19 de mayo de 2024
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FIN DE SEMANA

De 45 años, hija de Pedro Luis Domecq Urquijo y nieta del famoso Perico 'El Pantera', quien hizo historia por su buen catar de los vinos familiares

El gran apoyo de 'El Juli' tras su retirada del toreo: Su mujer Rosario Domecq, integrante del clan influyente de Jerez

El Cierre Digital en
/ Rosario Domecq y su marido Julián López 'El Juli'.
El pasado mes Julián López Escobar, más conocido como El Juli, anunciaba el final "indefinido" de su etapa como torero a los 40 años. Su mujer desde 2007, Rosario Domecq, se ha mostrado como uno de sus mayores apoyos en la última de sus despedidas en la arena de la Plaza de Toros de El Puerto de Santa María. Domecq lleva el apellido y legado de una influyente familia de Jerez de la Frontera, en la Andalucía más profunda.

Dos semanas atrás –concretamente el 27 de julio– el mundo del toreo recibía la noticia de que Julián López Escobar, más conocido como El Juli, ha tomado la decisión de retirarse como torero a los 40 años. El madrileño, de quien dicen que "nació con muleta y espada" y que "tumbó a la matrona con una estocada sin puntilla", protagonizó la gran revolución de la Tauromaquia a la antigua usanza cobrando más que nadie, toreando más que nadie y llenando las plazas de toros más que nadie.

Después de 25 de alternativa, el diestro aclaraba en un comunicado que se trata de un adiós "indefinido" y el "final de una etapa maravillosa". Para honrar su despedida por todo lo alto, El Juli reaparecía en el ruedo este sábado 5 de julio en la Plaza de Toros de El Puerto de Santa María (Cádiz). El llamado por algunos críticos como el "niño prodigio del toreo" brilló vestido de gris y oro con los también maestros Roca Rey y Daniel Crespo.

Entre los cientos de espectadores se encontraba la que es su mujer desde el 20 de octubre de 2007, Rosario Domecq Márquez, y con la que mantuvo siete años de relación previos al matrimonio. Ella misma mostraba su apoyo incondicional a su esposo a través de una publicación en su Instagram disfrutando de El Juli en la arena junto a un grupo de amigas.

 
 
 
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De familia tradicional, con rancio abolengo y poder en la Andalucía profunda, Rocío Domecq se muestra como un gran respaldo para el torero que había salido "de la nada" y ahora se ha ganado el calor de toda la comunidad taurina.

La historia de Rosario Domecq y El Juli

Así lo relata Juan Luis Galiacho, director de elcierredigital.com, en su libro Matrimonios S.A. Con el enlace entre Rosario Domecq y Julián López “El Juli” en 2007, se unía “una señorita” de Jerez, de toda la vida, con un chico criado en un popular barrio madrileño y sin estudios. Se asociaba el carisma y la leyenda (sustantivos que tiene el apellido Domecq en Andalucía) con el dinero labrado a manos de una simple muleta de torear, su único patrimonio. Siempre se ha dicho durante muchos años que “en Jerez, se es caballo o se es Domecq”, un dicho repetido en esta localidad gaditana donde la familia Domecq cuenta entre sus miembros más jóvenes con ganaderos, rejoneadores, toreros, escultores, pintores, bodegueros y hombres de negocios. Se calcula que existen más de 300 descendientes vivos con el apellido Domecq, utilizado como primer apellido o como segundo. Pero más de la mitad de ellos son jóvenes que no han podido colocarse en las bodegas, como era tradicional cuando las bodegas absorbían cómodamente a los hijos y sobrinos hace tan sólo treinta o cuarenta años.

Rosario Domecq Márquez, de 45 años, es hija de de Rosario Márquez Amilibia, de origen vasco, y de Pedro Luis Domecq Urquijo, un conocido hombre de negocios andaluz, pero sin un gran capital económico detrás, que comparte su tiempo y su trabajo entre Madrid y Jerez. La residencia oficial de los Domecq Urquijo se encuentra en el palacio familiar de la plaza de Rafael Rivero, número 1, de Jerez, donde siempre han vivido sus ascendientes. Los abuelos paternos de Rosario son Paloma Urquijo y Álvarez de Ulate y Pedro Domecq de la Riva, el famoso Perico “El Pantera”, un hombre singular que hizo historia en Jerez por su buen catar, en especial los caldos elaborados por la familia.

