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Vista panorámica del interior de un parlamento con numerosos diputados sentados en semicírculo durante una sesión plenaria
COLUMNAS

Comulgar con ruedas de molino

Columna de opinión por José Francisco Roldán

En la jerga autóctona manchega o gramática parda se usó la expresión decío como algo de lo que se hablaba. Repasando los dichos populares, pocos ignoran qué significa tragar ruedas de molino, cuando se pretende reconocer que hay cosas que no se pueden aceptar, aunque se pretenda de algún modo coercitivo o tratando de convencer.

Mezclar el acto de la comunión con la física nos permite reconocer que es absolutamente imposible meter por la garganta objetos voluminosos, incluso con formato circular, como ruedas de carreta o piedras que remuelen el cereal en un molino. Una frase poco sutil y delicada para hablar de sentido común o de la perversa manera de alterar o adornar una realidad incuestionable. Semejante trágala, asumida habitualmente en nuestras relaciones personales, alcanza el summum de la desproporción cuando entramos en el farragoso e infecto idioma político.

La verborrea propagandística supera cada día los niveles tolerables de permisividad consciente, ofendiendo la compostura cabal. Generalizando, aunque es injusto, nos deriva hacia la idea de que la casta política, emergida de una fangosa degeneración social, insiste en que hagamos lo que no es y, además, no puede ser o no debería ser. Hablamos del embuste puro y duro, al que nos vemos sometidos sin solución de continuidad por mor de una pertinaz matraca diseñada en las cloacas de la manipulación y repetida sin pausa por los pesebristas adiestrados.

La estrategia de estas pseudoorganizaciones criminales es engañar a propios y extraños con el fin de conseguir objetivos despreciables. Es conveniente destacar la presión política sobre jueces, socavando sus resoluciones para protegerse de la práctica corrupta, ejercer abuso de poder y agredir al pluralismo mediático. Una especie de aluminosis en la cimentación del Estado de Derecho español.

Tras descabezar a la unidad especializada del Cuerpo Nacional de Policía, el siguiente paso es hacer lo propio con la Guardia Civil, que resiste ejemplarmente. La Unión Europea, normalmente remisa a pronunciarse sobre asuntos internos de los Estados miembros, no ha tenido más remedio que tomar postura contra el deterioro democrático en España. La actividad del actual gobierno es perniciosa en su afán por controlar las más altas instituciones del Estado, acometiendo reformas legislativas con esa pervertida intencionalidad, propias de naciones con regímenes totalitarios.

Diseñan las leyes como si fueran trajes ajustados a su impertinente osadía inmoral y confeccionan los patrones adecuados a su beneficio partidario en detrimento del interés colectivo. Muchos son los escándalos conocidos, investigados o pendientes, protagonizados por relevantes miembros del partido y su gobierno.

Entre otros, la falta de transparencia de los contratos públicos, el aprovechamiento ilegal en la pandemia, despilfarrar recursos del Estado y atesorar en sus peculios personales, familiares y tribales. La deficiente y perseguida libertad de prensa, el manoseo de los canales públicos de comunicación y un abuso compartido por los adeptos del amo incuestionable. Se trata de variables malvadas que ponen en cuestión lo que debería ser una democracia plena. Y, sin embargo, los representantes del Ejecutivo nos siguen largando trolas incesantemente para convencernos sobre su verdad, perfectamente orquestada y secundada por una tropa de torpes abducidos, que se tragan lo inimaginable.

Es curioso observar cómo personajes conocidos, a los que se les considera informados y formados, tragan cualquier cosa que les pueda beneficiar y se arrogan una representación popular que no tienen. Afortunadamente, hay más españoles desengañados, que tragaban lo que no hay en los escritos, sumándose a quienes tienen claro que no se puede aceptar semejante abuso de poder, tergiversación informativa y, mucho menos, intentar con una larga retahíla de trolas hacernos comulgar con ruedas de molino.

José Fco. Roldán Pastor.

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