La muerte y el cuidado de los difuntos: 'Lo importante es 'dar vida' a los fallecidos'
Josep Lluís Mulero, considerado mejor embalsamador del mundo, afirma que su prioridad es cuidar la estética de un muerto
Como cada año, el 1 de noviembre se celebra el Día de Todos los Santos. Popularmente, se trata de una celebración familiar, en la que se recuerda a las personas queridas que ya han fallecido. Es un día para acudir a los cementerios y dedicar tiempo al recuerdo de los que nos han dejado.
Es decir, es el día en que se cuida de nuestros fallecidos, encendiendo velas y embelleciendo las tumbas, nichos y panteones.
Todas estas personas que recuerdan a sus difuntos han tenido que pasar por un largo duelo, que comienza tras el fallecimiento de un ser cercano. En nuestra sociedad la muerte es uno de los temas tabú más respetado. Significa el fin de la vida y el paso a lo desconocido.
Pero siempre hay personas que se esfuerzan por hacer que el fallecimiento de un ser querido sea lo menos doloroso posible. Entre ellas, los encargados de embalsamar y embellecer el cadáver por medio de la tanatoestética.
Una de esas personas es el mejor embalsamador del mundo, Josep Lluís Mulero Plata. Cuenta con una envidiable trayectoria en el ámbito funerario y en la realización de embalsamamientos, donde está reconocido internacionalmente. Cabe destacar que en 2013 fundó el Instituto Español Funerario.
En elcierredigital.com hemos contactado con Mulero Plata para saber más sobre el cuidado de los fallecidos en estas fechas.
"En alguna que otra ocasión me preguntaron si había la posibilidad de abrir un nicho con una persona ya fallecida dentro. Querían introducir unas flores el día de Todos los Santos. Evidentemente, la respuesta fue que no existía ese tipo de protocolo", señala Mulero.
"Otra anécdota de estas fechas es cuando me preguntaron por la posibilidad de pasar la noche en el cementerio para estar cerca de los fallecidos. La respuesta fue que en algunos casos las competencias son de los propios ayuntamientos. Existe la posibilidad de que el cementerio se pueda mantener abierto durante 24 horas", añade Mulero.
'Buscamos amortiguar el impacto'
Mulero nos explica cómo es el cuidado de los cadáveres. “Las familias eligen el tipo de ataúd y nosotros, a través de una orden de trabajo, preparamos al fallecido para enferetrarlo. Luego concluimos con la tanatoestética, que consiste en embellecer el cadáver".
"Por ley, el embalsamamiento se realiza cuando un cuerpo tiene que ser trasladado a otra comunidad o es repatriado a otro país. Aunque también cabe la posibilidad de que sea dictaminado por un juez porque esté abierta una investigación”, continúa explicando. "Para realizar un embalsamamiento existe la figura del tramitador, que contacta con la familia y realiza la hoja de trabajo”.
“El objetivo final de este proceso es amortiguar el impacto tanto visual como emocional de los familiares de los fallecidos. En este sentido, buscamos cuidar los detalles de la fisionomía y la estética del fallecido para que la familia lo pueda velar en las mejores condiciones", indica Mulero.
“A través de nuestro trabajo embellecemos la muerte, damos vida a la muerte. Para cuidar a un fallecido hay que mostrar cariño y un respeto enorme e incondicional. El objetivo principal es embellecer a esa persona porque es la última imagen que va a tener la familia del fallecido”, explica Josep Lluís Mulero.
La diferencia entre culturas
Mulero es también un referente en Latinoamérica, donde ha tratado de aplicar su modelo educativo respecto a la tanatopraxia. En octubre de 2023 realizó en México el embalsamamiento de la mujer más longeva del mundo, Rosenda Cruz Pérez. Esta mujer mexicana nació el 1 de marzo de 1907 y falleció a la edad de 116 años, seis meses y 25 días.
En México fue donde se estableció la tradición de honrar la memoria de los muertos los días 1 y 2 de noviembre, en esos días se celebra el Día de Muertos. México cuenta con una cosmovisión única respecto a la muerte. De ahí que las celebraciones indígenas del Día de Muertos fueron declaradas por la UNESCO como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad.
Mientras que en buena parte del planeta el 1 de noviembre está marcado por la tristeza y las lágrimas, en México hay fiesta y color. Es una celebración a la vida y un reencuentro con los difuntos, que se cree que regresan a nuestro mundo por un día.
Para entender el origen de esta relación hay que retroceder hasta la Mesoamérica de hace miles de años. Algunos de los pueblos originarios organizaban fiestas para guiar a los muertos en su recorrido al Mictlán, el inframundo de la mitología mexicana.
Mulero señala que "dependiendo de la cultura, el cuidado de los fallecidos y el miedo a la muerte se tratan de diferente manera. México es la cuna de la muerte, ya que afrontan los fallecimientos de forma totalmente diferente. La principal diferencia entre la cultura latina y la europea son los ritos funerarios".
“En Europa se busca enterrar al fallecido en el menor tiempo posible, mientras que en Latinoamérica se alarga todo lo posible porque les encanta. Allí el culto a la muerte es una realidad porque tienen asumido que las personas fallecen", apunta.
"Aquí, de momento la muerte sigue siendo un tema tabú, nadie quiere hablar de la muerte. Sin embargo, se trata de algo que forma parte de la vida y que, por desgracia, todos tenemos que vivir. Hay que abrir la mente para hablar de la muerte y afrontarla como una realidad”, concluye Mulero.
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