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Silueta de una persona arrojando la palabra ego a un bote de basura con una corona al atardecer
COLUMNAS

El ego desmesurado

Columna de opinión por Federico de Sánchez

He buscado en todas las partes el sosiego y no lo he encontrado sino sentado en un rincón con un libro en las manos.  Thomas A. Kempis

“¡Cómo pinta el deseo los colores del arco iris en las nieblas de la vida!” Esta hermosa y profunda frase de Rabindranat Tagore encierra un doble enigma que se concreta en interrogante para toda persona que siente el paso de la vida a través de la experiencia diaria. Si, los deseos son como ese arco iris que ilumina el horizonte del cielo; los deseos son destellos, pinceladas de la sutil fragancia de lo que queremos, anhelamos y no tenemos o poseemos; los deseos constituyen una realidad certera en nuestra mente, pero su naturaleza real y auténtica es brillar como flor de un día, llenando nuestro universo anhelante de nuevas sensaciones, experiencias y vivencias…Ciertamente, el deseo pinta los colores del arco iris de las nubes de la vida.

Escribir sobre el deseo no es tarea fácil, al menos para quien lo afirma. Toda la especie humana siente la necesidad de desear. ¿Por qué tal sentimiento, tendencia, pulsión hacia un mundo que está repleto de dudas, temores, dolor y sufrimiento? ...Cuando dejamos que “la loca de casa” (como afirmaba Teresa de Jesús), nuestra mente, se muestre como un caballo desbocado, nuestro equilibrio emocional sufre un colapso de proporciones dantescas.

¿Quién es el sujeto del deseo? El yo, el ego, la personalidad. Lector, seguro que recuerdas la frase de ese imaginativo escritor, Alejandro Dumas, que afirmaba que el deseo es una tendencia constante de la humanidad. Sí, nuestra como especie. ¿Podemos vencer al deseo? Quizás, lo más conveniente sería, en primer lugar, apercibirnos que la naturaleza del deseo se envuelve y muestra en forma de mil ropajes diferentes; cada ocasión según demanda su propia conveniencia.  Es difícil, muy difícil, vencer al deseo, eliminar de nuestro ámbito mental y emocional a los deseos. Si, muchas personas se preguntan por qué es preciso eliminar los deseos, si ellos constituyen la pieza esencial de nuestra existencia. De acuerdo con la afirmación; no obstante, la respuesta es sencilla: ¿Nos sentimos interiormente bien con la tendencia continua de desear algo que creemos permanente y fácilmente comprobamos que es volátil, impermanente, breve en el tiempo? Claro está que estamos haciendo referencia a cuestiones importantes, pero lo minúsculo y cotidiano suele tomar carta de naturaleza esencial a nada que no seamos conscientes de su instalación en nuestra realidad sensorial, emocional y vivencial

En el día a día, todos sentimos la tendencia de tomar, poseer, coger…a todos los niveles: doméstico, material y emocional; ciertamente, ya sean deseos relacionados con el mundo de los sentidos de pareja o afectividad (relación con los otros), ya sea en el orden material (vivienda, otra vivienda; coche, otro coche; ropa, nueva ropa…) “Lo mucho se vuelve poco con sólo desear otro poco más”, que sabias palabras de nuestro insigne escritor Francisco de Quevedo. Siempre hay más…deseos; necesidad de cubrir nuestras carencias con nuevos deseos que pronto serán viejos patrones que tendrán que ser reemplazados.

En nuestro mundo occidental desear es algo consustancial con el ritmo de los tiempos. Deseamos muchas cosas, demasiadas, y al desear constantemente caemos en la dependencia externa a nuestro ser. No somos conscientes de esa realidad. El deseo es hermano del apego y pariente próximo del dolor y el sufrimiento…

Desde hace años experimenté en mi vida una tendencia diferente con referencia al deseo, a los deseos. Sustituí de mi ámbito mental (conscientemente) la palabra deseo por necesito. A nivel de programación mental en cuestiones importantes, fundamentales y esenciales debemos estar muy despiertos ante la trampa del falso deseo permanente, que puede llegar a anidar en nuestro tejido emocional, convirtiéndose en un huésped indeseable, sucio, cuya presencia nos produce un enorme malestar por su permanente intranquilidad.

Nunca olvides que el deseo es un enemigo declarado de la paz interior y el equilibrio emocional y mental. Por ello debes estar muy atento ante sus continuos ataques y embestidas…que pueden presentarse en forma muy sutil.

Claro está que vivimos (las personas afortunadas de estar en el llamado “primer mundo”) en una sociedad donde el tiempo gira vertiginosamente a nuestro alrededor; cuya propia naturaleza consiste en mostrarse “aprisa, aprisa, aprisa…”, “ahora, ahora, ahora…” Por ello, resulta más complicado la calma, el sosiego, la ecuanimidad. Desde estos planteamientos de calma, tranquilidad y fortalecimiento de nuestro interior, podemos vencer a ese monstruo que tiene pies de barro: el deseo inútil y estéril.   

El deseo compulsivo (casi siempre el deseo se muestra compulsivo) nos ata con férreas cadenas que imposibilitan nuestro bienestar, impidiendo obtener una correcta calidad de vida. Hay que soltar, soltar, soltar…miedos, temores, deseos…para ser…y  vivir con plenitud, libre y responsablemente. “Todo deseo estancado es un veneno”, como afirmaba Andre Maurois. Lamentablemente, es lo que suele acontecer en nuestra vida…no siendo, en absoluto, conscientes de la situación.

Hay que guiar al buscador -a ti- entre las nieblas de la vida (recordando a Tagore) Aquí, en este preciso instante, donde la eternidad toma forma de presente y se vuelve temporalidad existente, afirmar que “a nadie cuesta más que a aquel que mucho desea”, recogiendo las palabras de nuestro premio nobel de medicina, Santiago Ramón y Cajal. Así es, siempre pagamos una factura muy elevada si nos mostramos incapaces de cortar la espiral diabólica del deseo incontrolado.

Una perla para reflexionar…permite lector que cite a ese insigne poeta romano Publio Ovidio: “No se desea lo que no se conoce” ¿Es lícita tal afirmación? Tengo la certeza que tu reflexión sobre este punto te traerá sabiduría, aportándote una luz poderosa sobre aspectos demasiados oscuros al intelecto humano.

El ser humano camina con paso titubeante por el sendero de la vida…  Aun así, cada día constituye la maravillosa oportunidad de experimentar algo diferente, de cambiar y mostrar lo mejor que llevamos en nuestro interior, permitiendo que aflore al exterior e inunde hermosamente el estanque dorado que es el planeta tierra, Gaia, nuestra madre. Cada pensamiento, cada sentimiento, cada emoción son fundamentales para el equilibrio humano. Por ello, debemos y necesitamos estar bien atentos a cualquier desviación del camino verdadero que hemos emprendido. El deseo es un enemigo que sabe dónde puede hacernos daño, herirnos con sus afiladas garras, dañando nuestro ser de forma certera y rápida. Por fortuna, poseemos una herramienta poderosa para vencer al deseo:  

La comprensión y lucidez interior, que todo ser humano lleva en lo más profundo de su ser. 

                        ¡Experimenta, escucha, guíate por su energía!

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