Sorpresa por el gesto de Matilde de Bélgica en pleno funeral del Papa Francisco

El corazón de Roma amaneció hoy en calma mientras el Vaticano se preparaba para uno de los funerales más importantes de su historia reciente: el del Papa Francisco. Desde el alba, una multitud de fieles y autoridades ha tomado los alrededores de la Basílica de San Pedro. La atmósfera estaba cargada de emoción y respeto.

A lo largo de la mañana, delegaciones de todo el mundo han ido ocupando su lugar en una plaza de San Pedro abarrotada. Cerca de 50 jefes de Estado y diez monarcas se unieron para rendir homenaje. El eco del legado del Papa Francisco resonaba en cada rincón del Vaticano.

Este es el detalle de la reina Matilde de Bélgica que ha impactado

Según sus deseos, el cuerpo de Francisco descansará en la Basílica de Santa María la Mayor. Rechazó los homenajes grandilocuentes propios de los pontífices, optando por una sepultura sencilla. Un último acto de humildad que resume su manera de entender el papado.

​Al funeral del Papa Francisco, que se está celebrando este sábado en la Plaza de San Pedro, han asistido representantes de al menos diez casas reales de todo el mundo. Entre los asistentes confirmados se encuentran los reyes Felipe VI y Letizia de España, los reyes Felipe y Matilde de Bélgica, el príncipe Guillermo en representación de la monarquía británica, el príncipe Alberto II y Charlène de Mónaco.

También están los grandes duques Enrique y María Teresa de Luxemburgo, los reyes Carlos XVI Gustavo y Silvia de Suecia, así como los príncipes herederos Haakon y Mette-Marit de Noruega. Además, se espera la presencia de otros monarcas, como los reyes Abdalá II y Rania de Jordania, el rey Letsie III de Lesoto y el emir Hamad bin Jalifa Al Thani.

Y, en medio de este ambiente solemne, un inesperado gesto de la reina Matilde de Bélgica no pasó desapercibido. La monarca lució el mismo choker de perlas que fue objeto de críticas durante el funeral de Juan Pablo II. Su elección reavivó inmediatamente el debate en redes sociales.

Los comentarios no se hicieron esperar y en pocos minutos surgieron reacciones de todo tipo. Algunos usuarios criticaron duramente el accesorio, calificándolo de “horroroso 😣” o incluso asociándolo al término “Dominatrix”. El gesto no dejó a nadie indiferente en un día de máximo recogimiento.

Para algunos, Matilde de Bélgica volvió a demostrar que no se deja influenciar por las críticas. Para otros, su actitud se interpretó como una falta de sensibilidad en un contexto de profundo respeto. La estética personal de la reina chocó con la sobriedad exigida por el momento.

Matilde, ajena al revuelo, caminó con naturalidad por la Plaza de San Pedro. Su aparición se convirtió en uno de los temas más comentados del funeral. De nuevo, la eterna tensión entre protocolo, imagen y espontaneidad volvió a estar sobre la mesa.

Mientras la Iglesia despedía a un Papa Francisco que hizo de la humildad su bandera, una simple joya capturaba, por unos instantes, la atención global. Un detalle que, sin pretenderlo, introdujo un matiz de polémica en una jornada de recogimiento. La imagen de Matilde quedará, como el legado del pontífice, grabada en la memoria colectiva.