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Un hombre de traje oscuro y corbata azul gesticula mientras habla en un podio con una bandera de fondo.
COLUMNAS

La revolución Trump llega a Europa

Columna de opinión por Alfonso Abril

La Fundación Wellington, como nos tiene acostumbrados todos los meses, organizó un interesante coloquio, en función de la situación económica, política o social del país.

En este caso, en la tarde del pasado día 4, se estableció un intercambio de impresiones sobre lo que supone para el mundo “La revolución de Trump”, y se analizaron los profundos cambios internacionales impulsados por el presidente de Estados Unidos en sus primeros meses de mandato.

Contamos con las intervenciones de  Antonio Camuñas, expresidente de la Cámara de Comercio de España en EE. UU.; el teniente general del Ejército del Aire y del Espacio, Eduardo Zamarripa; y el catedrático de Economía Aplicada Juan Iranzo, conocido en los medios por su conocimiento de temas económicos.

El debate abordó, desde una perspectiva interdisciplinar, las implicaciones políticas, estratégicas, económicas y culturales de las medidas adoptadas por Trump: desde el endurecimiento migratorio hasta el giro proteccionista, pasando por el incremento del gasto en defensa exigido a los países de la OTAN.

Un hombre de traje azul y corbata roja gesticula mientras habla en un podio con un fondo que incluye una bandera de Estados Unidos y un emblema institucional.
Donald Trump | Europa Press

Algunas de las posturas más polémicas de Trump salieron a la luz por el interés en saber cómo se había recibido en Europa su estrategia arancelaria o los cambios en defensa. Se destacó que estas políticas “ya han empezado a tener grandes efectos en casi todos los ámbitos mundiales, tanto estratégicos como económicos e ideológicos”.

El coloquio se inició resaltando el perfil inusual de Trump, cuyo objetivo último —se aseguraba— es mantener la hegemonía de EE. UU. y de las democracias occidentales frente al creciente auge de China.

La primera pregunta que se plantea, y con bastante lógica, es: “¿Está loco Trump?”. Fue Antonio Camuñas quien recogió el testigo para contestar. Evitó una respuesta directa y comentó que, entre los países que nos permitan eventualmente construir un verdadero ejército europeo, su valiente apuesta por la independencia energética, la energía nuclear y el fracking, que aseguren costes razonables para favorecer la actividad industrial, puede demostrar, en cierta manera, mucha coherencia en Trump, según se mire.

Una economía al límite del proteccionismo

La política económica es uno de los pilares de Trump, así como los aranceles, su ambicioso plan fiscal y su promesa de reindustrializar el país. Igualmente, se destacó el “acoso y derribo” de los inmigrantes que están sin permiso en Estados Unidos, así como la posible no aceptación de estudiantes extranjeros en universidades estadounidenses para su formación.

Realmente, ha impuesto una larga lista de compromisos que, se nos antoja, muchos de ellos no podrá llegar a cumplir.

Ante esto, Juan Iranzo valoró de forma positiva algunas de las medidas económicas del presidente, como, por ejemplo, “su valiente apuesta por la independencia energética, así como la reducción de trabas medioambientales para impulsar la competitividad empresarial”.

Sin embargo, se mostró tajante ante su política arancelaria:  “El proteccionismo es claramente populista e históricamente el gran perdedor; estas medidas generan incertidumbre en los mercados y perjudican al comercio internacional, al crecimiento mundial y, sobre todo, a EE. UU.: el proteccionista, en el pecado lleva la penitencia”.

Juan Iranzo advirtió del peligro que puede suponer una política fiscal expansiva sin control del gasto público ni de la deuda, que en  EE. UU. ya supera el 120 % del PIB, con un coste anual de un billón de dólares solo en intereses. Además, gran parte de esa deuda está en manos de China, a quien Trump tendrá que rendir cuentas.

Las empresas americanas recibieron con satisfacción una decisión judicial que anulaba los aranceles del presidente Trump. Luego, la suspensión de esa sentencia no dejó a nadie tranquilo.

