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Vista del interior de un parlamento con asientos de cuero y detalles ornamentales en madera.
COLUMNAS

Retahíla de reproches

Columna de opinión por José Francisco Roldán

Hay quien anota sus vivencias desagradables en el libro de los reproches; ese listado de quejíos íntimos, que vamos acumulando lentamente. El devenir de la convivencia, sometida a la socialización, nos va regalando retazos de felicidad o desdén. Algunos representantes políticos suelen vomitarnos encima toda clase de decisiones aderezadas de inmundicia.

La desvergüenza de los sicópatas, que se suma a tantos despreciables egoístas, disfrazados con atrezo ideológico diverso, nos va arrastrando a una inapelable descomposición colectiva. Destruye costumbres, principios, valores, derechos y patrimonio. Y para esos descarados de la res pública siempre hay demandas, que se difunden con vehemencia, acierto, aspavientos y falacias. No todas las amonestaciones atesoran coherencia, pero hacen de arma arrojadiza para atizar el orgullo de pertenencia. Algunas veces embadurnado de intransigente sectarismo.

Si la reconvención se basa en datos repletos de congruencia y precisión, los que reclaman respeto deben soportar las peores traiciones justificadas con trampas pertrechadas de maldad. No es posible alistar la sarta de trolas que ha ofertado un gobierno español secuestrado o acomodado en la extorsión más escandalosa. Su absoluta obsesión por conservar el poder para manejar instituciones y recursos públicos nos está llevando a un abismo descorazonador.

La gran página de retorcidas promesas y sus cambios de opinión han estado hurtando a los votantes datos esenciales. Esto para optar con conocimiento sobre propuestas o argumentos para competir en las urnas. El empecinamiento con el que se muestran algunos líderes actuales está afectando gravemente al crédito y prestigio de una España descafeinada. Orillada en los foros de influencia mundial, como descabalgada para decisiones esenciales en el panorama internacional.

El ninguneo con el que somos tratados supone un desprecio galopante, ante lo que nadie parece darse por enterado. A pesar de los intentos por comprar imagen entre iniciativas desternillantes, los resultados producen risas donde debería haber respeto y consideración. La venta de España entre enemigos internos y externos está causando un estropicio incalculable del que no sabemos si podremos recuperarnos bien.

Desde los cuatro puntos cardinales, próximos o lejanos, los desplantes y provocaciones producen vergüenza entre una población comprometida con la historia y categoría de la primera nación del mundo. Los regalos al independentismo y separatismo claman al cielo, al menos para quienes creen en la protección divina. La cesión de fronteras, control de flujos migratorios y permisos de residencia desquicia la soberanía del Estado. La eliminación de la cuestión prejudicial, comisiones lawfare, compra descarada para conseguir el uso del catalán como lengua oficial en la Unión Europea y el traspaso de Rodalíes suponen una derrota palpable.

Desjudicialización del conflicto con Cataluña, que significa eliminar responsabilidades por medio de indultos, amnistías y delitos en el Código Penal se puede entender como una traición al resto de los ciudadanos. El acaparamiento de instituciones y empresas públicas, sobre todo estratégicas, desactivar organismos de control para dejar paso expedito a decisiones del gobierno, desde inmorales a ilegales, rezuma autoritarismo.

Expulsar a las policías estatales de las comunidades vasca, catalana y navarra despacha la autoridad del Estado. Propiciar incentivos muy lucrativos, a costa de los impuestos de todos los españoles, para forzar el regreso a las empresas que dejaron el territorio catalán. Como permitir la financiación privilegiada exclusiva e insolidaria en detrimento del resto de España, no es más que romperla definitivamente.

Y el último desprecio al sentido común será reducir gravemente la eficacia de las Fuerzas de Seguridad del Estado frente a las actividades de quienes atentan contra la integridad española y su paz aderezándolo con el protagonizando de quienes representan a los que mataron muchos españoles. La miserable compraventa de derechos podría ocupar la penúltima línea en el libro donde hemos escrito esta retahíla de reproches

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