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Rosario Domecq y El Juli.

Desde hace unos años esta rama familiar de los Domecq Urquijo-Márquez se convirtió en objetivo de la prensa del corazón por la relación que mantenía la hija de la pareja con el torero Julián López “El Juli”. Se conocieron gracias amigos comunes y lo que en un principio fue una simple amistad entre jóvenes (ella es tres años mayor que él) se transformó en una relación seria y estable, a pesar de que Rosario pasó varias temporadas fuera de España.

La nieta de Perico “El Pantera” se educó en el selecto colegio jerezano de Jesús y María, también llamado popularmente como Colegio El Cuco, en las proximidades del parque González Hontoria, donde hoy se instala la popular Feria del Caballo, pero que fue históricamente la finca de “Los Panteras”, es decir, propiedad de su familia. Rosario estudió la carrera de Comunicación Audiovisual en la Universidad Europea y comenzó a trabajar en una galería de arte y diseño en Madrid, para más tarde integrarse en el departamento de relaciones externas de una revista femenina. Dicen de ella que es una joven estilizada, con clase, de piel muy blanca, de extraordinaria simpatía, muy trabajadora, con mucho carácter y bien relacionada. En su círculo de amigas destacan otras dos jerezanas de sobra conocidas.

Una es Alejandra Ortiz Domecq, prima suya e hija del cantante Bertín Osborne y de Sandra Domecq, que hoy está casada con Joaquín Buendía. Y la otra es Mercedes Bohórquez Domecq, también prima lejana suya, hija menor del ganadero y rejoneador Fermín Bohórquez y de Mercedes Domecq. Precisamente, “El Juli” había salido anteriormente con Mercedes Bohórquez. De nuevo, todos interrelacionados.

Pero la relación de Rosario con el conocido matador de toros no fue bien vista de entrada por los elitistas Domecq, que siempre recelaron de ella. Máxime cuando Rosario había tenido antes como novio a uno de los pijos más famosos de Jerez, Iván Bohórquez. Dicen en Jerez que a los Domecq no les gustaba la clase social de la que procedía Julián, un chico de imagen discreta, con un coherente proceder y recta actitud, pero de la más humilde familia taurina de Madrid.

Como tampoco les atraía la diferente formación cultural entre ambos. Ella tiene carrera universitaria y él prácticamente sólo ha estudiado lo más básico en el colegio infantil y en la Escuela de Tauromaquia de Madrid, ya que a los catorce años se marchó a México para formarse allí como torero, dada la imposibilidad que tenía en España para lidiar debido a su edad. Incluso, los Domecq pensaron en mandar a la niña una larga temporada al extranjero a estudiar un master para alejarla del influjo seductor de este torero, popular entre las clases sociales más humildes.

El Juli y los Domecq, dos mundos diferentes

Julián López Escobar, “El Juli”, nació en la clínica San José de Madrid el 3 de octubre de 1982. Es el menor de los tres hijos que tiene la pareja formada por Manuela Escobar Mendoza Manoli (también de familia taurina) y Julián López López, que fuera un modesto novillero, luego banderillero, apodado también “El Juli” y que abandonó los ruedos a causa de una grave cornada en un festejo celebrado en la localidad madrileña de San Sebastián de los Reyes en el que estuvo a punto de perder la visión del ojo derecho a los 21 años. Antes de este percance había conocido a su esposa Manoli en un tentadero organizado por la familia de ella. Juntos tuvieron varios negocios hasta instalarse en el popular barrio madrileño de San Blas, donde abrieron una tienda de decoración. Quizá fuera esa afición vivida en su casa ya desde la cuna lo que incitó a Julián por el mundo de los toros.

Y aunque estudió la primaria en el Colegio Casa de la Virgen, situado en el barrio de la Concepción de Madrid, muy cerca de la plaza de toros de Las Ventas, pronto abandonaría sus estudios. Fue durante su primera comunión, el 2 de junio de 1991, celebrada en la finca de Juan Rivera, en Toledo, cuando se puso por primera vez delante de una becerra en la plaza de tientas de esta heredad y dio sus primeros capotazos que ya deslumbraron a los invitados. 

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El Juli.

