02 de mayo de 2024
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FIN DE SEMANA

En su vida aparecen mujeres como Isabel Preysler, Vaitiare, Makoke o su actual esposa Miranda Rijnsburger con la que ha tenido cinco hijos

Los 78 años de Julio Iglesias: Una vida rodeada de mujeres y una fortuna de 1.000 millones de euros

Julio Iglesias.
Julio Iglesias.
Julio Iglesias ha cumplido 78 años entre rumores sobre su estado de salud. El cantante español más internacional ha conseguido amasar una fortuna valorada en más de 1.000 millones de euros que protege en Las Bahamas. Su vida sentimental ha sido muy agitada y ha estado marcada por varias mujeres. Con dos de ellas se ha casado y ha tenido hijos: Isabel Preysler, su primera esposa, y Miranda Rijnsburger, su actual mujer y madre de sus cinco últimos hijos.

Julio Iglesias ha llegado a los 78 años convertido en el artista más universal de la música española. Desde 2018, sin embargo, vive apartado de los focos. Aunque se anunció que el artista celebraría su medio siglo sobre los escenarios con una gira de conciertos conmemorativa y un libro de memorias, ninguno de esos proyectos se llevaron a cabo, lo que dio lugar a numerosas especulaciones sobre su actual estado de salud. 

El cantante Julio Iglesias de la Cueva nació por cesárea en Madrid a las dos de la tarde del 23 de septiembre de 1943, en el seno de una familia burguesa acomodada, sólo conservadora en sus formas, formada por su madre, Charo de la Cueva, su padre, el reconocido ginecólogo Julio Iglesias Puga, y su hermano pequeño Carlos.

Su infancia fue tranquila, “a pesar que de pequeño era feito, después se convertiría en un guapo mocetón”, y trascurrió plácidamente en el barrio madrileño de Argüelles, en un hogar típico de la derecha española de esos años, con un piso grande sin ostentaciones en el centro de Madrid.

Estudió el bachillerato en los Sagrados Corazones y aunque estudiar no era lo que más le gustaba, le encantaba jugar a fútbol, normalmente en la posición de guardameta. Sin embargo, su familia se opuso a que por el deporte y su pertenencia al Real Madrid C.F., abandonara sus estudios. Por eso, no tuvo más remedio que eligir la carrera de Derecho, que empezó en el CEU de Madrid y casi terminó años después en la Universidad de Murcia, ya que le quedó colgada una asignatura, Derecho Internacional Privado, que hasta hace tan sólo una década no la había aprobado.

Su padre siempre soñó con que su hijo siguiera la carrera de diplomático pero finalmente Julito terminó como cantante, una profesión que empezó a convencerle como futuro cuando estuvo meses y meses en cama tras un accidente de coche que le produjo una tumoración y una paraplejía parcial. En la vida de Julio Iglesias, la imagen de su padre siempre ha tenido una importancia trascendental, mientras que para su hermano Carlos la tenía su madre.

Boda de Isabel Preysler y Julio Iglesias en 1971.

Su primera mujer ha sido la filipina Isabel Preysler. Isabel y Julio se conocieron inicialmente en una fiesta homenaje a Manuela Vargas, la famosa bailaora musa del pintor Salvador Dalí, celebrada en casa de Juan Olmedilla. Allí surgió el flechazo. Su cara de niña, su fragancia, siempre se perfuma en el último momento, y su esbelta figura, es más alta de lo que aparenta, impresionaron de entrada al cantante, transmitiéndole un encanto especial.

Julio Iglesias no tardaría en enamorarse de la joven filipina, a pesar de que en aquel momento le resultaba fácil verse rodeado de esplendorosas mujeres. Era el soltero de oro, con muchas admiradoras. Pero sería en otra fiesta, celebrada en la primavera de 1970 en uno de los antiguos pabellones de la Feria del Campo de Madrid, que daba la conocida familia bodeguera gaditana de los Terry y organizada por el popular relaciones públicas, el navarro Julio Ayesa Echarri, donde se consumó el intento.

