'Diamantes de sangre': Así es el lucrativo negocio que financia guerras y esclavitud
Un empresario español ha sido ya detenido en Málaga por su presunta relación con el tráfico ilegal desde Sierra Leona
El pasado 2 de julio las autoridades detuvieron en Málaga a un empresario español, residente en Brasil, acusado de participar en el tráfico ilegal de los llamados diamantes de sangre —por el coste en sangre derramada de mineros esclavizados—, que fueron el 'vehículo de financiación' de la guerra civil en Sierra Leona entre 1991 y 2002.
La Audiencia Nacional ordenó la detención del ciudadano español por su presunto apoyo al Frente Revolucionario Unido (FRU) de Sierra Leona. Durante el conflicto, el FRU forzó a civiles del distrito de Kono a trabajar en minas de diamantes, cuyos beneficios eran enviados a Monrovia, la capital de Liberia, para su venta en el mercado internacional.
En septiembre de 2021, con el respaldo de Civitas Máxima y Center for Accountability and Rule of Law (CARL) de Sierra Leona, una víctima y testigo de los crímenes en Kono presentó una querella ante la Audiencia Nacional. Representada por los abogados Juan Garcés y Hernán Garcés, ahora la víctima busca justicia.
El empresario, tras comparecer ante el juez este viernes 5 de julio, fue enviado a prisión provisional sin fianza. Este es el segundo caso en el que un ciudadano europeo es arrestado por el tráfico de diamantes de sangre de Sierra Leona. En 2015, Michel Desaedeleer fue detenido en España debido a una denuncia presentada en Bélgica en 2011. Desaedeleer murió en prisión en 2016 antes de ser juzgado.
El comercio internacional de 'diamantes de sangre', también conocidos como 'diamantes de conflicto', sigue siendo una preocupación significativa para la comunidad global. Estos diamantes son extraídos en zonas de conflicto y vendidos para financiar guerras civiles y actividades insurgentes, especialmente en África. Aunque se han hecho esfuerzos considerables para erradicar este comercio a través de iniciativas como el Proceso de Kimberley, el problema persiste en algunas regiones.
Los diamantes de sangre provienen principalmente de África, donde grupos rebeldes utilizan su venta para financiar sus actividades militares. Como se ha mencionado, durante los 90 y principios de los 2000, los diamantes de sangre fueron notoriamente utilizados para financiar guerras civiles en Sierra Leona, Angola y la República Democrática del Congo. Estos conflictos resultaron en la muerte de cientos de miles de personas y el desplazamiento de millones.
Como respuesta, en 2003 se estableció el Proceso de Kimberley, un esquema internacional de certificación que busca evitar que los diamantes de conflicto entren en el mercado mundial. Más de 80 países participan en el proceso, que exige que los diamantes sean certificados como libres de conflicto antes de ser exportados. Aunque ha reducido la proporción de diamantes de sangre en el mercado, el proceso se enfrenta a desafíos de implementación y cumplimiento.
La delicada situación de Sierra Leona con el tráfico ilegal de diamantes
Aunque es un fenómeno que se extiende a varios países, Sierra Leona ha sido uno de los más castigados. Este país de África Occidental sufrió una guerra civil devastadora, financiada en gran parte por el comercio ilegal de diamantes, cuyos efectos aún persisten. La guerra en Sierra Leona comenzó en 1991 cuando el Frente Revolucionario Unido (FRU), liderado por Foday Sankoh, inició ataques contra el gobierno. El FRU, compuesto mayoritariamente por jóvenes desempleados, financió su lucha mediante la venta de diamantes extraídos de manera forzada en minas controladas por los rebeldes.
Numerosos expertos internacionales han descrito la guerra civil en Sierra Leona como extremadamente brutal. El FRU atacaba indiscriminadamente a civiles, saqueaba aldeas y reclutaba niños como soldados. Las fuerzas gubernamentales respondieron con violencia, perpetuando un ciclo de sufrimiento. Se estima que más de 50.000 personas murieron y millones fueron desplazadas durante el conflicto.
El comercio ilegal de diamantes desempeñó un papel crucial en la prolongación de la guerra. Los diamantes eran vendidos sin control en el mercado internacional, proporcionando ingresos significativos a los rebeldes para continuar su lucha. Este comercio también debilitó la economía legítima de Sierra Leona, desviando fondos que podrían haber sido utilizados para el desarrollo del país.
La guerra dejó cicatrices profundas en el país. Además de las muertes y desplazamientos, la infraestructura quedó devastada. La agricultura, una fuente principal de ingresos, fue gravemente afectada, llevando a una crisis alimentaria. La guerra también impactó la educación y la atención médica, dejando a gran parte de la población sin acceso a servicios básicos.
Tras el conflicto, Sierra Leona emprendió un arduo camino hacia la paz y la reconciliación. Se estableció la Comisión de la Verdad y la Reconciliación para investigar los abusos cometidos durante la guerra y promover la reconciliación entre las comunidades divididas. Estas audiencias públicas permitieron a las víctimas y perpetradores contar sus historias y buscar el perdón, sentando las bases para una paz duradera.
A pesar de los avances en la erradicación del comercio de diamantes de sangre, el legado de la guerra sigue presente en Sierra Leona. El país afronta desafíos significativos, como la reconstrucción de su infraestructura y la rehabilitación de su economía. Muchas víctimas aún sufren traumas físicos y psicológicos, y la sociedad continúa trabajando para sanar las heridas dejadas por el conflicto.
La reciente detención del empresario español subraya la importancia continua de la justicia y la rendición de cuentas por los crímenes cometidos durante la guerra civil de Sierra Leona. Este caso, junto con los esfuerzos internacionales para controlar el comercio de diamantes de sangre, destaca la necesidad de vigilancia y acción para prevenir que los recursos naturales financien conflictos y crímenes.
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