Más tarde, se vio cómo un tribunal federal consideraba ilegales la mayoría de los aranceles de Trump. “¿Habrían desaparecido los aranceles cuando llegaran los próximos envíos en agosto, o no?”, opinaban los empresarios afectados.

Un grupo de personas sostiene carteles y banderas en un evento al aire libre.
Manifestación contra Trump | Europa Press

Las empresas estadounidenses están digiriendo rápidamente el más reciente giro de la montaña rusa de la guerra comercial de Trump, que ha hecho imposible planificar con más de unas semanas de antelación. Es especialmente duro para las industrias que hacen sus pedidos con temporadas enteras de anticipación.

Los detalles de la decisión del pasado miércoles parecían traer alivio. Un panel de tres jueces del Tribunal del Comercio Internacional de EE. UU. dictaminó que el gobierno de Trump había actuado ilegalmente al utilizar una ley de poderes de emergencia para imponer aranceles del 30 % a los productos procedentes de China, del 25 % a la mayoría de los productos procedentes de México y Canadá, y del 10 % a todos los demás. El tribunal dio a la Casa Blanca diez días para detener los nuevos aranceles.

Si la sentencia inicial se mantiene, impedirá el regreso de los aranceles “recíprocos” más elevados que Trump suspendió durante 90 días a principios de abril. Podría incluso permitir a las empresas que han pagado los aranceles de emergencia en los últimos meses solicitar reembolsos —un proceso ya establecido en Aduanas y Protección de Fronteras—, y dar lugar al restablecimiento de la exención de minimis para las mercancías procedentes de China.

Incluso brevemente, las empresas se consolaron un poco con la idea de que se había frenado el poder de Trump para establecer los términos de comercio. Pero el gobierno de Trump impugnó rápidamente la sentencia y obtuvo la suspensión. Las impugnaciones podrían llegar hasta la Corte Suprema; por ello, pocos negocios están volviendo a la normalidad.

El coloquio giró en torno al estilo combativo y políticamente incorrecto del presidente norteamericano. Camuñas, por su parte, defendió que para enfrentarse a todo el “establishment” hace falta ser una bestia política, mientras que Eduardo Zamarripa pedía prudencia y respeto institucional.

Juan Iranzo, por su parte, alertó sobre el riesgo del deterioro de la seguridad jurídica y la confianza inversora si no se mantiene un mínimo de rigor en las formas y declaraciones presidenciales. Aun así, los tres coincidieron en que el cambio cultural que promueve Trump es profundo.

“Trump está rompiendo marcos de referencia obsoletos. El estado de bienestar y la sociedad consumista tienden a desaparecer, y viviremos cambios de paradigma de primer orden”, afirmó Camuñas. Juan Iranzo, por su parte, consideró que el presidente norteamericano puede ser “el revulsivo que necesita Occidente ante el suicidio colectivo al que conducen ciertas políticas restrictivas de la libertad empresarial e individual, vinculadas especialmente a la Agenda 2030”.

En otro momento del coloquio se planteó la poca empatía que muestra Europa al “hacerse la loca” ante su deuda con Estados Unidos. Tras veinte años de ayuda armamentística, esta no ha sido saldada. Por tanto, al llegar Trump en este segundo mandato, ha puesto “pie en pared” y ha exigido a la OTAN, a Europa y, lógicamente, a España, la devolución de todo el coste que ha supuesto, desde la Segunda Guerra Mundial, su ayuda en diversos conflictos.

Por tanto, la exigencia partió de un 2 %, que se considera fuera de lugar, para llegar al 3 %. Aunque tampoco sería suficiente, y es posible que el nivel que se alcance sea entre un 4 y 5 %, lo cual representaría el valor de la devolución sobre el desembolso total.

Eduardo Zamarripa apuntó que “La revolución de Trump” puede ser una oportunidad para redefinir las relaciones entre Europa y EE. UU., para replantear la defensa de los valores occidentales y para impulsar una economía más competitiva frente al inevitable ascenso de China. “Hay un hecho cierto que supone tener que defender nuestros valores y nuestra soberanía; siendo esto el gran desafío de este siglo”.

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