Tras esta demostración de poder entró meses después en la Escuela de Tauromaquia de Madrid gracias a la intermediación de su abuelo, Ignacio López, quien se lo recomendó a su amigo y director artístico de la Escuela, el también maestro Gregorio Sánchez. Ya el 1 de mayo de 1993 debutaba de corto en la localidad toledana de Villamuelas, pueblo natal de su madre Manoli, cortando las dos orejas, el rabo y la pata a su primer eral. Un año después ganaba el concurso “Monte Picayo busca torero”. Y el 20 de julio de 1995 se vestía por primera vez de luces en la localidad francesa de Mont de Marsan.

Durante sus dos primeros años participó en más de 150 becerradas, consiguiendo trofeos en la mayoría de festejos y siendo el triunfador de todos los alumnos de la Escuela Taurina de Madrid. Comenzaba ya a llamar la atención de los profesionales taurinos, quienes no paraban de hablar del jovencísimo diestro. Precisamente debido a los problemas legales que planteaba su edad para torear en público en España, su familia decidió enviarlo a hacer las Ámericas.

Junto a su padre se instaló en México DF y empezó a matar novillos por todo el país azteca. Así debutó con picadores el 16 de marzo de 1997 en la plaza mejicana de Texcoco. Burlando la ley española toreó en el pueblo de su madre, Villamuelas, su primera novillada picada en España el 27 de abril de 1997. Días después regresaría a México, donde poco a poco fue consiguiendo contratos hasta debutar en la Plaza Monumental de DF el 15 de junio de ese mismo año.

En su tercera aparición logró indultar ante 30.000 espectadores al novillo Feligrés, de la ganadería de La Venta del Refugio, convirtiéndose en el primer novillero español en conseguir tal éxito en la plaza de la capital mexicana.

Precisamente, uno de sus rasgos más característicos durante su primera etapa como novillero fue la habilidad que mostraba con el capote, con el que desplegaba un amplio repertorio. Dominaba la técnica tanto de las suertes españolas como las que aprendió en México, popularizando “la lopecina” y la “escobina”, denominadas así en honor de sus padres.

En 1998 regresó, ya legal, a España, aunque antes había toreado en Colombia y Ecuador, en las plazas de Cali y Quito, respectivamente. Su triunfal carrera americana recibió el favor de la crítica en nuestro país, que vendió la imagen de un chico imberbe de 16 años que toreaba de ensueño y que ni siquiera podía conducir su propio coche. Cinco días antes de tomar la alternativa, se anunció en solitario en la plaza de toros de Las Ventas, en Madrid, saliendo por la puerta grande tras cortarle las dos orejas a su quinto novillo ante una plaza llena de público.

Con este bagaje, comenzó en Nimes (Francia) el 18 de septiembre de 1998 su carrera profesional. El torero alicantino José Maria Manzanares le dio la alternativa, siendo testigo José Ortega Cano, casado con la cantante Rocío Jurado. Dada la expectación creada, la corrida fue retransmitida por Televisión Española y “El Juli” salió a hombros tras cortar dos orejas por la llamada “Puerta de los Cónsules”. Después de catorce tardes más por tierras españolas, marchó a México para confirmar la alternativa en la Plaza Monumental de DF, cortando allí una oreja.

Su figura en el mundo taurino ha ido siempre en paralelo a la de su padre, que ha sido el responsable máximo de su carrera, máxime desde que el torero rompiera a finales de los años noventa con el ex matador Victoriano Valencia, su primer apoderado y suegro de su amigo Enrique Ponce. Siempre ha sido Julián padre quien ha tomado las decisiones, incluso las de negociar con las empresas sin la presencia del apoderado oficial, que luego pasó a ser otro torero retirado, uno de los mejores amigos que “El Juli” tiene hoy en la profesión: Raúl Gracia “El Tato”.

El diestro zaragozano se convirtió en su sombra, aunque esta contratación tampoco fue definitiva. Luego vino otro exmatador, el vallisoletano Roberto Domínguez. En sólo once años de alternativa la carrera de Julián López ha sido meteórica, tanto por América como en España, con más de mil corridas, con más de dos mil toros estoqueados, con centenares de trofeos y abriendo la puerta grande de Madrid. Todo ello le ha permitido amasar un enorme patrimonio económico, llegando a ganar más de 12 millones de euros en una sola temporada. La sede principal de sus negocios, basados al margen del toro en la inversión inmobiliaria y en la bolsa, así como en la explotación y tenencia de fincas, se encuentra en su finca de la localidad madrileña de Velilla de San Antonio, donde hoy vive su familia, como también en una oficina situada en el Paseo de la Habana de Madrid, número 15.

