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Dos personas posan en un patio con columnas y plantas, cada una sostiene un libro con una portada blanca y detalles dorados.
COLUMNAS

'Cada día, es una pequeña vida'

Columna por Pilar Redondo

"nadie regresa de inventar lo eterno/ nadie cuestiona si el olvido acusa/ nadie provee al mal de un por si acaso/ nadie esquiva el peaje del dolor/ nadie prejuzga lo que omite un sueño/ nadie es silencio cuando no hay manera/ nadie frecuenta ni habita el después/ nadie esclaviza el pecado personal/ nadie más nadie nunca es multitud/ nadie suele ser nadie y lo que huye/ nadie se acerca a lo que no queda/ nadie con todo resulta jamás/ nadie seré siempre/ nadie o algo menos". (Poema titulado: Nadie regresa de inventar lo eterno).

Este es el primer poema del último libro del "CREADOR, EN MAYÚSCULAS" Calixto Torres. Este volumen lleva por título Nadie o algo menos. Pertenece a la Colección 'NON OMNIS MORIAR'. Está editado en ARS POETICA, cuya Dirección editorial está a cargo de Ilia Galán

Tiene detalles que me han gustado mucho, como que la parte interior de las tapas está decorada. En la que corresponde a la portada lleva impresos los cuatro primeros versos del libro. En la de la contraportada el penúltimo texto de los que lo componen.

En este poemario el autor nos deja en usufructo su sapiencia.

Son poemas profundos, filosóficos, etéreos, en ellos el autor se reafirma, transforma y a la vez se diluye. Esculturas de papel, tienen personalidad propia, poseen proporciones áureas y el poeta le inyecta humanidad. Crecen desde el corazón y abrazan el alma descalza. Son composiciones equilibradas que cantan al infinito, esculpen emociones, y en los labios portan cerraduras inmortales. 

En las pupilas de las sombras se mecen las promesas que llaman a la puerta de la sinfonía ebria de lenguaje.

En cada esquina de la luna poseída por la vehemencia las venas invocan, interrogan y desentierran las ascuas que transfieren tatuajes que hacen transitable la belleza de la poesía.  

Portada de libro con fondo blanco, dos espigas de trigo y el título
Portada del libro de Calixto Torres. | Cedida

"cada uno pende de una ilusión/ de una espera/ de un golpe en la puerta de entrada/ cada uno esconde un despido/ una silueta que cambia de gusto/ una intención que inhabilita el sosiego/ cada uno es cada uno/ junto a una parte de todo lo que se esconde/ mientras se derraman principios/ a la búsqueda de la soledad/ cada uno es solo eso/ o poco más de lo que se siente". (Poema titulado: Cada uno pende de una ilusión).  

El poeta ausculta el cuerpo de cada palabra y activa su poder indiscutiblemente verdadero. Explora los límites de la brújula indomable y de los silencios. En cada uno de ellos la desembocadura de la entraña se hace perceptible. Incubar y delimitar el perímetro de las vísceras que captan su verdadero yo.

En cada sílaba el sagrario consagra y contextualiza la carnalidad del diluvio recién planchado. Y flexibiliza en un mismo nivel de realidad el sudario innominado y el humo desmemoriado, sin mancillar.

Versos en clave metafísica donde vaciar y licuar la sed del espejo precintado, donde el insomnio deletrea con rítmica insistencia la floración de la inmortalidad.

"el reloj no incomoda la prisa/ acaricia su desdén y la empuja/ en su afán de descubrir lo demás/ el reloj inmortaliza la quietud/ del tiempo que se contrae/ queriendo aparentar la finitud de lo iniciado/ (...)/ el reloj no destruye el momento/ lo viste de gloria y lo corona/ precipitando su osadía/ el reloj conforta la plenitud de todo fin".

Hilvanar y almidonar las hendiduras de las esquirlas de tiempo colmadas de firmamento sobre las que Calixto coloca la "Primarii Lapidis" de la pirámide de luz.

En las grietas de los acantilados de cada letra el reloj ayuna, viste los hábitos y rompe el límite entre lo de dentro y lo de fuera.

El cáliz y la fiebre barnizan y vuelven del revés el ahora que se apodera de la desconexión que da paso a la aurora que arde bajo el cataclismo.

"Non omnis moriar multaque pars mei vitabit Libitinam: (no moriré del todo y gran parte de mí escapará a Libitina (la muerte)". Autor: Quinto Horacio Flaco. Obra: Odas III, 30, 6-7.

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