
Lo que hay detrás del 23-F, 44 años después: Tejero quería quemar el Congreso
El teniente coronel Tejero vive hoy a sus 92 años alejado del foco mediático en Málaga tras quedarse viudo en 2022
Este 23 de febrero se cumplen 44 años de uno de los momentos más importantes de la historia reciente de España. Y es que aquel 23 de febrero de 1981, el teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero Molina asaltó el Congreso de los Diputados.
Aquel día Tejero y sus tropas tomaron el Congreso durante 18 horas e infundaron el pánico entre los allí presentes. En total, cercda de doscientos militares irrumpieron en la Cámara Baja durante el proceso de investidura del expresidente del Gobierno Leopoldo Calvo Sotelo.
Alrededor de las 18.23 horas del 23-F, Tejero entonó el ya famoso "¡Quieto todo el mundo!". Y se inició el secuestro del Congreso junto a sus diputados.
El teniente coronel Tejero permaneció en el hemiciclo hasta las 12.30 horas del 24 de febrero, cuando decidió entregarse a las autoridades.
La vida actual de Tejero
Tras ello, Antonio Tejero (Granada, 30-abril-1932) fue condenado a una pena de prisión de 30 años, pero solo cumplió 15. Inicialmente, este mando de la Benemérita cumplió condena en la prisión militar del castillo de la Palma, en Mugardos (A Coruña).
El delito fue rebelión militar consumada con la circunstancia agravante de reincidencia. En su etapa en prisión se dedicó a pintar, además de cultivar un huerto, escribir sus memorias y realizar algunos cursos de la carrera de Geografía e Historia.
Posteriormente, sería trasladado al castillo de San Fernando, una antigua cárcel militar en Figueras (Gerona). Más tarde iría a la cárcel militar de Alcalá de Henares (Madrid) y, por último, a la prisión naval de Cartagena (Murcia).
En septiembre de 1993 recibió el tercer grado y salió en libertad condicional el 3 de diciembre de 1996. Fue el último de los procesados del 23-F en ser liberado.
Al obtener su libertad continuó con su pasión de pintar paisajes y retratos. Cada cuadro lo vendía por unas 400.000 pesetas de entonces (hoy unos 2.400 euros). Tuvo cierto éxito entre la clientela más derechista de España.

Hoy, a sus 92 años, el exteniente coronel de la Guardia Civil vive alejado del foco mediático. Residió junto a su esposa Carmen Díez Pereira (hija también de un guardia civil) en un apartamento de la localidad malagueña de Torre del Mar. No obstante, se quedó viudo en 2022.
Han sido varias, y muy reseñadas, sus señales de vida pública durante estos años. Así, en 2006 escribió una carta al director del diario 'Melilla Hoy' criticando el Estatuto de Cataluña.
También realizó una denuncia, en noviembre de 2012, contra el entonces presidente de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas, por conspiración e intento de sedición. En 2013 los periódicos lo descubrieron de vacaciones en un hotel de lujo en la isla de La Palma.
Después, Tejero permaneció en el anonimato hasta el 18 de febrero de 2014. Volvió a escena cuando se celebró una paellada en el cuartel del Grupo de Reserva y Seguridad (GRS) número 1, con sede en Valdemoro (Madrid).

Un lustro después, en octubre de 2019, acudió a la reinhumación de los restos del dictador Franco en el cementerio de Mingorrubio (Madrid). En aquella ocasión el exteniente coronel argumentó que iba a visitar a su hijo Ramón. Este era el sacerdote que oficiaba la misa en honor de los restos de Franco.
Esta fue la última vez que se dejó ver en público. Actualmente, sigue residiendo en Torre del Mar (Málaga) con parte de su familia, ya que tiene tres hijos y tres hijas. Además, cobra una pensión vitalicia por parte del Estado y gana un dinero extra vendiendo los cuadros que pinta en su tiempo libre.
En cuanto a los hijos del teniente, Antonio Tejero Díez es un alto mando de la Guardia Civil que ha seguido los pasos de su padre. Como también su hermano Juan, el menor de todo ellos, que optó por la carrera militar y es hoy mando de la Guardia Civil, con destino en muchos acuartelamientos. Desde Ávila a Málaga.
A su vez las dos hijas mayores del exteniente coronel, Carmen y Dolores, están casadas con militares. Una, Carmen, con un General de División; y la otra, Dolores, con un Coronel del Ejército de Tierra y, posteriormente, comisario de Policía.
Pero el más mediático de los seis hijos del golpista es sin duda Ramón, el sacerdote, al que todos conocen como Moncho.

