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Tres hombres con traje en primer plano frente a una sala de tribunal con una balanza de la justicia al fondo
INVESTIGACIÓN

El caso Ábalos abre la 'financiación irregular' del PSOE: Las alcantarillas de Filesa

Las sombras del escándalo del PSOE de González reaparecen con Sánchez al analizar la UCO posibles donaciones en Ferraz

Pedro Sánchez ha salido al paso de las sospechas de financiación irregular que sobrevuelan al PSOE. Todo tras verse 'contra las cuerdas' por el informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil. Centrado en una supuesta red de comisiones ilegales vinculada a la llamada “trama Koldo”.

El presidente del Gobierno ha negado tajantemente la existencia de una 'caja B' socialista. Achaca la corrupción a 'casos aislados' como el de José Luís Ábalos y Santos Cerdán. Además, ha atribuido las acusaciones a un “malentendido” sobre las cuotas internas del partido, que, según defendió, son “voluntarias y legales”.

“En el informe no hay un solo indicio de financiación irregular del PSOE”, sentenció Sánchez. El presidente reconoció haber valorado la posibilidad de dimitir, pero descartó esa opción por responsabilidad institucional. “Tirar la toalla nunca es una opción”, afirmó.

Hombre de traje azul y corbata verde hablando en un atril rojo con el texto España responde sobre fondo rojo
Pedro Sánchez. | Europa Press

En una maniobra desesperada para recuperar la iniciativa política y frenar el desgaste, Sánchez anunció un ambicioso paquete de 15 medidas contra la corrupción, elaborado con el asesoramiento de la OCDE. 

La narrativa del Gobierno insiste en que las referencias al “impuesto” dentro del PSOE, recogidas en escuchas telefónicas, responden a una expresión coloquial sobre las cuotas que los cargos electos aportan al partido. Alejando el foco de una supuesta estructura de extorsión como llegan a insinuar los informes policiales.

Este nuevo escándalo político nos retrotrae a los ya veteranos periodistas de investigación a las alcantarillas del poder de la década de los noventa. Al PSOE, en este caso liderado por Felipe González
Pero qué había entonces detrás de la financiación del partido gobernante, como ahora con Pedro Sánchez. Muchas cloacas. Y muchos intereses creados, como siempre, desde la cima del poder. Esta es su historia.

Filesa, las tramas del dinero negro en la política 

El caso Filesa (nombre en referencia a una de las empresas del holding fantasma) constituye uno de los escándalos más complejos de financiación irregular de un partido gobernante (el PSOE). Este había ingresado en sus arcas más de 1.000 millones de pesetas mediante procedimiento ilícitos.

En el otoño de 1993 la editorial Temas de Hoy me propuso escribir un libro definitivo sobre Filesa. Junto a mi amigo y compañero Carlos Berbell.

Sabía que me enfrentaba a un escándalo, a caballo entre la corrupción y el desmedido afán de poder. Un afán que había levantado ampollas y que la mayoría de los españoles conocía de referencia, pero sin entrar en el fondo de la cuestión.

Las investigaciones judiciales produjeron auténticos terremotos en las filas socialistas. Por primera vez, un juez registraba su sede federal de Ferraz como si de vulgares chorizos se tratara. Se rompía definitivamente la confianza entre  Felipe González y Alfonso Guerra.

Fotografía en blanco y negro de un hombre joven levantando el brazo con una imagen circular superpuesta de un hombre de mediana edad usando gafas y traje
Montaje de Felipe González y Alfonso Guerra. | Montaje

Los “guerristas” eran desplazados del núcleo central del “aparato” y el presidente del Gobierno tuvo que convocar elecciones generales anticipadas en junio de 1993. Todo después de que los tres peritos judiciales asignados al caso entregaran un informe demoledor. Las pesquisas probaban las conexiones entre el holding Filesa y el PSOE.

Desde el inicio de la instrucción, el valiente y masacrado magistrado Marino Barbero lo tenía claro. Sabía que el PSOE había levantado un entramado de empresas para financiar ilegalmente sus campañas políticas.

El sistema de Filesa

El sistema se basaba en maquillar con informes fantasmas el cobro de comisiones de empresas a cambio de concesiones, contratas o favores del Estado. Estos informes los altos cargos públicos los otorgaban con máxima obediencia.

Sin embargo, el endeble carácter del magistrado, ya fallecido, de reputada carrera docente, le privó de dar el paso vital ante el temor de no encontrar la prueba jurídica definitiva. Su inicial interés se difuminaría en el tiempo, paralelamente a campañas mediáticas terribles dirigidas desde La Moncloa que trataban de desprestigiar su impoluta imagen.

