encuentra la Gran Logia Simbólica Española (GLSE), de carácter liberal, adogmático y mixto. A diferencia de la Gran Logia de España, admite a mujeres y no exige creencias religiosas, por lo que se sitúa en una línea más cercana a la tradición laica.

Sus grandes maestros han defendido públicamente valores como la igualdad y la fraternidad, aunque su impacto en la política institucional es reducido. Figuras como Javier Otaola  —escritor, jurista y ex gran maestro— representan un perfil de intelectual comprometido con la causa masónica.

No todas las logias, sin embargo, tienen esta dimensión política. El Gran Priorato de Hispania, fundado en 1993 y vinculado al rito escocés rectificado, mantiene un perfil mucho más discreto, de corte cristiano y espiritual, sin protagonismo en los círculos partidistas. Algo similar ocurre con la Gran Logia de Cataluña, de inspiración laica y progresista, que desde los años treinta busca un espacio propio dentro del panorama masónico español, con un foco más cultural que político.

Los vínculos pasados y presentes del PSOE con la masonería

A todo ello se suma un capítulo que suele pasar desapercibido, la relación histórica del PSOE con la masonería. Aunque hoy su influencia real es limitada o nula,  durante la Segunda República se estima que 44 diputados socialistas formaban parte de logias masónicas. Uno de los más conocidos fue José Diosdado Prat, senador socialista iniciado en la logia 'Nomos n.º 5' de Madrid en 1931. Otro caso fue el del político aragonés Eduardo Castillo Blasco, farmacéutico y diputado en la República, que ingresó en 1932 en la logia “Constancia n.º 16” de Zaragoza.

Ya en tiempos recientes, el exministro y expresidente del Congreso José Bono sorprendió en 2016 al declarar públicamente su simpatía hacia los masones: “Los masones que he conocido son personas admirables. Algo bueno tendría la masonería cuando los dictadores la maldicen”. Aunque nunca se confirmó su pertenencia formal a una logia, su declaración resonó como una reivindicación hacia una tradición históricamente perseguida en España.

Un hombre sonríe mientras está sentado frente a un fondo rojo con el logotipo del PSG PSOE y varias banderas detrás.
José Bono. | Europapress

Lo cierto es que el mapa masónico en España dibuja una dualidad evidente. Por un lado, están las logias que se entienden como laboratorios de ideas, espacios de reflexión humanista con escasa proyección pública. Por otro, aparecen aquellas que inevitablemente se han cruzado con el poder político, generando sospechas, tensiones internas y acusaciones de falta de transparencia.

La Gran Logia de España y el caso de Txema Oleaga

Quizá uno de los máximos exponentes del socialismo y la masonería haya sido Txema Oleaga. Él es el representante de la Gran Logia de España,  conocido como el Gran Maestro. José María Oleaga compagina la dirección de la agrupación desde 2022 con su labor como senador socialista.

Su historia masónica es profundamente personal y sincera. En una entrevista confesó que su impulso para afiliarse nació de “una necesidad de trabajo interior y de perfeccionamiento propio”. No fue hasta 2001, tras superar una difícil enfermedad familiar, cuando finalmente se inició.

El 12 de marzo de 2022 fue elegido Gran Maestro de la Gran Logia de España (GLE), sucediendo a Óscar de Alfonso. Fue la primera vez que un político en activo se alzó con ese puesto tan simbólico. Su ascenso no estuvo exento de controversia: Adolfo Alonso, su rival en las elecciones internas, lo acusó de llevar “ruido, conflicto y división”, criticando la política partidista dentro de la masonería.

Hombre de cabello canoso y traje oscuro hablando en un atril rojo con logotipos del PSOE y el texto Euskadi HOBEA LA MEJOR ESPAÑA, con un fondo de paisaje urbano y agua.
Txema Oleaga. | YouTube

La llegada de Oleaga entroncó con un giro importante: numerosos militantes socialistas fueron nombrados en cargos clave dentro de la Gran Logia. Desde su hermano Jesús Oleaga en Castilla hasta David Aragonés en Cataluña, sin olvidar a figuras como José Antonio Rodríguez Peregrina o Lluís M. Moyà Noguera. Según algunas voces internas, este dominio político en la estructura masónica contradice su tradición de neutralidad.

Pese a las críticas, Oleaga se presenta como un puente entre dos mundos. En sus propias palabras: “No somos un partido político, ni somos una religión. Somos personas ávidas de mejorar”, defendiendo que la masonería es una “escuela de ciudadanía”.

En este escenario renace Pax Augusta. El tiempo dirá si el renacer pacense permanece en la esfera cultural y simbólica o si, como en el caso de la Gran Logia de España, la política acaba por dejar también su huella en sus columnas.

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