A Isabel sí que no se le escapó el evidente interés que mostró de entrada el cantante hacia ella Y eso que allí estaba la crème de la crème: desde la folklórica Lola Flores, pasando por la duquesa Carmen Franco, su hija Carmen Martínez-Bordiú, hasta un largo número de los llamados vips, entre los que la filipina ya había aprendido a manejarse con soltura. Como siempre llegó tarde a la cita, pero nada angustiada. Iba a su aire, como si la noción del tiempo fuera diferente en Filipinas que en España.

La fiesta sirvió para que Isabel Preysler y Julio iglesias comenzaran a salir como si fueran dos jóvenes pipiolos. “Conocí a Julio Iglesias en 1970. Me pareció un chico simpático y educado, con un aspecto muy agradable. Julio no era todavía un famoso cantante. De todas formas, a mí nunca me han impresionado las personas por su importancia o popularidad. Nuestra primera salida fue para asistir a un recital de Juan Pardo. Tres días después de que nos presentaran, se me declaró; y a los seis meses ya éramos novios. Quería que nos casáramos enseguida, pero yo le dije que esperáramos un poco (…) Recuerdo perfectamente sus palabras. Me dijo: “esto no es una declaración y no pienses que te lo estoy pidiendo, pero quiero decirte que eres la mujer perfecta que siempre hubiera imaginado yo para casarme”, afirmó la Preysler en sus memorias para la revista Hola.

Una boda precipitada

A finales de julio de 1970, la joven filipina viajó a Málaga con sus tíos para pasar el verano y Julio iglesias cambió radicalmente sus estíos en Peñiscola (Castellón) por las playas de la Costa del Sol. El amor continuó apasionadamente durante todo el otoño. Idas y venidas. Encuentro tras encuentro. Besos y noches de amor en un desapacible clima madrileño. Fue en las navidades de 1970, al regresar de sus compromisos en Argentina, cuando Julio Iglesias comentó a sus más allegados que se casaba de prisa y corriendo. La pareja sólo había tardado seis meses en formalizar el contrato nupcial.

Isabel y Julio con sus tres hijos: Chábeli, Julio José y Enrique Miguel.

El anuncio de la boda fue todo un bombazo, incluso para las familias de ambos, bastante conservadoras y católicas, que tenían preparados mejores planes para cada uno de ellos por separado. A los padres de Isabel les pareció una auténtica locura que su hija se uniera a un simple cantante de forma tan precipitada –nadie sospechaba que en su cuerpo pudiera estar gestándose un bebé-. Y a los padres de Julio, aunque tenían la esperanza de que estas nuevas responsabilidades sirvieran de revulsivo a su hijo para renunciar a sus aspiraciones en el mundo de la canción y proseguir su carrera de Derecho, también Isabelita les parecía muy poco. Sobre todo, a la madre de Julio, Charo de la Cueva, una mujer de agrio carácter, que empezó a llamar despectivamente a Isabel la china, ya que anhelaba que su hijo se casara con una chica madrileña de alta alcurnia.

El lugar escogido para celebrar la ceremonia fue el pueblo toledano de Illescas, a unos 40 kilómetros de Madrid. Ni muy lejos, ni muy cerca. La pareja se casó el 20 de enero de 1971 en un día de lluvia torrencial y de ambiente frío en las calles, no así dentro de la iglesia, templada con el calor de los asistentes. Fue el padre José Aguilera, el consiliario de los Jóvenes de Acción Católica de Madrid, quien los unió en matrimonio. Ante la ausencia de Carlos Preysler, que prefirió quedarse en Filipinas, actuó como padrino de Isabelita, su tío José María Preysler, hermano de papá.