Pero el holding Filesa solo era la punta de un iceberg. El PSOE no se financiaba únicamente a nivel central. Tenía toda una red provincial y regional que actuaba de manera similar a este holding. Y cuyos escándalos salían a pequeña escala en los periódicos locales.

El sistema era una copia exacta de lo que había sucedido en Francia con la empresa Urba y con las pequeñas redes socialistas locales. Un ejemplo de ello fue la constituida en la ciudad de Nantes.

Para comprender mejor el caso Filesa hay que retrotraerse en el tiempo. Y comprobar de qué forma el espíritu de Pablo Iglesias se fue quebrando por completo.

Al hablar con viejos militantes del PSOE, comprobé cómo en los cursos de formación que se les daba en las Agrupaciones siempre salían a relucir dos palabras para definir la esencia socialista: ética y honradez.

Los afiliados recibían la impresión de entrar en una organización “pura” e “incorruptible”. La única capaz de hacer “de la tierra el paraíso, patria de la humanidad”, como indica la letra del himno obrero de la Internacional.

El PSOE era la formación elegida para poner a España en su lugar dentro del concierto internacional. También para lograr que la sociedad, tras cuarenta años de franquismo, se tornase más justa, solidaria y libre. Las palabras de Felipe González y su entonces número dos, Alfonso Guerra, eran recibidas como un dogma de fe.

Hombre de cabello oscuro hablando frente a un micrófono en una foto en blanco y negro con un recuadro circular que muestra al mismo hombre de mayor edad usando gafas y traje
Montaje de Felipe González y Alfonso Guerra. | Montaje

Con el paso de los años, la militancia socialista fue creciendo. Sin embargo, este aumento no llevó aparejado un incremento patrimonial ni económico. Las cuotas nunca supusieron una seria fuente de financiación.

Cubrían, cuando se conseguían recaudar, una mínima parte de las necesidades organizativas. Por eso, los máximos responsables socialistas eran conscientes de que necesitaban dinero si querían tomar parte con garantía de victoria en las elecciones venideras.

Cada vez que el PSOE acudía a unos comicios generales le suponía más de 1.200 millones de pesetas a sus arcas. Lo mismo ocurría cuando se convocaban elecciones autonómicas y municipales.

La solución al problema del gasto electoral

Los dirigentes del PSOE pronto solucionaron esta disyuntiva. Y de una manera muy fácil: vendiendo su alma al Diablo. Poco después de las elecciones municipales del 3 de abril de 1977, en las que consiguieron su primera gran victoria, comenzaron a financiarse con comisiones procedentes de contratas de limpieza. También de construcciones, de recalificaciones… todo lo que el poder municipal daba de sí.

Posteriormente, el sistema se aplicaría de idéntico modo desde el poder central y desde muchos de los gobiernos autonómicos. Esta práctica se mantendría en secreto hasta diciembre de 1989, cuando estalló el primero de los grandes escándalos financieros del PSOE. El caso Juan Guerra, uno de los llamados “conseguidores” del partido y hermano del entonces vicepresidente del Gobierno.

Los dirigentes socialistas ya habían pasado del autobús electoral al jet privado. De los bocadillos de jamón y queso a los manjares de los restaurantes de cinco tenedores.

Para paliar la endeble salud económica de las formaciones políticas españolas se aprobó en 1987, por consenso parlamentario, la Ley de Financiación de Partidos Políticos.

Un hombre joven con el puño en alto sonríe durante un mitin político mientras en un recuadro aparece hablando frente a micrófonos
Montaje de Felipe González. | Montaje

La razón esgrimida entonces fue la necesidad de hacer frente a la necesidad histórica y cerrar un marco legal para controlar las finanzas de los distintos partidos políticos. Hasta ese momento el manido sistema del maletín no era castigado penalmente, al no existir regulación legal al respecto.

Con la aprobación de la nueva Ley, el PSOE renunciaba a su principal sistema de financiación encubierta. Pero a cambio recibía una fuerte compensación de las arcas del Estado. 

Los ideólogos socialistas comenzaron a maquinar una nueva fórmula para conseguir dinero fácil y rápido. Por eso, al mismo tiempo que este ciclo terminaba, un puñado de dirigentes creaba en Barcelona el holding Filesa.

La primera piedra fue la asesoría Time Export S.A., propiedad del diputado socialista Carlos Navarro Gómez y del senador socialista José María Sala Grisó.

Este grupo de empresas lavaba el dinero negro de las comisiones por medio de facturas que se emitían por informes técnicos inexistentes. Una forma más supina y formal de plasmar la financiación ilícita.

Los frutos de Filesa

Así la trama Filesa se convirtió en la principal fuente de ingresos irregulares del PSOE, paralela a la tradicional vía de los “conseguidores” del partido. Entre estos destacaban Aida Álvarez, Sotero Jiménez, Juan Carlos Mangana Morillo o Eduardo García Basterra, mano derecha del que fuera presidente del PSOE, Ramón Rubial.

