10 de mayo de 2024
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FIN DE SEMANA

En esta prominente residencia de la madrileña calle Triana el exbanquero vivió años de gloria y su ahora reforma supone el fin del 'mariocondismo'

El ocaso del imperio de Mario Conde: Su mítico cuartel general ahora en manos de un consejero de CaixaBank

El Cierre Digital en El palacete del número 63 de calle Triana (Chamartín, Madrid) que perteneció a Mario Conde
El palacete del número 63 de calle Triana (Chamartín, Madrid) que perteneció a Mario Conde
El conocido empresario y expresidente del Consejo de Administración de Banesto, Mario Conde, vivió años de gloria y florecimiento económico en su palacete del número 63 de la calle Triana, en Chamartín (Madrid). Paralelamente, la vivienda fue testigo de la caída del polifacético banquero, cuya entidad bancaria fue intervenida en uno de los casos más polémicos en España. La propiedad, en plena reforma por su estado de semiabandono, pertenece ahora a un consejero de Caixabank, Gonzalo Gortázar.

El conocido empresario Mario Conde, que fue presidente del Consejo de Administración de Banesto, ingresó en prisión por los delitos de apropiación indebida —al haber estafado 7.000 millones de pesetas— y de falsedad documental y maquinación. Durante los años del Caso Banesto residió en un palacete en el número 63 de la calle Triana, en el distrito de Chamartín (Madrid), que ahora pertenece a Gonzalo Gortázar, consejero delegado de CaixaBank. El palacete se encuentra en estado de reformas tras su venta en 2022 por cerca de tres millones de euros.

La venta del inmueble es un símbolo del fin del 'Mariocondismo', una etapa de prosperidad económica y estallido bancario. El hombre de los 'pelotazos' vivió años de gloria en este palacete. Sin embargo, su venta, tras varias paralizaciones por juicios, simboliza algo más que un mero trámite, para muchos significa el fin de una era.

Se dice que, en su momento, Conde llegó a tener un palacete en Madrid, una mansión en Mallorca, una finca en Sevilla, un palacio de caza en Toledo y un castillo en Ourense. Sin embargo, el empresario perdió gran parte de este patrimonio tras diversos embargos. A pesar de estos, Conde se ha quedado con una finca en Sevilla llamada Los Carrizos.

El palacete de la calle Triana, por su parte, consta de 850 metros cuadrados y ocho habitaciones. Aquí, Conde vivió años de ascenso económico y, de hecho, fue en este palacete donde vivió gran parte de su vida junto a su familia. Sin embargo, esta propiedad tiene nuevo dueño desde abril del pasado año 2022. Se trata del consejero delegado de CaixaBank, Gonzalo Gortázar, que según adelantaron diversos medios de comunicación, pagó cerca de tres millones de euros. Adquirido hace más de un año, ya se está realizando una profunda reforma en el inmueble, como se puede apreciar en las imágenes a las que ha tenido acceso elcierredigital.com.

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Imagen del estado actual del que fue el palacete de Mario Conde en el número 63 de la Calle Triana (Chamartín, Madrid)

Tal y como señalaron fuentes consultadas por medios de comunicación en su momento, la venta de este inmueble no fue nada fácil. De hecho, pasaron casi ocho años desde que saliera a la venta en el portal Idealista por 3,7 millones de euros. Entre 2016 y 2018, la Audiencia Nacional paralizó la venta en varias ocasiones por embargos judiciales.

Fue en 2018 cuando la Audiencia permitió su venta, a cambio de que todo su importe fuera destinado a sufragar la deuda que el empresario tenía pendiente con Hacienda. La vivienda fue el cuartel general de Conde durante los años de gloria y caída en desgracia: su ascenso en el mundo de las finanzas hasta convertirse en presidente de Banesto; su paso por la prisión condenado por estafa y apropiación indebida; su campaña como candidato a la presidencia del Gobierno en 2000 liderando al CDS o su nuevo encarcelamiento por blanqueo de capitales

Fiestas y registros en un palacete polémico

En el palacete que ahora pertenece a Gortázar,  en el año 2016 agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil invirtieron más de ocho horas en el registro de la vivienda, al tiempo que vecinos y numerosos medios de comunicación aguardaban expectantes.

