Argentina hace trabajar a sus presos, a diferencia del caso Patrick Nogueira en España
El gobierno de Milei adopta esta decisión, mientras el asesino de Pioz ni realiza actividades en la cárcel de Aranjuez
La ministra de Seguridad de Argentina, Patricia Bullrich, ha presentado esta semana el programa 'Manos a la Obra'. La estrategia no solo se presenta como un intento de transformación del sistema penitenciario argentino. También refleja una tendencia global hacia modelos de prisiones más estrictos y orientados al trabajo obligatorio.
Esta nueva medida choca con casos en España como el del criminal Patrick Nogueira, que permanece en el centro penitenciario de Aranjuez (Madrid) desde abril de este año sin hacer labor alguna. Según ha podido saber elcierredigital.com, “hace unos días protagonizó un incidente con otro preso, permanece en el módulo de respeto pero no realiza actividades ni trabaja”, concluyen las fuentes.
El enfoque que Argentina está adoptando bajo el gobierno de Javier Milei, tiene similitudes con políticas penitenciarias de otros países, como El Salvador. Allí, el presidente Nayib Bukele ha implementado un régimen carcelario de trabajo forzoso con fines de disciplina y reinserción social.
A través de este programa, dicen, Argentina busca "disminuir el ocio en las cárceles. Promover la responsabilidad individual de los presos y mejorar las condiciones de las instalaciones penitenciarias". Y lo hará mediante el trabajo de los presos.
El Salvador ha implementado un modelo similar al que ahora propone Argentina, con un enfoque particular en la disciplina y la productividad carcelaria.
Patricia Bullrich lazan en Argentina el programa 'Manos a la Obra'
En el contexto de su lucha contra las pandillas y el crimen organizado, el gobierno de Nayib Bukele ha apostado por endurecer las condiciones dentro de los centros penitenciarios. Imponiendo la obligación de que los presos trabajen como parte de su rehabilitación.
Este enfoque ha generado cierta controversia, tanto a nivel nacional como internacional. En parte por las duras condiciones y la estricta disciplina impuesta a los reclusos. Sin embargo, también ha recibido elogios por reducir los niveles de reincidencia y mejorar la infraestructura penitenciaria.
Al igual que en El Salvador, el programa 'Manos a la Obra' de Argentina se centra en la idea de que el trabajo es una herramienta clave para la reinserción social.
En la presentación, Bullrich sostuvo que "no vamos a permitir la cultura del ocio en las cárceles". Argumentando que el ocio fomenta la descomposición social y una cultura criminal. Esta retórica refleja el discurso que ha utilizado Bukele en El Salvador, donde el trabajo obligatorio y la militarización del sistema penitenciario son parte central de su estrategia de seguridad.
En este sentido, el modelo de Bukele parece haber servido de inspiración para la nueva administración argentina.
En su presentación, Bullrich señaló que el programa busca cumplir con lo establecido en el Código Penal argentino. Este indica que las personas privadas de su libertad deben trabajar para mantener las instalaciones penitenciarias y pagar su deuda con la sociedad.
En este sentido, 'Manos a la Obra' no solo se justifica como una medida rehabilitadora. También como un acto de justicia con la ciudadanía que, según Bullrich, financia con sus impuestos las cárceles que los reclusos deberían estar manteniendo.
La ministra también enfatizó que el trabajo será obligatorio para todos los reclusos. No habrá opción de rechazarlo. Quienes no trabajen no recibirán ningún tipo de compensación.
Esta postura tiene resonancias en políticas similares que han sido implementadas en otros países. Donde los sistemas penitenciarios han sido reformados para hacer del trabajo una obligación y no un privilegio.
En el caso de El Salvador, los presos son obligados a participar en actividades laborales que van desde la agricultura hasta la manufactura de productos. Todo bajo un régimen de disciplina militarizada.
El éxito o fracaso de estos programas depende en gran medida de la infraestructura disponible y de la capacidad del Estado para monitorear y regular el trabajo penitenciario.
Retos y críticas al modelo
A pesar de que se presenta el programa 'Manos a la Obra' como un vehículo para mejorar la reinserción de los presos, han surgido críticas a nivel nacional e internacional.
Una de las preocupaciones principales es que este tipo de políticas puedan derivar en abusos y condiciones laborales precarias para los presos. Quienes podrían ser obligados a trabajar en condiciones inhumanas o recibir una compensación mínima, o nula, por su trabajo.
Los críticos argumentan que el trabajo penitenciario, aunque importante para la rehabilitación, no debe ser un castigo adicional. Más bien una oportunidad para que los presos adquieran habilidades útiles para su vida tras la prisión.
En el caso de El Salvador, organizaciones de derechos humanos han señalado que los reclusos son sometidos a jornadas laborales excesivas. También que el control militarizado de las cárceles ha llevado a un aumento de las violaciones a los derechos humanos.
Esto plantea un desafío para Argentina si desea implementar un modelo similar sin repetir estos errores. El control estricto del Servicio Penitenciario Federal (SPF) será responsable de la implementación y supervisión del programa. Y será clave para garantizar que los derechos de los presos sean respetados.
Los defensores de los derechos humanos han señalado que, si bien el trabajo puede ser una herramienta efectiva de rehabilitación, "debe ir acompañado de programas educativos y psicológicos que aborden las causas subyacentes de la criminalidad, como la pobreza, la falta de educación y el trauma".
En este sentido, es necesario que el gobierno de Argentina evalúe si 'Manos a la Obra' será suficiente por sí solo o si se requieren medidas adicionales para asegurar una verdadera reinserción de los reclusos en la sociedad.
El posible impacto en Argentina
A medida que 'Manos a la Obra' se implemente en las cárceles del país será crucial observar cómo afecta. Tanto a los reclusos como al sistema penitenciario en general.
Uno de los aspectos positivos que se espera es una mejora en las condiciones de las instalaciones carcelarias. Ya que los mismos reclusos estarán encargados del mantenimiento de los edificios y de otras tareas relacionadas con la infraestructura penitenciaria.
Esto no solo podría reducir costos para el Estado. También dar a los presos un sentido de responsabilidad y contribución a la sociedad.
Por otro lado, el uso de tecnología como sistemas biométricos para controlar los horarios de trabajo y la clasificación de los internos según sus capacidades, promete hacer más eficiente la gestión de las cárceles.
Esta modernización del sistema penitenciario también se ha llevado a cabo en países como El Salvador. Podría marcar un avance significativo en la administración penitenciaria argentina.
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