
Crisis en Junts per Catalunya: Puigdemont vive sus horas más bajas y 'pierde' votantes
Según las encuestas, el partido de Carles Puigdemont pierde votos a cuenta del PSC y a causa del auge de Aliança
Junts per Catalunya atraviesa uno de sus momentos más delicados desde su fundación en 2018. Los postconvergentes no dejan de perder fuerza en las encuestas. Lo hacen porque pierden votos por el centro a cuenta del PSC. Y también en su bloque más conservador, que se está pasando a Aliança Catalana.
El partido que lidera Carles Puigdmemont quiere compensar su pérdida de fuerza. Su intención es hacerlo recuperando su relación con la burguesía catalana no independentista. Los lazos de Junts per Catalunya con Foment del Treball le llevan a ello.
La patronal le empujó a votar contra el mantenimiento del impuesto energético, tal y como pedía Repsol. Y ahora también se dispone a tumbar la reducción de jornada laboral. Con quien no hay acercamiento es con el PP por la zancadilla de los populares al reconocimiento del catalán en la Unión Europea.
Adiós a Saldoni
La reciente salida de David Saldoni, responsable de política municipal y adjunto al secretario general Jordi Turull, ha supuesto un golpe interno. Saldoni no solo era el número dos del partido, sino también una figura clave en la articulación territorial y estratégica de la organización. Su dimisión no solo marca un adiós a la política activa. También simboliza el desconcierto que vive una formación cada vez más desorientada ante la nueva realidad política catalana.
El vacío que deja Saldoni se produce en un momento en que Junts sufre un claro desgaste electoral. Según la encuesta del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO) de marzo de 2025, el PSC de Salvador Illa volvería a ganar las elecciones autonómicas. Lo haría con entre el 25% y el 29% de los votos y entre 41 y 43 escaños (actualmente tiene 42).
Junts, en cambio, pese a mantenerse como segunda fuerza, sería uno de los grandes perdedores de la contienda. Perdería hasta seis escaños, quedándose con entre 27 y 29 (frente a los 35 actuales). La caída en su porcentaje de voto podría situarse entre el 15% y el 19%.

Este retroceso confirma una tendencia que lleva meses gestándose: la incapacidad de Junts para expandirse más allá de su núcleo duro y su dificultad para consolidar un relato atractivo tras la marcha de Carles Puigdemont a Bruselas. También ha influido el desgaste de los discursos maximalistas sobre la independencia. Aunque Jordi Turull ha intentado reorganizar el partido con una estructura más profesionalizada y una apuesta más pragmática, los resultados no están acompañando.
El ascenso del PSC, por otro lado, ha sido interpretado por muchos analistas como una recuperación del 'pujolismo' en clave socialista. Salvador Illa ha sabido captar una parte del voto moderado y autonomista que históricamente había sido patrimonio de Convergència. Con ello, ha desplazado a Junts del centro político catalán. Esta estrategia de ocupar el espacio central con un discurso de gestión eficaz, diálogo con el Estado y sensibilidad catalanista ha dado réditos al PSC. Especialmente en el área metropolitana de Barcelona.
Pero no solo el PSC crece. ERC, aunque aún en crisis de identidad, mantiene cierta estabilidad, con una ligera mejora respecto a sus resultados en las elecciones del 12 de mayo, alcanzando entre 21 y 23 escaños. Su apuesta por una vía negociada con el Gobierno central sigue generando apoyos entre una parte del electorado independentista menos dado a la confrontación.
Más preocupante para el conjunto del soberanismo es el auge de Aliança Catalana, la formación ultraderecha independentista liderada por Sílvia Orriols. En la última encuesta, pasaría de sus actuales dos diputados a entre ocho y diez, capitalizando el descontento de una parte de la población con la inmigración, la seguridad y la pérdida de identidad cultural. Su mensaje xenófobo y excluyente ha calado con fuerza en municipios como Ripoll, donde lidera el consistorio tras las elecciones municipales de 2023.
En este contexto, Junts ha optado por una estrategia cuanto menos polémica: negarse a formar parte de una moción de censura en Ripoll para desalojar a Orriols de la alcaldía. El razonamiento es claro: temen que un movimiento de este tipo convierta a la líder de Aliança en una mártir del sistema, reforzando su perfil entre el electorado más radical. Sin embargo, esta decisión también ha suscitado críticas por dar poder a la extrema derecha.
Fractura en Junts
Internamente Junts sufre una fuerte tensión entre su ala más pragmática y los sectores más ideológicos. Estos últimos reclaman una línea dura frente al Estado español. La crisis de Junts no parece solo una cuestión de nombres o encuestas: es una crisis de proyecto, de identidad y de estrategia.
En un tablero político cada vez más fragmentado y polarizado, el partido fundado sobre las cenizas de Convergència debe decidir si quiere ser una fuerza decisiva en Cataluña. O resignarse a ser una fuerza testimonial atrapada entre el auge socialista, la resistencia republicana y el empuje de los racistas.

En este contexto se está revalorizando la fuerte figura de Míriam Nogueras. La diputada ejerce como portavoz del partido en el Congreso de los Diputados y podría estar llamada a liderar el partido en un plazo medio.
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