En el registro se encontraban tanto Mario Conde como su hijo, Mario Conde Arroyo, que fueron detenidos ese mismo día. Durante todo aquel registro solo abandonó la vivienda el abogado del exbanquero, Ignacio Peláez, que aseguró a los medios de comunicación congregados que no podía comentar "nada".

Nada que ver con el ambiente que se vivía en la casa de Conde unas décadas atrás, concretamente el 30 de enero del año 1995, la casa de Mario Conde registró una intensa actividad durante la noche y primeras horas de la madrugada. Sobre las una de la madrugada, dos vehículos marca BMW de color oscuro llegaban al número 63 de la calle Triana, donde les aguardaban numerosos periodistas y fotógrafos, tal y como recogió una nota informativa. Mario Conde, que viajaba en el asiento posterior del primer vehículo, "mantenía el tono serio y aguantaba los flashes impasible".

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Imagen del palacete antes de la reforma

En el segundo coche viajaba Arturo Romaní, mucho más delgado que cuando entró en la cárcel, mantenía una sonrisa forzada ante las cámaras. Conde accedía a la vivienda tras completar su recorrido desde la cárcel. Romaní y Conde podían entonces pasear, bajo fianza, con cierta libertad, pues habían pagado una fianza de 3.000 millones de pesetas.

Dos horas antes, habían dejado el domicilio de Conde, los que fueron también consejeros de Banesto Enrique Lasarte y César de la Mora. Con anterioridad, habían llegado la esposa y los hijos de Romaní. 

La nueva vida de Conde

Tal y como informó elcierredigital.com, en 2020 el corazón del exbanquero Mario Conde volvió a estar ocupado, el que fuera presidente de Banesto encontraba una nueva ilusión con título aristocrático: Adriana Torres Silva, marquesa de Casa Mendaro.

Adriana, veinte años menor que el banquero de Tuy, es hija de Esteban Torres González-Camino y Luisa Fernanda Silva Mendaro, los fallecidos marqueses de Casa Ulloa y Casa Mendaro, título que Adriana heredó en 2014. Estaba divorciada del empresario Felipe del Cuvillo, con el que tuvo tres hijas. Si nos remontamos en su árbol genealógico encontramos que su tatarabuelo fue jefe de Palacio durante los años de la Regencia de María Cristina de Hasburgo y su bisabuelo hombre cercano al círculo de Alfonso XIII.

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Mario Conde junto a Adriana Torres Silva

Más allá de los vínculos familiares, Adriana es una reconocida pintora que ha llegado a exponer en distintos países. Dicen que la afición al arte es lo que ha unido a Conde y la marquesa, que habrían estrechado su relación tras el confinamiento.

Una de las primeras pistas sobre el romance la dio el propio exbanquero en su cuenta de Instagram, donde hablaba sobre su afición a la pintura junto a una imagen con elementos habituales para esta actividad como pinceles, aguarrás y pinturas. “El arte ha vuelto a mi vida y según mis meigas gallegas volvió para quedarse. Digo volvió porque nací rodeado de arte”, escribió Conde.

Adriana también ocupó en su momento la actualidad del corazón cuando la revista ¡Hola! habló de ella como posible novia del príncipe Felipe de Bélgica. Lo cierto es que sus abuelos maternos, los duques de Miranda, eran íntimos amigos de los entonces reyes de Bélgica, Fabiola y Balduino. Sin embargo, el romance nunca existió como tal.

El 'Caso Banesto'

El Tribunal Supremo dio carpetazo al caso el 29 de julio de 2002, casi diez años después de que saliera a la luz el escándalo financiero que se descubrió cuando el Banco de España cesó al equipo gestor del Banesto de entonces, presidido por Conde, y colocó a Alfredo Sáenz Abad, entonces vicepresidente del BBV, como nuevo presidente provisional de la entidad.

La investigación del Banco de España, que concluyó en febrero de 1996, ponía de manifiesto un fraude contable continuado por parte de los gestores de Banesto, que ascendía a 501.200 millones de pesetas y un agujero de 605.000 millones de pesetas.

Dada la complejidad de los hechos analizados, tanto la instrucción como el juicio oral convirtieron este caso en uno de los procesos más largos de la historia de los delitos económicos a nivel mundial. El juicio se prolongó desde el 1 de diciembre de 1997 hasta el 3 de diciembre de 1999, y la sentencia de la Audiencia se conoció el 31 de marzo de 2000.

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