Cuentan sus amigas que Isabel era todavía demasiado joven, tan solo 20 años, para comprender lo que estaba sucediendo y que no se daba aún cuenta de lo que significaría su vida al lado del cantante. Que, al principio, estaba envuelta en un torbellino apasionado que la empujaba a aceptar cualquier ocurrencia de su marido y que, en su inconsciencia lo idealizó. Julio representaba la aventura, los viajes, la puerta de acceso a un mundo que le había estado vetado por su origen y educación y no dudó en acompañarle a todos los lugares donde él acudía. Isabel vivió esa etapa intensamente mientras duró, aunque siempre añoró una vida familiar más apacible que la transportara a ese recogido status que disfrutó durante su infancia en Manila, donde regresaba siempre que podía.

Siete meses después de su boda, el 3 de septiembre de 1971, nació su primera hija, María Isabel, conocida como Chábeli, en el Hospital Nuestra Señora de Cascais, en Portugal. Una niña que con el tiempo se ha convertido en la fotocopia más perfecta de su madre. El nacimiento no impidió que Isabel siguiera acompañando a Julio Iglesias en sus giras, aun llevando a Chábeli en brazos.

Los Iglesias-Preysler poco antes de la ruptura del matrimonio. 

Pero el distanciamiento físico entre Isabel y Julio fue cada vez más habitual y constante. Y aunque el matrimonio pasaba menos tiempo junto, sus encuentros eran pasionales. Así, Isabel se quedó embarazada dos veces más albergando la esperanza de que esto representaría el regreso definitivo del hombre a quien entonces amaba. Pero eso nunca ocurrió. Nacieron sus dos hijos varones: Julio José, el 25 de febrero de 1973; y Enrique Miguel del que dio a luz el 8 de mayo de 1975.

Desde entonces sus tres hijos ocuparon todo su tiempo. Ya no acompañaba en sus viajes a su marido que cada día conseguía mayores triunfos discográficos, tanto en España como fuera de nuestras fronteras. Y las ausencias eran cada vez más largas y el teléfono había dejado de sonar con la insistencia de los primeros tiempos. El 21 de julio de 1978 se anunciaba finalmente la ruptura del matrimonio a través del diario Arriba, uno de los periódicos propiedad del llamado Movimiento Nacional, y de la revista Hola.

Los tres niños, tras la dificultosa separación conyugal, continuaron su educación en Madrid sin romper con los vínculos tradicionales y pasando sus vacaciones en Miami con el padre, para ir así conociendo poco a poco ese ambiente tan distinto. A Isabel también le quedó un chalé en Guadalmar, en la Costa del Sol, y la vivienda de la madrileña calle de San Francisco de Sales, en el centro de Madrid, que el matrimonio había adquirido por doce millones de pesetas.

Por entonces la fortuna de Julio Iglesias ya se valoraba en más de 500 millones de pesetas. Algunas fuentes que participaron en esa separación indican que Isabel actuó con generosidad pudiendo haber sido mucho más dura aun económicamente con el cantante.

Desde entonces la fortuna de Iglesias no ha parado de crecer y serán los hijos nacidos de Isabel Preysler quienes la hereden en compañía de los cinco hijos que ha tenido con Miranda RijnsburguerMiguel Alejandro, Rodrigo, Victoria, Cristina y Guillermo.

Con Miranda ha encontrado una estabilidad sentimental que no tuvo con las mujeres que lo acompañaron en sus ilustres años, tras separarse de Isabel Preysler. Mujeres como Vaitiare, Sidney Rome o Makoke. Con ésta última, vivió un romance de nueve meses justo antes de conocer a Miranda. Como la propia Makoke ha confesado fue "la obsesión por el orden del artista" lo que hizo que su relación no fructificara. "Quería encontrar la disciplina que siempre le faltó", ha manifestado la que fuera su azafata de confianza en la gira que Julio Iglesias realizó allá por el año de 1989 por los principales países centroeuropeos. 