Las comisiones sobre el montante global de la operación iban de un 1,5% hasta un 3,5% e, incluso, un 4,5% en casos excepcionales.

El holding Filesa se transformó en el vehículo de captación de unas comisiones cuyo valor ascendió a más de 1.000 millones de pesetas. Parte de las cuales fueron destinadas a sufragar los gastos de las distintas elecciones celebradas en 1989.

Cartel electoral con el rostro de un hombre de cabello canoso, el logotipo del PSOE y el lema España en progreso
Campaña electoral de Felipe González en 1989. | PSOE

Con estos fondos “extraordinarios”, el PSOE sobrepasaba a hurtadillas y con creces el límite de gastos electorales impuesto por la Junta Electoral Central. De esta manera competía con ventaja ante sus adversarios a la hora de llegar a los ciudadanos con más garantía de éxito.

Sin embargo, la ocupación del poder durante más de una década de forma ininterrumpida, hizo creer a los dirigentes que su prepotencia duraría para siempre. Estaban desconectados de la realidad y abandonaron la principal seña de identidad que siempre había distinguido al partido: la austeridad.

La caída de Filesa

Y al igual que ocurrió con el caso Juan Guerra, cuya despechada y abandonada esposa reveló el escándalo, Filesa no alcanzó la mayoría de edad. Debido a la denuncia pública de su contable, Carlos Alberto van Schouwen.

El chileno decidió destapar todo el incipiente montaje socialista al no recibir los 25 millones de pesetas que le adeudaban como sueldo sus jefes. Y ante el temor de que le pegaran un tiro en la nuca, amenaza que ya había recibido.

El 27 de abril de 1992 Van Schouwen fue llamado por Marino Barbero. Su declaración ante el magistrado fue alterada y distorsionada, como él mismo denunció, por parte del secretario que en ese momento tramitaba las actas. El chileno tuvo que sentarse en el ordenador y rehacerla, eso da crédito de la situación de presión que vivía. 

En el verano de 1992, Van Schouwen abandonaría España desengañado. Un empleo de gerente en un negocio de Químicas le espera en Santiago de Chile. Volvía de nuevo a su país, vivo y ligero de equipaje. No había aceptado los posteriores sobornos por su silencio.

Pero en su periplo español había dejado tocado al todopoderoso Partido Socialista Obrero Español. Y todo por un puñado de dólares. Al cambio, unos 25 millones de pesetas.

En 1996 volví a reencontrarme con Van Schouwen en Chile, con motivo de una entrevista que realicé para El Mundo, cinco años después de destapar este periódico el caso Filesa. El excontable socialista me decía: “aquello fue una bomba, pero los españoles nuca sabrán la verdad, al no poder investigar a los bancos. La clave está en ellos y en el dinero negro que mueven en los paraísos fiscales".

"Y que no le quede la menor duda que Felipe González conocía todo este entramado y se benefició de ello para ganar sus campañas políticas”.

La contrapartida del PSOE

Si el caso Juan Guerra acabó con la reputación de Alfonso Guerra como socialista honesto y ético, el caso Filesa rompió durante muchos años la imagen de honradez del PSOE. Y convirtió al felipismo en uno de los periodos de la democracia española paradigma de la corrupción más absoluta.

Sin embargo, igual que hiciera el régimen del general Franco, cada vez que estallaba un escándalo (caso Ollero, Ibercorp, Gal…) se blandía la argumentación de una conspiración antisocialista.

Siempre se predicaba que no había lugar a responsabilidades políticas, ni a las consiguientes dimisiones, hasta que no hubiera una respuesta judicial firme. Algo que en el caso Filesa tardó muchos años en llegar y fue muy controlada, en una maraña de intereses políticos y personales que conforman el Tribunal Supremo.

Con el paso de los años no cabe duda de que la investigación que realizamos sobre Filesa arrojó un haz de luz sobre el submundo del dinero negro en los partidos políticos, en las alcantarillas del poder y el dinero, ambos estrechamente vinculados.

Hombre de traje caminando por un pasillo mientras sostiene documentos.
José Luis Ábalos. | EP

Los periodistas de investigación replicamos con datos veraces y creíbles a la frase que en su día el presidente del Gobierno Felipe González lanzó para definir este turbio asunto: “Es un proceso inquisitorial por un delito que no sabemos qué es”. Hoy ya es de todos conocido. 

Y el Gobierno de Pedro Sánchez lo debería saber aún más. Y, cómo no, el que fue el todopoderoso secretario de organización del PSOE, José Luis Ábalos. Es decir, la mano que meció hasta llegar al poder a Pedro Sánchez. 

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