Aquí, para sus negocios de cartera, es decir sus inversiones en el parqué, el Juli ha constituido dos instrumentos societarios: al igual que los ricos cuenta con su propia SICAV (sociedad de inversión de capital variable) llamada Rodeo de Inversiones, cuya gestión corre a cargo del Banco de Santander y con un activo de 3,5 millones de euros; e Inversiones Gesloes S.L., con un capital social de 5,3 millones de euros.

A su vez, para sus negocios inmobiliarios dedicados al alquiler de viviendas y locales comerciales ha constituido otra sociedad denominada Inver Loes S.L., con unos activos de 4,1 millones de euros y creada en agosto de 1999.

Pero cuando Julián López penetró de verdad en el corazón del poder aristocrático, el que todavía hoy perdura, fue el día que comenzó sus contactos con la alta sociedad andaluza. Primero se le emparejó con Mercedes Bohórquez Domecq, hija menor del ganadero y rejoneador Fermín Bohórquez y de Mercedes Domecq.Y luego con Rosario Domecq, su actual mujer. Fueron más de seis años de un noviazgo discreto antes de dar el “sí quiero”.

La boda de Domecq y El Juli

Fue un 20 de octubre de 2007, en una fecha escogida, ya que por entonces el torero había concluido su temporada española y tenía unos días de descanso antes de iniciar la americana. El enlace se convirtió en un acontecimiento a nivel nacional y por supuesto, en Jerez, la cuna de la novia. Se celebró en la capilla de Santa Catalina en el Convento de Santo Domingo, en pleno corazón de la ciudad, muy unida a la familia Domecq desde finales del siglo XVIII, ya que ha sido protagonista de las principales celebraciones religiosas desde que los primeros Domecq llegaron a Jerez allá por 1800.

Hasta ella llegó la novia subida en una carretela del siglo XIX, que es un vehículo para grandes ceremonias de una forma característicamente redondeada (también llamada en góndola) y con una media capota plegable en el asiento principal, que fue enganchada mediante una guarnición “calesera” a seis caballos propiedad de la conocida ganadera jerezana Ana María Bohórquez Escribano.

Rosario fue acompañada en su trayecto por su padre. Lucía un diseño de Miguel Palacio, especialmente ideado para ella, confeccionado en duchesse de seda de color blanco roto, con falda de mucho volumen y volante drapeado en el bajo, y un cinturón de pasamanería en gris con una gran lazada que ascendía por la espalda hasta llegar al hombro. Los zapatos del mismo color que el traje eran de Rocío Mozo, la novia de Ignacio López, uno de los hermanos de su marido.

Los complementos más llamativos que llevaba la novia eran el anillo de pedida, una pulsera y una diadema antigua de brillantes y perlas, que perteneció a su abuela paterna, de la que estaba prendida la mantilla. Rosario fue peinada con un tradicional moño andaluz por Paco Cerrato, y maquillada por Baltasar González Pincel.

El ramo de flores que llevaba constaba de astilbe, astrantia y lirios del Amazonas. Por su parte, el novio vestía un chaqué clásico confeccionado por la conocida sastrería madrileña Langa, con la botonadura de brillantes que le regaló su novia el día de la petición de mano. Combinó el chaqué con un chaleco en blanco roto y corbata gris.

La madrina de la boda fue la madre de “El Juli”, Manoli, que lució un vestido del diseñador Lorenzo Caprile en tono verde esmeralda, confeccionado en gasa natural, con detalles de bordado en hilo y azabaches y rematado por una mantilla española con blonda de color negro. Mientras que el vestido de la madre de la novia, Rosario Márquez Amilibia, era de Elena Benarroch, en tonos berenjena, complementado por una gran panela de Philippe Tracy en color frambuesa y a juego con los guantes.

Los niños que hacían de pajes fueron vestidos por la tía paterna de Rosario, la diseñadora Paloma Domecq Urquijo, en estilo goyesco en tono grises y a juego con el cinturón de la novia. La interpretación musical corrió a cargo de la Coral de la Capilla Gardenalicia de Jerez, que cantó el Zadok de Priest de Haendel, la Salve Rociera y El Aleluya del Mesías de Haendel, que completaron la música del Canon de Pachelbel.

