
El poder del clan Masaveu: Control de la banca y las eléctricas con 2.500 millones
Con origen catalán y sede en Oviedo, los Masaveu manejan un emporio financiero y artístico a través de sus Fundaciones
Asturias no solo es paisaje y sidra. También es el origen de uno de los clanes familiares más influyentes y herméticos del país: los Masaveu. La dinastía acumula más de dos siglos de historia y ha convertido su discreción en un escudo eficaz frente a los focos. Aun así, de vez en cuando emergen en la prensa: por una inversión millonaria, una jugada bancaria o, últimamente, por un romance con apellido de prensa rosa.
La familia figura entre las veinte más ricas de España. Algunas estimaciones sitúan su patrimonio en torno a los 2.500 millones de euros. Su cabeza visible es Fernando Masaveu Herrero, presidente de Corporación Masaveu y de la Fundación María Cristina Masaveu Peterson. Desde Oviedo han levantado un conglomerado que toca la industria, la energía, las finanzas, el arte y el ladrillo.
Del Vallés a Oviedo
Aunque ahora son considerados uno de los pilares empresariales del norte peninsular, los Masaveu no son asturianos de cuna. Sus raíces están en Cataluña. En el siglo XIX, Vicente Masaveu dejó Castellar del Vallés para instalarse en Oviedo como aprendiz de comercio. Su hijo Pedro fundó en 1840 una entidad financiera que acabaría convirtiéndose en la histórica Banca Masaveu.
Durante más de un siglo, esa banca privada fue una institución en Asturias. A finales de los 70 fue absorbida por Rumasa. La expropiación del holding de Ruiz Mateos afectó plenamente al banco familiar, que terminó integrado en Banco Herrero y luego en otras entidades como Mapfre y Caja Madrid. El apellido Masaveu desapareció de los rótulos bancarios, pero no del tablero empresarial.
El imperio del cemento
Lejos de desaparecer, la saga recondujo su estrategia hacia la industria pesada. Ya en 1898 habían fundado la primera fábrica de cemento Pórtland de España: Tudela Veguín. Hoy esta empresa sigue siendo el principal activo de Corporación Masaveu. Su relevancia en el sector se mantiene intacta: es el séptimo grupo cementero del país y líder en la cornisa cantábrica.
En 2023, la corporación facturó 514 millones de euros y obtuvo 62,7 millones de beneficio neto. Además del cemento, han diversificado hacia sectores como energía, son accionistas de referencia de la portuguesa EDP (que está plagando de molinos de viento distintos puntos del Estado español), medicina, bodegas, aparcamientos, inmobiliaria y servicios financieros.

También han invertido en compañías como Línea Directa, donde el pasado año compraron acciones por valor de un tercio de millón de euros.
De Oviedo a Lisboa
Aunque la sede de la corporación sigue en Oviedo, algunos miembros de la familia se han deslocalizado. Uno de los casos más sonados fue el de Luis Masaveu Herrero, quien trasladó en 2021 su sociedad patrimonial a Lisboa. El movimiento no fue casual: la capital portuguesa ofrece un régimen fiscal muy favorable para grandes fortunas.
Luis Masaveu dejó su chalet en Marbella y se mudó a Portugal junto a su entonces pareja, Carmen Janeiro, hermana de Jesulín de Ubrique. Una relación intermitente que generó titulares y especulaciones. Especialmente cuando Janeiro creó en Sevilla dos empresas ligadas al cemento Ssifex, un producto con vínculos evidentes con los negocios del clan.

El romance ya terminó, pero sirvió para volver a poner el foco sobre una familia que prefiere los despachos a los platós.
Fundación y blindaje
La muerte de Elías Masaveu en 2005 marcó el fin de una etapa. Su hijo Fernando asumió el liderazgo de la quinta generación. Pero el movimiento más decisivo lo ejecutó su prima, Cristina Masaveu Peterson, que falleció apenas un año después. Sin descendencia, Cristina diseñó una arquitectura legal para evitar que el holding familiar se fragmentase tras su desaparición.
Donó el 17,18% de Tudela Veguín y el 80% del Palacio de Hevia a una fundación presidida por su sobrino. Así, garantizó la continuidad de la corporación, blindó el control y dificultó posibles luchas internas por el patrimonio. Desde entonces, la estructura se ha consolidado.
Fernando Masaveu ha impulsado una etapa de modernización y expansión internacional. Ha apostado por sectores menos tradicionales como los hoteles, la sanidad privada y la inversión inmobiliaria en Estados Unidos. También fue quien decidió entrar en Liberbank cuando la entidad salió a Bolsa. El experimento terminó cuando la fusión con Unicaja apartó a los asturianos del consejo de administración en favor del clan malagueño.
Arte y poder
Fuera del mundo empresarial, la gran joya de los Masaveu es su colección de arte. Se considera una de las más importantes del país. Poseen obras de Goya, Velázquez, El Greco, Rubens, Dalí o El Bosco. A diferencia de otras colecciones privadas, la suya apenas se ha mostrado públicamente.

Algunas piezas tienen un historial singular. Un Zurbarán que colgó en el Louvre; un Murillo que perteneció a un infante borbón; o una obra de Vicente López pintada para el oratorio de la reina María Cristina. Su fundación ha impulsado también una sede en Madrid para exhibir parte del fondo, en un esfuerzo por abrirse tímidamente a la sociedad.
Cabe recordar que el arte es utilizado como valor refugio. En un momento en que muchas grandes fortunas optan por activos tangibles y difíciles de rastrear, las obras de arte cumplen con la función.
Silencios, estructuras y lealtades
Los Masaveu son una de esas familias que sobreviven a base de método y silencio. No hay apenas declaraciones públicas, ni entrevistas, ni presencia en redes sociales. La corporación actúa con la discreción de un fondo de inversión familiar y los movimientos internos rara vez trascienden.
Pese a su fortuna, no cuentan con una lista interminable de herederos. Tampoco han abierto el grupo a socios externos. Todo se queda dentro del clan. La estructura, articulada a través de sociedades limitadas y fundaciones, protege el control y complica la entrada de ojos ajenos.
Pero no todo es hermetismo. Las tensiones familiares no son nuevas. En 2005, el relevo generacional tras la muerte de Elías se produjo sin demasiados aspavientos, pero hubo roces soterrados. La creación de la fundación fue, entre otras cosas, una forma de evitar posibles desavenencias futuras.
Dinastía sin fin
Los Masaveu representan un modelo de capitalismo familiar clásico: local, estable, industrial y con inversiones a largo plazo. No cotizan en Bolsa, no tienen necesidad de visibilidad y no persiguen el ruido mediático. Pero su peso en la economía asturiana es difícil de exagerar.
En un país donde muchas grandes fortunas son nuevas y ruidosas, ellos han optado por el camino opuesto: operar desde la sombra. Han estado en la banca, en el cemento, en la energía y hasta en la prensa del corazón.
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