El hijo cura de Tejero fue párroco de la Iglesia de Santa Teresa, en la Cala de Mijas, localidad por donde solía verse mucho al exteniente coronel de la Guardia Civil paseando por su playa o por sus calles, antes de la pandemia.
Desde 2020, Ramón Tejero está en la parroquia de la Virgen Madre de Nueva Andalucía, en Marbella. Una curiosidad, Tejero sustituyó en esta parroquia a Pedro Villarejo, hermano del célebre excomisario José Manuel Villarejo.
Fue en enero de 1989 cuando se ordenó sacerdote, con 24 años, en el Convento de la Visitación de Santa María, en el número 20 de la madrileña calle de Santa Engracia.
Pero, ¿qué pretendió hacer Antonio Tejero aquella fatídica noche para la historia de España? ¿Cuáles eran sus objetivos? ¿Y que acciones tenía previsto realizar en el Congreso de los Diputados la noche de ese 23F?.
Nos lo cuenta para elcierredigital.com un testigo de primera mano, que vivió in situ aquella fatídica noche en el Congreso de los Diputados "con miedo e incertidumbre". Se trata del exdiputado y senador de la UCD por Albacete Francisco Ruiz Risueño.
Qué pretendía hacer Tejero con el Congreso el 23F
Sobre su llegada al Congreso de los Diputados aquel día, Ruiz Risueño explica a nuestro medio que “los invitados nos sentamos en un pequeño balcón que hay al lado de la zona de la prensa gráfica, donde los fotógrafos solían tomar sus imágenes".
“Y comenzó la solemne sesión de investidura... y bueno, pasó lo que pasó, de pronto escuchamos los gritos de unos guardias civiles que nos decían que nos tiráramos al suelo y comenzó el descontrol que amenazaba con destruir la democracia que entonces estábamos construyendo…”, añade Ruiz Risueño.
“Yo estaba sentado al lado de Fernando Abril-Martorell, que fue ministro anteriormente y que conocía muy bien a Tejero, de hecho, fue él quien me dijo que uno de los asaltantes era el teniente coronel Tejero”, recuerda el exsenador albacetense.

En los primeros momentos tras la irrupción de Tejero “había mucha tensión en el ambiente. Los que estábamos allí no sabíamos qué hacer, estábamos preocupados. Yo me sentí decepcionado como español por ver a la Guardia Civil asaltando la soberanía popular y haciéndole daño a todos los españoles”, relata Risueño.
Entre todo el tumulto se vivió una situación preocupante. Y es que el encargado de la cabina de luces le indicó a Risueño que los sistemas de luz se apagarían a las dos horas. Así mismo, añadió que “se corría el riesgo de que hubiera un cortocircuito en el Congreso y se fuera toda la luz”, indica Risueño.
Esta preocupante situación se le trasladó al propio teniente coronel Antonio Tejero. “Este se dirigió a sus guardias y les dijo: si se va la luz y ven algo raro disparen sin contemplaciones".
"Es una frase que se me quedó grabada desde entonces y que he llevado conmigo toda la vida”, explica Ruiz Risueño.

Al mismo tiempo que recuerda que: “En ese momento los guardias empezaron a traer sillones del siglo XVIII o XIX y los apilaron donde se sitúan los taquígrafos para prenderles fuego en caso de que se fuera la luz, para poder tener algo de visibilidad”.
"Las amenazas de Tejero con quemar los muebles y disparar si se iba la luz impactaron a muchos de los presentes que no entendían a qué se refería el teniente coronel", relata Risueño.
Mientras aclara a elcierredigital.com que "la preocupación de Tejero, era el hecho de que se produjera un cortocircuito, algo que podría ser interpretado por los golpistas como un intento de frustrar su Golpe de Estado, con las consecuencias que eso podría acarrear para los presentes y para el edificio del Congreso que podía ser incendiado”
Afortunadamente, al final la luz no se fue de la Cámara, ya que este héroe anónimo logró mantener en funcionamiento el generador del Congreso.
Y lo que podría haber sido una catástrofe acabó siendo "solo un susto", gracias a las advertencias y buen hacer del joven encargado de la cabina de luces.
Esta historia permaneció en el anonimato hasta que el propio Ruiz Risueño le dedicó un artículo titulado ‘El chico de la cabina’. Este fue publicado en febrero de 2021 en la revista de los Abogados del Estado.
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