Posteriormente a la celebración religiosa, oficiada por el padre dominico Martín Alexis, se sirvió un almuerzo en la Casa Palacio Domecq, situada en la Alameda frente al Convento, y que ha sido el emblema de las bodegas Domecq, aunque ahora pertenece al holding: Beam Global. Para colocar a los invitados se utilizó el patio central, así como varias salas adyacentes, que fueron decoradas con flores en tonos blancos y verdes por el decorador Francis Yanes. Se utilizaron centros confeccionados con rosas fucsias, lilium orientales y orquideas.

Para las mesas se optó por cristales altos adornados con orquídeas rosas, hojas de roble y otros tipos de verdes. El menú fue servido por el restaurador Alfonso Rodríguez, uno de los más reconocidos chefs de la ciudad jerezana, y consistió en una crema de verdura escalibada, arroz con langostinos de Sanlucar y pechuga de codorniz al aroma de paté y trufas de otoño. De postre, un dulce con milhojas de tres chocolates con tulipa de oloroso, que sustituyó a la tradicional tarta nupcial. Luego hubo un fin de fiesta en una de las fincas que la familia Domecq posee en las afueras de esta localidad gaditana y que fue amenizada por el grupo flamenco Los Alpresa.

Entre los más de 400 invitados del mundo social, empresarial y aristocrático, se encontraban compañeros del torero, a su vez casados con conocidas estrellas de la canción y del espectáculo, como Juan Serrano “Finito de Córdoba” con la ex presentadora de televisión Arancha del Sol; Javier Conde y la cantante Estrella Morente; o Enrique Ponce que acudió sin su mujer Paloma Cuevas, ya que por entonces se encontraba algo molesta en sus primeros meses de gestación y prefirió quedarse en casa.

También se pudo ver a otros toreros como Raúl Gracia “El Tato", al que acompañaba su mujer Pilar Tormes; a Víctor Puerto y su mujer Noelia Margotón; a Curro Vázquez y su mujer Paqui Dominguín, prima de Carmina Ordoñez; como también a Cayetano Rivera, Eduardo Dávila Miura, El Califa o Manuel Caballero; a ganaderos como Fermín Bohórquez; y a políticos como la alcaldesa de Jerez de la Frontera, Pilar Sánchez, o al ex alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, etc.

Precisamente, horas antes del enlace ya se congregaban cientos de curiosos en los alrededores para ver a tan “ilustres” huéspedes, a los que junto a la invitación de boda, los novios habían adjuntado un plano de cómo llegar, una relación de hoteles, un listado de peluquerías y varios teléfonos de taxis con el fin de que no les faltara de nada. Entre los grandes ausentes figuraban toreros como Miguel Báez “El Litri” o Francisco Rivera Ordóñez.

Desde ese día, las ambiciones de “El Juli” no sólo se limitan a triunfar en una plaza de toros. Atrás han quedado sus conocidos de la infancia. Hoy tiene nuevos amigos con apellidos no tan corrientes. Su círculo ahora es bastante más cerrado, elitista y gira principalmente en torno a la jet set andaluza y taurina. Dicen sus conocidos que sus fiestas no se celebran en los bares de copas habituales para gente de su edad, sino que se hacen en pequeño comité en sus fincas.

Una de ellas, donde residió hasta meses antes de casarse, es “El Feligrés”, nombre puesto en referencia al novillo que indultó en la Monumental de México, situada en la carretera que une las poblaciones madrileñas de Arganda del Rey con Velilla de San Antonio y donde se ubica hoy la sede de la Escuela de Tauromaquia de Arganda, un proyecto que nació en octubre del año 2007 de la mano de la Fundación Taurina Internacional El Juli.

La Finca “el Feligrés” dispone de un espectacular cortijo, además de plaza de toros, corrales, cuadras de caballos y pistas para practicar deporte. Precisamente para el negocio del toro y del entretenimiento “El Juli” creó dos sociedad ad hoc Divierte Creaciones del Ocio S.L. y Gestaurina 2001 S.L.

También en esta finca madrileña tiene ubicado su negocio de ganadería, a través de la empresa Explotaciones Ganaderas Feligrés S.L., con unos activos de cerca de 14 millones de euros y unas ventas en el año 2008 de 6,5 millones.

Mientras que el diestro y su mujer residen habitualmente en otra de sus fincas, situada en la localidad pacense de Olivenza, que El Juli compró en el año 2003 por unos seis millones de euros Lujos y caprichos de un joven y millonario torero.

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