Una fortuna a salvo

La fortuna de Julio Iglesias se calcula hoy en día en unos mil millones de euros, situada actualmente en el paraíso fiscal de Las Bahamas.  Aquí, en España, sus activos se aglutinan solo en dos empresas –Androsemo SL y Bellevue Costa Sol SA–, que son administradas por su esposa, Miranda Johanna María Rijnsburger. La segunda, con domicilio social en el barrio de Salamanca, en Madrid, fue creada la Nochebuena de 1999 con el objeto social de "construcción de edificios residenciales". Esta empresa no presenta cuentas desde el año 2015, en el que valoró sus activos en 4.623.283 euros. 

Por su parte, Androsemo SL, constituida en 1992 y domiciliada en Marbella, tiene activos declarados por un valor de 7.822.940 euros y no presenta cuentas desde el año 2012. Precisamente, esta sociedad es la titular de las 56 hectáreas que ocupa la finca marbellí del cantante, Cuatro Lunas. A su vez, el artista posee, también, cerca de diez hectáreas de terreno colindante a esta casa malagueña con el fin de preservar su intimidad.

Julio, Miranda y los cincos hijos del matrimonio: Miguel Alejandro, Rodrigo, Victoria, Cristina y Guillermo.

Desde 2007, Miranda administra, oficialmente, todo el patrimonio del cantante en España. Un año importante, porque fue cuando Julio Iglesias abandonó su aventura en el sector inmobiliario en la Comunidad Valenciana. Siete años antes, en noviembre de 2000, entraba con fuerza como inversor inmobiliario en España. Junto a tres socios, el constructor Andrés Ballester y los empresarios Fernando Polanco y José Lladró, constituyó la sociedad Urcosa SL, que promovía en Altea (Alicante) la urbanización Villa Gadea, un proyecto con 260 chalés y un hotel de lujo de cinco estrellas.

El capital inicial fue de 500 millones, de los cuales Julio aportó un 20%, 100 millones de euros. Justificó entonces su decisión de invertir, en el que denominó su "primer negocio en Valencia", por la seriedad de sus socios y perspectivas de rentabilidad, en un momento en el que el cantante era embajador de las iniciativas de la Generalitat Valenciana de la mano de Eduardo Zaplana. De hecho, llegó a afirmar: "Prometí al presidente Zaplana que invertiría, y así lo hecho".

Pero la aventura en la Comunidad Valenciana terminó en los tribunales de Justicia. Durante la investigación, reconoció ante un juez dominicano que cobró 5,95 millones de euros a raíz de dos contratos firmados en diciembre de 1997 con el Instituto Valenciano de la Exportación (Ivex). Una cifra que suponía 3,7 millones de euros más de lo que el entonces presidente de la Generalitat Valenciana aseguró haber pagado al cantante por promocionar su Comunidad.

Todo este escándalo hizo que, el 27 de abril de 2007, Julio Iglesias cesara como consejero de las empresas Coll de Rates SA, Altea Futuro SA y Desarrollos Futuros del Algar SL –hoy en liquidación– y unos días más tarde, el 3 de mayo de 2007, lo haría de la empresa Hotel Villa Gadea Altea SL. Curiosamente, solo unos meses después, Miranda tomaba ya registralmente las riendas de los negocios e inversiones de su marido en España.

Residencia de Julio Iglesias en Ojén (Málaga). 

Pero el gran patrimonio de Iglesias está al otro lado del Atlántico, en EE.UU. y la República Domicana principalmente. De la mano de su amigo Óscar de la Renta, invirtió para convertir Punta Cana en un gran destino turístico. Iglesias se convirtió en una de las caras más visibles del grupo Punta Cana, la empresa que urbanizó este destino turístico creando apartamentos, hoteles e infraestructuras, como el aeropuerto de esta ciudad caribeña, el primero en su categoría completamente privado, y donde Julio aparece como principal inversor.

A 10 minutos de este construyó su mansión, valorada en más 20 millones de dólares. Ahora, se especula que ha decidido desprenderse de parte de sus inversiones en esta isla para desplazar sus importantes plusvalías hacia Panamá, sin que haya confirmación oficial todavía.

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